TESTIMONIO DE CONVERSIÓN DE YUAN FUEI LIAO, PREDICADOR EN LA ASAMBLEA CARISMÁTICA EN MADRID EN 2023
Yuan Fuei Liao es hoy un predicador popular, pero a
los 15 años era un chino sin bautizar y mal acogido en la parroquia.
Yuan Fuei Liao es un popular
predicador internacional de la Renovación Carismática. Casado, padre de dos hijos, escritor de
cuentos infantiles, es especialmente apreciado por su humor, juegos y trucos de
prestidigitación por los jóvenes y adolescentes en retiros y encuentros
juveniles de numerosos países hispanos.
"Yo soy
un chino concebido en Vietnam, nací en Taiwán, llegué con siete años a
República Dominicana, donde me crié; después de
casarme pasamos 5 años viviendo en Estados Unidos, y viajo predicando...¡claro que mi apellido es Liao!", bromeaba
este pasado sábado en la Asamblea Nacional de la Renovación
Carismática en España, un encuentro que atrajo a unas 3.000
personas de toda España al pabellón "Amaya
Valdemoro" de Alcobendas, juntoa Madrid.
Este fin de semana predicó varios
temas en Madrid. Recordó que los
discípulos de Emaús, al repasar las Escrituras con Jesús
resucitado, dejaron de ser meros comentaristas desanimados, para convertirse
en testigos entusiastas y evangelizadores. Recordó también que Jesús en Hechos 1,8 enseña que los
cristianos tienen poder del
Espíritu Santo para ser sus testigos hasta los confines de la Tierra. Con la Palabra y el Espíritu, los
cristianos pueden evangelizar, insistió.
Asombró a todos sacando bolas
brillantes de colores de una bolsa vacía de papel. "Así el
Espíritu Santo llena tu alma de cosas chulas si lo invocas", explicaba
a los niños. "Eh, esto que hago es
un truco, no digan por ahí: 'un brujo chino me hizo magia'", reía.
Pero quizá su mensaje más fuerte
fue su denuncia de las parroquias cerradas y no acogedoras. Porque él mismo lo
sufrió cuando tenía 15 años y aún estaba sin bautizar. "No me gusta nada que las iglesias estén
cerradas", insistió.
CONVERTIDO
POR LA PALABRA DE DIOS
Yuan suele contar su testimonio
de conversión para mostrar que la Biblia es poderosa y fascinante por sí misma.
A él le atrapó a los 15 años.
Sus padres no eran
cristianos ni tenían interés por la religión, aunque en República Dominicana vivían
cerca de una parroquia. Yuan y su hermano habían recibido clases de religión en
el colegio, sin especial interés. Conocía sólo un par de cosas: la canción "Pescador de hombres", cuya
letra se sabía, y que para ser cristiano hay que bautizarse.
Un día, su
hermano llegó a casa con una Biblia. La profesora de Religión en el colegio había
dictaminado que era imprescindible para la asignatura. Con curiosidad, Yuan empezó a leer por el Evangelio de Mateo. Y quedó subyugado. El
capítulo 16 le puso a filosofar en
serio por primera vez, con la pregunta de Jesús: "¿De
qué sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?"
"Me puse a
pensar. Pensé: en la vida no me va mal, estudiaré, tendré un buen trabajo, y
trabajaré, una casa, cosas, trabajaré más, envejeceré, moriré y se acabó.
¿De verdad? ¿Eso es todo? Pero esto que dice Jesús es
interesante. ¿Y si de verdad Jesús existe?" Y todo eso le llevó a desear saber más y ser cristiano.
LA
IMPORTANCIA DE UNA PARROQUIA QUE ACOGE
Se animó a ir él solo a la
parroquia cercana. La puerta estaba cerrada. Dentro, alguien tocaba con
instrumentos "Pescador de hombres", y
reconoció la canción. "Allí a la entrada me
arrodillé y por primera vez en mi vida recé". Después, se animó a
entrar. Había una secretaria al teléfono. "Me ignoró, ni me saludó. Fue un
pesimo recibimiento", lamenta. Cuando después de
mucho rato colgó el teléfono, la secretaria dijo con poca simpatía:
- ¿Qué quieres?
- No sé...
- ¿Cómo que no
sabes?
- Pues... quiero ver a un padre, un sacerdote.
- ¿Para qué
quieres ver un sacerdote?
- Para bautizarme.
LA SECRETARIA FUE A BUSCAR A UN SACERDOTE, QUE
ACUDIÓ POCO ENTUSIASMADO.
- ¿Para qué quieres
bautizarte? -le preguntó.
- Es que creo que quiero ser católico...
- ¿Pero alguien de tu familia es católico?
- Pues no...
- Mejor tú ve a tu casa a pensarlo mejor...
No le habían maltratado ni
insultado, pero tampoco le habían acogido ni
acercado a Jesús. Desde entonces,
Yuan lo pone como ejemplo de mala acogida.
Pero otra forma de hacer las
cosas en la iglesia es posible, y lo comprobó unas semanas después, cuando
volvió a la misma iglesia, porque seguía en su interior ese deseo de acercarse
a Jesús.
¡Habían cambiado a
la secretaria, y la nueva era sonriente y acogedora! Y también
habían cambiado al párroco. El nuevo le acogió y animó.
"¡Qué bueno!
¿Así que quieres bautizarte? Mira, ven
el viernes a las 8 de la noche, que hay un grupo de jóvenes, les dices que yo
te envié. Te va a encantar. Sabrás de Jesús y de Dios. Y te buscaré
un seminarista que será tu amigo", le dijo.
Efectivamente, fue y le encantó.
Aquellos jóvenes cantaban con una
alegría contagiosa. "Cuando los
vi, pensé: 'ojalá quieran ser mis amigos'. Y lo fueron. Y así, de forma
misteriosa, experimenté que Jesús me abrazaba. Y no me ha
soltado hasta hoy", asegura
el veterano predicador.
Unos pocos meses después, en la
Vigilia Pascual, lo bautizaron. Quizá la formación fue un poco apresurada,
porque no tenía del todo claro lo que tocaba esa noche. Le bautizaron, y estaba
contentísimo. Después llegó la fila para comulgar.
- Yuan, ponte en la
fila a comulgar... -le dijo un amigo del grupo.
- No, yo me preparé para el bautismo,
no para la primera comunión -dijo Yuan.
El amigo fue a hablar con el cura
mientras repartía la comunión, quien con un gesto le hizo ponerse en la fila. "Yo explotaba de felicidad", recuerda. Y
su amigo le dijo, con tono solemne: "Te puedes
morir ahora y te vas directo al Cielo".
PREDICANDO
LA ACOGIDA
Unos meses después, su amigo le
presentó un grupo de Renovación Carismática, y con 16 años ya lo
pusieron a predicar, preparar charlas, contar su testimonio. Sobre el deber de la Iglesia de
acoger y amar y abrazar cuenta otra experiencia que vivió hace no mucho.
Cada año suele celebrarse en
Chitré, Panamá, un gran encuentro de jóvenes de Renovación Carismática. Yuan ha
participado en algunos con el sacerdote Raúl de León. En uno participaron unos 12.000 jóvenes en un enorme encuentro de oración.
Con el Santísimo Expuesto, Yuan
sintió el impulso de proclamar: "¡Joven,
sal de las pandillas, ven aquí, a los pies de Jesús!". En
el silencio, pareció que nadie se iba a mover. Pero un joven se levantó, y
avanzó hacia el altar, y luego otro, y otro, y una chica... hasta una docena o
más. "Se arrodillaron allá, y lloraban y yo
oraba por ellos", explica. Yuan preguntó a uno:
- ¿Tienes miedo? ¿De
qué?
- Tengo miedo porque vine
con amigos de iglesia. No saben que estoy en una pandilla. Ahora
tengo miedo de que me dejen de querer.
Yuan, un rato después, tomó el
micrófono y dijo a la multitud:
- Un joven
aquí teme que sus amigos de la parroquia le dejen de querer si
saben que ha estado en pandillas...
Los 12.000 jóvenes empezaron a
gritar: "Te queremos, estamos contigo, no estás
solo". Esta vez fue Yuan el que se emocionó y se
puso a llorar.
Unas semanas después, Yuan
recibió un mensaje de whatsapp de un número de Panamá. "Soy
uno de los expandilleros. Nunca antes había ido a un encuentro. Gracias, mi
vida cambió, con liberación y alegría. Ahora soy parte de la pandilla de
Dios y hago misiones para Dios. Lentamente, lentamente, entro en la
Iglesia. Quiero hacer la Primera Comunión y la Confirmación".
Así Yuan anima a los cristianos y
las parroquias a ser acogedores, a dejar claro que siempre acogerán a todos: chinos, expandilleros, jóvenes o mayores.
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