LLEGA A ESPAÑA «JEREMÍAS», LA IGNOTA OBRA DEL JUAN PABLO II CLANDESTINO Y DEFENSOR DEL PATRIOTISMO
El próximo 19 tiene lugar la primera presentación
de la desconocida obra de Juan Pablo II escrita en plena ocupación alemana,
"Jeremías": todo un alegato de la virtud del patriotismo.
El próximo 16 de octubre se
cumplirán 45 años de la elección de Karol Wojtyła como Papa de la Iglesia. Uno de los eventos que
celebrarán esta efemérides será la presentación de una obra desconocida para el
público no polaco. "Jeremías", escrita
en plena ocupación alemana (1940), se trata de una obra de teatro que
combina la reflexión, la historia y la fe para buscar respuesta a un
interrogante que entonces nublaba la identidad polaca y su
relación con su herencia espiritual.
Carmen
Álvarez Alonso, profesora en la Facultad de Teología de la
Universidad Eclesiástica san Dámaso (Madrid) y teóloga, es la responsable de la
edición y estudio preliminar de Jeremías.
Habla con Religión en Libertad sobre
una obra relacionada con multitud de retos actúales y, curiosamente, con el
hispanismo, ofreciendo respuesta a dos interrogantes cargados de actualidad: "¿Por qué ha caído Polonia -u Occidente-? ¿Puedo
yo cambiar el destino de mi nación?".
Álvarez Alonso, profunda
conocedora del papa polaco y especialmente de esta obra, considera que
Jeremías ni tiene un enfoque particularista y mucho menos
coyuntural. Tanto es así que se equivocaría quien piense que
este drama teatral "tiene como destinataria
únicamente la nación polaca".
La obra, dice, "no busca resolver la cuestión polaca, sino plantear
entre otras la gran cuestión de la identidad nacional", tantas
veces tratada por Wojtyła.
Algo que se plasma en la multitud
de temas abordados: La noción de patria, la importancia de la tradición, la relación entre el destino del hombre y el
destino de la nación, la cuestión de la libertad
individual y nacional, el valor identitario de la cultura,
el actuar de Dios en el decurso de la historia y en la vida de las naciones,
la visión cristocéntrica de la historia o los mesianismos políticos, sociales o
ideológicos… Son, según la profesora, algunas de esas conexiones con el
presente que también "iluminan el momento
histórico y cultural que vivimos en Occidente".
¿POR
QUÉ HA CAÍDO ESPAÑA, EUROPA U OCCIDENTE?
Sin embargo, hay otra relación
plasmada en la obra más relevante si cabe entre septiembre de 1939 y la
actualidad, que la entrevistada expone en forma de pregunta: "¿Por qué ha caído Polonia? ¿Por qué ha caído España, Europa,
Occidente, en manos de ideologías
globalistas y totalitarias, que diluyen el valor sagrado de cada persona en el
anonimato de la masa, o imponen dictatorialmente su sistema para lucrar y
sostener el poder de unos pocos?".
La respuesta de Wojtyła que se
desprende de Jeremías no da lugar a equívocos. Álvarez Alonso la secunda y
explica afirmando que el motivo es haberse "apartado de la
ley de Dios" y, en su lugar, tratar de "construir un imperio
sobre el poder del hombre y de la máquina,
en el que no haya espacio para lo sagrado ni lo espiritual".
Lo cierto es que la invasión
alemana o soviética de Polonia fue un sinónimo de "despolonización"
o, más precisamente, "borrar
cualquier rastro de la
cultura polaca y especialmente de sus profundas raíces cristianas".
Hacerlo así fue según la
profesora "el modo más eficaz de disolver la identidad
nacional y el sentido de la patria". Aquello
motivó a que Wojtyła se viese movido durante sus años como obispo,
cardenal y pontífice a reiterar en innumerables ocasiones la cuestión del
patriotismo y su inclusión en el cuarto mandamiento.
Y en parte, explica, también por
eso escribió Jeremías, "para consolar a su
pueblo, alentar su esperanza y fortalecer su fe en Dios, presente en la
oscuridad de la prueba, para reflexionar sobre ese sombrío momento histórico a
la luz de la visión cristiana de la historia".
La obra no se queda en lamentos.
De hecho, interpela a sus lectores de entonces y de hoy dirigiendo una segunda
pregunta, "¿puedo yo cambiar el destino de mi nación?", a lo que responde con el afamado general polaco
Stanisław Żółkiewski, fallecido en la batalla de Cecora.
LA
PATRIA, UNA AUTÉNTICA "MADRE" SEGÚN WOJTYŁA
En este sentido, Jeremías no es
más que un capítulo más de la extensa obra de Wojtyła en torno al patriotismo: abundan las "bellísimas reflexiones sobre el amor a
la patria y a la verdad de la nación que pone en boca de sus personajes",
así como la misma referencia a Polonia como su
"madre".
Para Wojtyła, dice Álvarez
Alonso, "el hombre no es un sujeto
pasivo", sino que "se configura
como sujeto histórico a través de sus acciones y del ejercicio de su
libertad", de modo que su destino "está unido
inseparablemente a la historia y destino de su nación".
"De ahí que la
dimensión patria sea constitutiva de nuestra identidad personal. La tierra deja
de ser una tierra anónima y se convierte en patria cuando se vincula
definitivamente al origen de cada hombre que nace en ella. La
generación y el nacimiento sitúan objetivamente al hombre en un entramado de
relaciones originarias, entre las que se encuentra su vinculación con esa
tierra concreta, que se ha convertido para él en su patria, y con la comunidad
natural de una familia y una sociedad", explica.
UN
MANUAL DE BATALLA PARA LA BATALLA CULTURAL: FE, BELLEZA Y PATRIOTISMO
La especialista en Juan Pablo II
también considera que en medio de este debate del patriotismo, su papel
configurador en la persona y su relación con la fe, emerge de Jeremías un cierto manual para la "batalla cultural" o ideológica.
Así, Wojtyła, se enfrenta en esta
obra a la "apropiación exclusivista del concepto de
nación por parte de una
minoría selecta y elitista" que guarda no pocas semejanzas con "las ideologías de hoy": "imponer de forma
violenta y forzada sus argumentos y el interés personal de unos pocos por
encima de la verdad y del bien común de la nación o del bien
individual del sujeto".
"Cuando una nación cae en la
trampa de las ideologías y vende su cultura, su historia, su religión o su
moral, tarde o temprano saborea su fracaso histórico y pierde la fuerza moral,
histórica y social de su específica identidad", subraya.
En el plano cultural, también se
desprende de Jeremías y de la misma profesora una concepción de la belleza "como camino que conduce hacia la Belleza
suprema" y
que Wojtyła persiguió especialmente tras el estallido de la guerra y la
invasión alemana.
En ese momento, explica,
"eligió las armas de la palabra, del arte y de la cultura" para "custodiar la propia tradición cultural y
defender la identidad nacional".
"Muchos
jóvenes formaron grupos de teatro clandestinos para interpretar a Mickiewicz,
Słowacki, Norwid o Wyspiański, o para recordar al gran Chopin, corriendo el
riesgo de ser fusilados. ¿Quién de nosotros arriesgaría así su vida por
leer a Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca?", plantea.
LA
CURIOSA RELACIÓN DE JUAN PABLO II Y EL HISPANISMO
Álvarez Alonso concluye
mencionando la curiosa relación de Jeremías y su por entonces joven autor con la cultura
hispana, pues ya desde sus estudios en la Universidad de Cracovia frecuentó los
cursos de hispanística que ofrecía la cátedra de Filología Románica.
De hecho, explica, en Jeremías no
solo "es perceptible la huella
cervantina a través del tema quijotesco", sino
también la influencia de Calderón de la Barca,
admirado por Wojtyła, o de San Juan de la Cruz,
plagado de referencias en la obra.
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