ANNA-KATE HOWELL: «ESTOY MUY ENFADADA PORQUE CREO QUE ESTABA EQUIVOCADA»
Anna-Kate Howell se preparó para recibir una
respuesta en la que los sentimientos fueran los protagonistas. Pero lo que
obtuvo fue a Santo Tomás de Aquino y la ley natural: "Amar a alguien
es querer su propio bien".
Anna-Kate Howell
es estudiante de Teología... y activista LGTB
que estuvo «casada» con otra mujer. En una entrevista reciente para
LOOPcast, la estadounidense ha contado su impresionante historia de
conversión gracias a un profesor.
Cuando el pasado 9 de junio, Howell pidió en Twitter al cardenal de Washington, Wilton
Gregory, que cancelara una "misa del orgullo gay", nadie pensó que se haría tan viral.
La misa se celebró, aunque Anna-Kate logró detener otra similar que
se iba a realizar en Pittsburgh.
SU
ASESOR ESTUDIANTIL
El usuario de sus redes es "Anna-Kate, Who Loved God Late", un
guiño a la famosa frase de San Agustín de Hipona: "Tarde
te he amado, oh belleza siempre antigua, siempre nueva".
Sin embargo, lo interesante es que Howell llegó a querer ser sacerdotisa episcopaliana (la rama de anglicanos en
Estados Unidos, de doctrina extremadamente liberal).
La estudiante comienza la
entrevista contando cómo hizo pública su homosexualidad cuando era apenas era
una chica joven. Asegura que "no hubo resistencia
alguna" por parte de su familia, de sus compañeros de escuela o de su iglesia
episcopaliana.
Una denominación que, reconoce
Howell, en ese momento, no celebraba tanto este tipo noticias. "No había un 'Club de la Alianza
Gay-Heterosexual' ni nada por el estilo. Fue más como: 'está bien, esta persona tiene una
situación personal y no tenemos una opinión al respecto", comenta.
Por ese entonces, cuando tenía 23
años, Howell se comprometió con una mujer y se "casó"
con ella según la legislación de su estado.
Pasado un tiempo se separaron.
Ella había decidido ir a la Universidad con el objetivo
de convertirse en sacerdotisa episcopaliana.
La joven se matriculó en Belmont Abbey College, una escuela benedictina católica,
con la idea de "mantener la cabeza gacha, obtener mi título y salir de allí corriendo".
Pero eso no ocurrió. "Pensaba que me convertiría en sacerdotisa después
de graduarme, pero ni siquiera iba a terminar siendo
episcopaliana", relata.
"¿Has
escuchado que si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes? Eso va a estar en
mi lápida", comenta con gracia. "Era el Domingo de Pascua de mi segundo año. Mi
asesor académico, un hombre maravilloso, de Milán (Italia), me
preguntó que cuáles eran mis planes para Pascua. Yo dije que no
tenía ningún plan de Semana Santa", recuerda.
El nombre de usuario de sus redes
sociales es una frase de San Agustín de Hipona.
"Era el año
2021 y mi iglesia en Charlotte aún no estaba abierta [por los
confinamientos del coronavirus]. Así que seguramente me quedaría en casa,
vería el rezo desde mi ordenador y pediría una pizza. Pero mi
asesor me dijo: 'Ven conmigo a casa y comes con nosotros'. Él es de
Italia por lo que alimentar a la gente es una obsesión", comenta.
Aquel primer encuentro se iba a
traducir en una gran amistad. "Pasé muchas
horas con ellos y se convirtió en un plan semanal. Un día me dijo mi asesor:
'Sabemos que tu iglesia no está abierta, estaremos encantados de
atenderte y de llevarte a misa con nosotros'", comenta.
Howell comenzó a asistir a una
iglesia católica pequeña "con la gente más
alegre" que había conocido en su vida. Había momentos en los que la
mujer de su asesor llevaba a los niños de compras y la joven se quedaba con él.
Como estudiaba un doctorado en Teología Moral aprovechaba
las tardes para hacerle preguntas.
ELLA
YA ERA PROVIDA
Algunas de las preguntas que
hacía eran sobre cosas en las que ya estaba de
acuerdo con la Iglesia Católica, como
de temas transgénero o del aborto. "He sido muy provida toda mi
vida. Puedo agradecérselo a mi padre, que por cierto es ateo",
reconoce.
Un día, Howell le preguntó a su
asesor acerca de las enseñanzas de la Iglesia sobre el "matrimonio"
entre personas del mismo sexo. "Me miró
como:, ¿en serio? ¿quieres hacer esto?", asegura. Ella se preparó para recibir una respuesta en la que los sentimientos
fueran los protagonistas. Pero lo
que obtuvo fue a Santo Tomás de Aquino y la ley natural.
"Recibí cuál
era el sentido del matrimonio,
del acto conyugal, por qué existe el sexo y
para qué sirve. Estaba allí sentada, pensando, y descubrí que
todo aquello tenía sentido. Mi profesor fue amable, pero muy claro.
No tuvo reparos en decirme exactamente lo que enseñaba la Iglesia
Católica", apunta.
"En un momento
dado comencé a llorar y me dijo: 'Anna-Kate, lo siento mucho. ¿no fui lo
suficientemente amable? Y le dije: "No… no estoy enfadada por eso. Estoy enfadada
porque creo que estoy equivocada".
Antes de darse cuenta, Howell le
estaba preguntando a un sacerdote del campus sobre un proceso de iniciación
cristiana para adultos. Él le explicó el proceso y ella dijo: "Abrí la boca para decir 'no' y dije 'sí'".
Por esa época, la joven comenzó a
usar Twitter y observó que había muchos usuarios que hablaban de forma poco
caritativa de los homosexuales.
Howell señala que, contrariamente
a lo que creen gran parte de los medios y la cultura, la Iglesia Católica
enseña que la atracción hacia el mismo sexo no es un pecado,
pero sí los actos.
En este sentido, apunta a que hay
otro grupo de católicos que adopta un enfoque similar al del sacerdote James
Martin. La joven concluye diciendo que ambas líneas de pensamiento tan opuestas
son "igualmente poco caritativas".
"Amar
a alguien es querer su propio bien. En la sociedad actual, cuando hablamos de 'amor' nos referimos a
afirmación. Y la afirmación de algo que es malo se llama 'habilitación'. Y
eso es diametralmente opuesto al amor", reconoce.
Lea más en nuestra
sección Homosexualidad e Iglesia.
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