EL 4 DE ENERO SE CELEBRA EL DÍA MUNDIAL DE ESTE LENGUAJE PARA CIEGOS
Los reconocimientos a Louis Braille son continuos y
universales desde su muerte. El 4 de enero de 2023 fue inaugurada una estatua
en homenaje a Louis Braille en la ciudad de Hyderabad (India).
Cada 4 de enero se conmemora el Día Mundial del
Braille, proclamado como tal por la ONU en 2019. El Braille es un
sistema de lectoescritura que hoy utilizan 285 millones de personas ciegas en todo el mundo. Son seis puntos que, con 64 combinaciones, se usan para componer letras y números,
escribir en cualquier idioma, leer partituras o anotar partidas de ajedrez.
EL
CATÓLICO LOUIS BRAILLE
Su nombre está dedicado a su
creador, el francés Louis Braille (1809-1852), también ciego desde niño, que nació un 4 de enero y de cuya arraigada y profunda fe católica nada
suele comentarse. Por suerte, el personaje ha sido estudiado en profundidad, y
los estudios biográficos están en acceso libre en internet para profundizar en
la apasionante vida de este personaje que, además de inventar este lenguaje,
fue un excepcional maestro y músico organista,
que deleitó en vida a la feligresía de varias parroquias de París,
muriendo joven y santamente de tuberculosis, pero dejando un legado que perdurará por siglos.
Una historia de cómo Braille,
siendo niño, perfeccionó los trucos que le había enseñado su padre para dar
lugar al lenguaje que hoy permite a los ciegos leer texto y música.
Precisamente una de esas
biografías, la más completa a decir de algunos, titulada La vida y la obra de Luis
Braille, escrita por Pierre Henri en
1952 y publicada en español en 1988, recoge las profundas creencias católicas
de Braille. Se basa en parte en otra biografía más antigua titulada Notice biographique sur L. Braille, leída
por su autor, Hipólito Coltat, discípulo y amigo de Braille, el 25 de mayo de
1853 en la inauguración de un busto de su maestro.
Braille, cuenta Coltat, "no se limitaba a la influencia beneficiosa de sus
palabras, sino que unía a ella la acción y la entrega. Gustaba de servir
y socorrer aliviando en lo que podía los sufrimientos de los
desgraciados. Cuando hacía el bien, mostraba tanta sencillez y delicadeza que
se escondía, digámoslo así, para que el beneficiado no viera la mano del
bienhechor. Sabía que no basta con dar, sino que es menester hacerlo con
ese espíritu de caridad cristiana que respeta ante todo la
dignidad del alma humana en la persona del pobre. La profunda fe que
le animaba le inclinaba a la nobleza de sentimientos, y como decimos, la
religión que siempre había cultivado con tanta asiduidad como
convicción le permitía contemplar la proximidad de la muerte, si no sin
emoción, al menos sin miedo".
"¿Braille llegó
alguna vez a considerar su ceguera más bien como una bendición?", se pregunta Henri.
Y responde citando de nuevo a
Coltat cuando, en el acto citado, evocó el accidente que dejó ciego a su amigo:
"¡Ya está! ¡La suerte está echada! ¡Su destino
va a cambiar por completo, ya que nace a una nueva vida! Pasará de la
oscura ignorancia y profunda y funesta indiferencia en que, desgraciadamente
tantas veces viven los campesinos, a una vida intelectual y activa,
en el seno de las luces de la gran ciudad; su alma arderá en el fuego de la ciencia y de las virtudes sociales, morales y
religiosas. Se va a entregar plenamente a buscar el bienestar de
aquellos que pertenecen a la interesante clase de la que va a formar parte. ¡Oh, ceguera! ¿Eres tú de verdad una desgracia cuando
produces semejantes resultados?"
Sin embargo, Henri matiza: "Coltat, ciego como Braille, lo que en rigor expresa aquí es su afán por hallar una
compensación a su propia inferioridad física, y nada nos da pie
para creer que el modesto y humilde muchacho haya nunca compartido tal
sentimiento, ni se haya enorgullecido de su defecto, del puesto a que le
permitió elevarse ni del bien que, gracias a él, pudo hacer".
Braille murió el 6 de enero de
1852. Un mes antes, cuenta Henri, "en la noche
del 4 al 5 de diciembre de 1851, dos días después del golpe de Estado" de Luis Napoleón que le convertiría en Napoleón III
y abriría paso al Segundo Imperio, "tuvo un vómito de sangre más violento e impresionante que todos
los que había tenido hasta entonces, hemorragia cuya causa inmediata fue quizá
un catarro mal cuidado. Durante los días siguientes el accidente se
repitió cada vez más terrible, según las personas que asistían al
enfermo".
En 1952, al cumplirse un siglo de
su muerte, los restos de Louis Braille fueron trasladados con todos los honores
al Panteón de París.
Coltat dejó constancia de
la actitud cristiana de Braille ante la muerte en aquellas circunstancias: "Permanecía muy tranquilo; mas sintiendo que su vida
estaba en peligro pidió por precaución los auxilios
espirituales, recibiendo los sacramentos con una devoción y un
respeto realmente edificantes".
"Al siguiente
día de esta conmovedora y solemne ceremonia", prosigue Henri su relato, "el enfermo
dirigió las palabras siguientes al amigo que tenía el privilegio de visitarle
más a menudo, el cual las guardó en lo más hondo de su corazón como un tesoro
precioso: «El día de ayer es uno de los más hermosos y más grandes de mi vida.
Cuando se ha pasado por esto, se comprende todo el poder y la majestad de
la religión. Mas ¡oh insondable misterio del corazón humano! estoy
persuadido de que mi misión sobre la tierra está terminada; ayer he saboreado
las delicias supremas; Dios se ha dignado a hacer brillar a mis ojos
los esplendores de las eternas esperanzas. ¿No parece que ya,
después de todo esto, nada había de tener fuerza para apegarme a la tierra?
Pues bien; aunque yo pedía a Dios ciertamente que me llevase del mundo...
sentía que no se lo pedía muy fuerte»".
Podríamos seguir con citas
literales, pero recomendamos al lector que se dirija a la obra antes mencionada (puede
descargarse gratuitamente), de la cual han sido tomados los anteriores
párrafos, para descubrir una vez más lo que
los católicos hemos dado a la humanidad y que tan poco se conoce.
LOS
ORÍGENES DE LA ONCE
Pero como las gracias nunca
vienen solas, vamos a unir al Día Mundial del Braille otra efeméride
recientemente celebrada, la del 85º aniversario
de la fundación de la Organización Nacional de Ciegos Españoles, la popular ONCE, cuya relación con el catolicismo es casi mayor que la de Braille.
La efeméride se conmemoró el
pasado 13 de diciembre de 2023, día de Santa Lucía,
emitiéndose un cupón especial.
La ONCE
se puso en marcha el 13 de diciembre de 1938 en
Burgos, en plena Guerra Civil. Con el siguiente escueto texto es
referido tal acontecimiento en la web oficial de la ONCE:
"Nacía, el 13 de diciembre de 1938, la Organización
Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). En su decreto fundacional, de esta fecha, se otorga a
la ONCE la
explotación, para su digno sustento, del que se denominó cupón 'prociegos', cuyo primer
sorteo se celebró el 8 de mayo de 1939".
Como con Braille, se silencia así
la catolicidad de
quien fuera su fundador, Javier Gutiérrez de Tovar y
Beruete (1911-2003), quien por suerte publicó en 1988 un libro
en el que contó todas las peripecias acaecidas en la fundación La creación de la Organización
Nacional de Ciegos a través de mis vivencias, y en cuyo texto encontramos varias referencias a
sus creencias:
Javier Gutiérrez de Tovar y
Beruete, en 1946. Quedó ciego a los tres meses de edad a consecuencia de una
enfermedad contagiosa. En sus vivencias recuerda la "profunda fe
cristiana" de su madre, que le transmitió: "De niño fui portador de
reliquias de Covadonga, Limpias, Lourdes y El Pilar. Siempre llevaba
y llevo el escapulario de la Virgen del Carmen y aquella madre que
recuerdo con lágrimas en los ojos me hizo de la congregación del
Niño Jesús de Praga, muy milagroso".
-En la Presentación: "En este libro se pretende demostrar, a través de
los hechos, la tesis de que el ciego no es un incapacitado por causa de su ceguera
que Dios le da infinitos medios de compensar, sino por el erróneo
tratamiento que se le da en la familia, en la escuela, en el
trabajo, en suma, en la sociedad que le rodea, obligándole a replegarse en sí
mismo o a convivir casi exclusivamente con personas que padecen su misma
desgracia".
-En su discurso del 25 de agosto
de 1938 ante el pleno del XXV Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias reunido en Santander: "En estos momentos de resurgimiento patrio, en que
todas las actividades nacionales se están reorganizando en apretado haz de
hermandad para constituir un disciplinado sistema de trabajo, los ciegos no
quieren ni deben permanecer ajenos a este patriótico afán. Es necesario
agruparlos, bajo la dependencia del Servicio Nacional de Ciegos que deberá
crearse, en una federación a base de asociaciones provinciales y delegaciones
locales, que llegue hasta el lugar más apartado de España a enjugar las
lágrimas de tantos desgraciados, más que por la falta de vista, que Dios les
compensa con creces, por el abandono e incomprensión en que se encuentran…
-Al evocar un galardón recibido: "Cuando el 24 de junio de 1982 y el 23 de abril de
1983 recibí las comunicaciones de concesión de la Cruz de Sanidad y de la
Encomienda del Mérito Civil, respectivamente, comprendí que 'los
caminos de Dios son inescrutables'".
-En el epílogo: "Mi experiencia me enseñó que la
verdadera desgracia está en la maldad, con sus secuelas de egoísmo,
envidia y odio. Que todas las penalidades, incluso la ceguera, valen la
vida que Dios nos descubre si tenemos abiertos los ojos del
entendimiento".
EL
PROCESO DE CREACIÓN
En su síntesis histórica
publicada en El Debate,
el historiador Luis Eugenio Togores cuenta que en 1937 Javier Gutiérrez de
Tovar, a la sazón presidente de asociación de ciegos La Hispalense de Sevilla,
impulsó el nacimiento de la Federación Bética de Ciegos para aglutinar las
pequeñas asociaciones de ciegos de Andalucía y Extremadura. Simultáneamente, en
Burgos, un grupo de invidentes liderados por Fernando
Martínez-Burgos, Primitivo
Pérez y Mariano Ortega trabajaban
para el nacimiento de una nueva organización para la protección y promoción de
los invidentes españoles. Por suerte, finalmente se unieron.
El 25 de agosto de 1938, en
Santander, en el Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las
Ciencias, Gutiérrez de Tovar expuso una ponencia en defensa de la creación de
una Organización Nacional de Ciegos, que se fundó el 13 de diciembre de 1938, festividad de Santa Lucía (patrona de los invidentes), y que en 1952 pasó a
llamarse Organización Nacional de Ciegos Españoles.
La ONCE
emplea actualmente a más de 70.000 personas. Sus
orígenes católicos son indiscutibles.
RETAZOS
DE HISTORIA...
Como lo fue la propia atención a
los ciegos. Por citar solo algunos ejemplos: San Lino organizó
en Siria en el siglo V una especie de refugio para ciegos vagabundos donde se
les enseñaba a cantar al Señor y se les alimentaba; San Beltrán,
obispo de Mans, fundó en el año 623 un hospital para ciegos; y el rey San Luis IX de Francia
protegió en 1260 a la congregación de los Quinze-Vingts, un asilo para ciegos
de ambos sexos de París con derecho a mendigar por toda Francia.
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