EL PSIQUIATRA Y EL ASESINO, FRENTE A FRENTE EN 'NEFARIOUS' (2023). EL DEMONIO RELATA POR BOCA DEL CRIMINAL SUS PLANES PARA EL MUNDO Y PARA CADA ALMA.
“Poco a poco nos
vamos dando cuenta de algo que los ángeles caídos siempre han sabido: que los
problemas que vemos y sufrimos en el mundo que nos rodea no son producto de
una batalla cultural, sino más bien de una batalla
espiritual” (Chuck Konzelman y Cary Solomon).
BATALLA
CULTURAL Y BATALLA ESPIRITUAL
Chuck y Cary son los directores
de Nefarious,
una excelente película estadounidense de 2023 basada en la novela A Nefarious Plot,
de Steve Deace. El film está protagonizado por Jordan Belfi en el
papel del Dr. James Martin, un psicólogo que debe determinar si Edward, un
recluso asesino en serie condenado a muerte -magistralmente interpretado
por Sean Patrick Flanery- está fingiendo su supuesta posesión demoníaca.
La película nos muestra de forma
muy sugerente la inteligencia engañosa de Nefarious, un demonio concreto y real que
habita y posee el cuerpo de Edward. Sin embargo, la película nos muestra algo
más, a lo largo de su proyección podemos entender, de alguna forma, la inteligencia perversa de
Satanás, el “Señor Sumo Príncipe” del mundo,
tal y como lo denomina Nefarious.
El demonio que habita el cuerpo
poseído de Edward pone en conocimiento del psicólogo Dr. Martin -que se
declara ateo- la agenda
eterna de Satanás: destruir cada faceta de la
creación. Para ello, utiliza a
los seres humanos engañándoles sobre la libertad que tienen para “alcanzar todo su potencial” de forma
ilimitada si se olvidan de la idea de pecado.
El Enemigo y Adversario del
género humano susurra al hombre y a la mujer de nuestro tiempo -como siempre lo
ha hecho a lo largo de la historia-, adulándoles en su soberbia y
seduciéndoles con la promesa de que el ser humano puede ser su propio dios, en
definitiva, que es dios, el Homo Deus,
tal y como lo denomina Yuval
Noah Harari, el escritor de culto de las elites
defensoras de determinadas agendas globalistas.
Eliminando a Jesucristo de nuestras
sociedades, deificando al hombre y elevando a Satanás al lugar que le corresponde,
según Nefarious, se estaría cumpliendo el
complot infame que se describe en el manuscrito titulado el “Evangelio oscuro”, escrito por ese ser demoníaco y que se le entrega
al Dr. Martin en un momento de la película.
Sirva el relato de este film para
preguntarnos sobre la auténtica batalla espiritual que está por encima de la
batalla cultural que se va visualizando día a día en Occidente y en el resto
del mundo. En mi humilde opinión, la Iglesia católica tiene en estos Últimos
Tiempos un papel fundamental. El cristianismo, además de dar la batalla
cultural, debe dar un mayor peso específico a la Verdad y a la preparación de los católicos y de
todos los hombres y mujeres de buena voluntad para el combate
espiritual individual y como
humanidad que se está librando en estos momentos con gran fuerza entre el bien
y el mal.
Recientemente, en su
conferencia Testigos de la verdad en
un mundo en crisis dictada en la Universidad La Salle de la
Ciudad de México, el cardenal Robert Sarah ha señalado que
el hombre moderno ha iniciado una terrible guerra contra Dios y contra el propio hombre: una guerra
satánica. Según Sarah, parte de la vida cristiana es librar ese combate o
batalla espiritual contra el mal y sin embargo, en la actualidad, “espiritualmente el hombre está en bancarrota”.
RETRATO
DEL ANTICRISTO
El filósofo y teólogo Vladimir Soloviev (1853-1900),
cosmista y católico bizantino-ruso, escribió al final de su vida, a modo de
testamento, el libro titulado Breve relato del Anticristo. En dicha obra, el autor destaca con poderosa
fuerza el perfil del Anticristo y la narración sobre su ascenso hasta el mayor
grado de poder que puede ser concebido en la Tierra.
En los diálogos del citado libro,
Soloviev aborda el problema de la naturaleza del Anticristo, que el Señor Z
(portavoz del autor) define como “encarnación del
mal, encarnación individual, única en su ejecución y plenitud”.
De acuerdo con los comentarios al
libro de Soloviev realizados por Fernando Castelli (Humanitas núm. 33) en dicho
relato, un superhombre es consagrado Anticristo en el siglo XXI. El citado
personaje aparentemente trae seguridad y
prosperidad a la
humanidad. En esa época, la ciencia y la técnica habrían alcanzado altos
niveles de progreso y estarían resolviendo muchos problemas globales.
Únicamente permanecían sin
resolver las cuestiones últimas: la vida, la muerte, así como el destino final del hombre y del mundo.
Junto con el materialismo teórico, entraría también en crisis la
espiritualidad y la fe de las personas así como la concepción de la creación a
partir de la nada. Se habría apoderado de la Tierra una apostasía generalizada respecto
al Creador.
Tal y como expuse en el
capítulo Transhumanismo y conocimiento
profético del libro ¡Despertad!
Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial (Eunsa), mientras una inmensa mayoría de los
hombres y mujeres resultan totalmente incrédulos sobre los Últimos Tiempos,
algunos pocos creyentes en la actualidad han llegado a ser hombres y mujeres
que entienden y razonan en clave de conocimiento profético,
cumpliendo las palabras del apóstol San Pablo: “Sed
niños en el corazón, no en la mente” (1 Cor 14, 20).
En un contexto de incredulidad y desinterés general por
el conocimiento profético aparecería, según el relato de Soloviev, el
Anticristo. Sería un joven de treinta y tres años.
Soloviev lo retrata de este modo:
“El desmesurado amor propio de
este gran espiritualista, asceta y filántropo parecería o al menos podía estar
suficientemente justificado, además de esta excepcional genialidad, belleza y
nobleza, por su elevado desinterés. Estaba de tal manera dotado de dones
divinos que difícilmente podía criticarse por no ver en esos dones una señal
especial de la benevolencia proveniente de lo alto y por considerarse segundo
después de Dios, el único hijo de Dios, único en su género. En suma, él se
consideraba a sí mismo lo que en realidad Cristo había sido. ¿Cristo? El más
grande de sus precursores, enviado para preparar su venida, por cuanto el
esperado en la historia era él, enviado por Dios
a completar y corregir la obra de
Cristo”.
El Anticristo en el relato de
Soloviev es de origen oscuro. No tiene nombre,
puede aparecer en cualquier parte, es ambiguo y misterioso, así como un portento de inteligencia y energía. Dice creer en
Dios, pero su Dios se confunde con una realidad misteriosa, es decir, con el
espíritu del mal, que le infunde un “desmesurado
amor a sí mismo”. Impulsado por el orgullo, quisiera ocupar el lugar de
Cristo y fundar “su reino”, apuntando a
ciertos objetivos precisos: ante todo instaurar “su” paz, basada en el “bien
común” que significa “bienestar”, es
decir, satisfacción de los propios deseos e
impulsos, posibilidad de diversión ilimitada, seguridad y tranquilidad en una “Nueva Iglesia” sin Cristo, sincrética, mundanizada, sin libertad
y apartada del Dios Trinitario.
Y es que el engaño más peligroso
del Anticristo residiría en hacer creer que él es el verdadero “Mesías”, el “Salvador”, que
habría venido a perfeccionar -o más bien a corregir- la obra de
Cristo.
AGENDA
CRISTIANA
Somos conscientes de la batalla
cultural y del combate espiritual que estamos librando, así como de la agenda y
los objetivos finales que pretende implementar el Señor del Mundo. Frente a la
rebelión del ser humano contra el Creador y ante el complot infame urdido para destruir la creación y que viene
instigado, desde hace tiempo, por Satanás y su ejército de ángeles caídos, los
cristianos también tenemos una agenda para el mundo: corresponder a la
gracia divina y santificarnos más.
En el desarrollo y promoción de
esta agenda cristiana no debemos olvidar que somos custodios de la Creación,
administradores de la Verdad y constructores de la Civilización del Amor. Y
para ello, sabemos que contamos con una gran ayuda angélica, con la comunión de los Santos,
con la protección de nuestra Madre la Virgen María, con la Iglesia católica y los sacramentos, así como con la presencia
de Jesús que no nos abandona nunca en esta batalla espiritual, con los carismas y dones del
Espíritu Santo y con la promesa de Dios Padre que al final de los tiempos
restaurara toda la creación en Cristo.
Por: Albert Cortina
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