Unámonos a la Virgen María en esta Navidad para que ella nos lleve a Jesucristo.
Por: Mons. Antonio José López Castillo Arzobispo de
Barquisimeto | Fuente: elimpulso.com
María aparece en San Lucas con una relevancia especial, ya que narra la
anunciación por parte del Ángel a María, como también la visitación de María a
su prima Isabel, el nacimiento del Niño Dios, la presentación, la pérdida del
niño, para ser encontrado en el templo. (Lucas 1,26-38).
San Juan,
coloca la vida de María entre dos circunstancias, tanto en Caná (Juan 2.1-12)
como en el calvario (Juan 19, 2ss). Así la presenta primero como creyente,
convencida de Dios y en segundo lugar como madre de sus discípulos.
Veamos
con qué título lo define el nuevo testamento.
LA HIJA DE SION
De esta
suerte, la Virgen Santísima aparece como ser humano, como alguien semejante a
sus contemporáneos, una criatura (aunque llena de gracia) pero no es una diosa.
Porque a Ella, no se le adora, sino se le venera.
Su mismo nombre es común en la época, son numerosas las Marías en el Nuevo Testamento. Ese nombre significa algo así como “Princesa”, “Señora”.
San
Lucas, presenta a María como una piadosa Mujer Judía, como obediente a la Ley
(Lucas 2, 22, 27-39). Su mismo cántico de fe “El
Magnificat, es una recopilación de Salmos, y toma en cuenta el canto de
Ana (Lucas 1,46-55 y Samuel 2,1-10).
No
obstante, Lucas está consciente que si bien, es María un ser humano, tiene al
mismo tiempo unas características muy especiales. Así pues, en las escenas de
la Anunciación y de la visitación, (Lucas 1,26-55) muestra a María como la Hija
de Sión, como personificación del “pueblo de Dios”.
“El regocíjate” del Ángel (Lucas 1,38) no es una
salutación normal, sino que hace referencia a “las
promesas” de la venida del Señor a su ciudad Santa “canta himnos, Hija
de Sión… alégrate… Hija de Jerusalén” (Sofonías
3,14-17).
El título “llena de Gracia” o colmada de favor
Divino, puede referirse a la Esposa del Cantar, uno de los símbolos del “Pueblo Elegido”.
Estos indicios bíblicos, manifiestan que sólo ella, recibe un nombre de ese pueblo, el anuncio de Salvación. Ella también lo acepta y lo lleva a ejecución; ella en El Magníficat, habla en nombre de la raza de Abraham, en nombre de la humanidad toda.
LA VIRGEN
Es un
título con el que nuestro pueblo la llama y la invoca. El hecho de la
Virginidad de María en la Concepción de Jesús, se afirma en (Lucas 1, 26-28) “María, dijo al Ángel ¿Cómo será esto, pues no conozco
varón? Y el Ángel le contestó: El Espíritu Santo, vendrá sobre ti, y el poder
del altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el Niño que nazca será Santo y
llamado Hijo de Dios” (Lucas 1.34-35).
Y San
Mateo afirma: “El nacimiento de Jesucristo fue así:
estando desposada María, su Madre, con José, su marido siendo justo y no
queriendo denunciarla, resolvió dejarla ocultamente, cuando un Ángel del Señor
se le apareció en sueño y le dijo: “José, Hijo de David, no temas en recibir
contigo a María, tu esposa, pues su concepción es del Espíritu Santo” (Mateo
1, 18-20).
Esto no
es otra cosa, que el cumplimiento del oráculo de Isaías 7,14 “Yahvé mismo les dará pues una señal. Miren: la Virgen
encinta, da a luz un Hijo a quien ella pondrá el nombre de Emmanuel”.
Todo lo
que Lucas deja entrever del alma de María, hace referencia a motivos muy
elevados y muy positivos, a favor de la virginidad, así ésta es entendida como
una consagración, como un don de amor de entrega exclusiva a Dios.
Y es
admirable como ha entrado en el corazón de nuestro pueblo, esa denominación
Mariana, ya que se le invoca constantemente como “La
Virgen María”.
De esta
suerte, la Biblia solo habla de Jesús como el Hijo Único de María, a pesar de
que también en la Sagrada Escritura, se habla de hermanos, refiriéndose con
ello a los primos hermanos o parientes cercanos de Jesús.
De igual
manera la Iglesia, siempre ha expresado y enseñado que a la Virgen María no se
le adora, sino que se le venera.
Ojalá que
nuestros compositores populares, no usaran el término adorar que ellos utilizan
como expresión de “un amor inmenso”, pero
que teológicamente no es el apropiado, sino que se debería usar “veneración”.
Pero debo
decir que nuestros mismos cantores populares están consciente de que la Virgen
Santísima, no es una diosa, pero también entienden que siendo un ser humano,
una mujer llena de gracia, no obstante tiene un gran poder de intercesión ante
su Hijo Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, porque es su Madre y esa gran influencia
se manifestó, incluso en la Biblia, en las bodas de Caná, en donde María se le
exigió, Jesucristo transformó el agua en vino.
MARÍA MADRE
A todos
los niveles de la tradición de los Evangelios, María aparece como la Madre de
Jesús. Varios textos la designan con ese gran título: “Al
verlo se quedaron maravillados, y su Madre le dijo ¿Hijo por qué has hecho
esto?” (Lucas 2, 48) “Estaban en pie junto a
la cruz de Jesús, su Madre como también María de Cleofás, hermana de su Madre y
María Magdalena” (Juan 19,25).
María
ante el anuncio del Ángel, acepta libremente ser Madre del Mesías. Ella da a
luz a su Hijo y asume su responsabilidad de Madre, lo alimenta, lo educa, lo
protege, lo ama y ese Hijo le estaba también sujeto.
Jesús en
Juan nos da a María por Madre, para que nos proteja, nos haga crecer en la fe,
nos ame, nos ayude en la salvación como intercesora, por ello Él dice “Mujer he ahí tu Hijo” (Juan 19- 26).
Así
adquiere una nueva maternidad universal, que en adelante ejercerá como misión
en el Pueblo de Dios
MARÍA CREYENTE
Ella
aparece como mujer de fe, María debe creer que aquel niño débil, hermoso y que
siente frio, es el Hijo de Dios, el Mesías. Ella ora y utiliza la Escritura,
posee una fe que se profundiza en las oscuridades y en las pruebas.
En razón
de esa fe, medita y guarda en su corazón tantos misterios. El mismo Jesús la
elogia como creyente cuando dice “Dichosos más bien
quienes escuchan la palabra de Dios y la practican” (Lucas 11,28) e Isabel
bendice a María afirmando “Bienaventurada la que ha creído que se cumplirán las
cosas, que se le han dicho de parte del Señor” (Lucas 1,45)
Por tanto
unámonos a María en esta Navidad para que ella como “Hija
de Sion”, “Virgen”, “Madre” y “Creyente”, nos lleve a Jesucristo a fin
de que podamos celebrar en “Familia” una
auténtica Navidad cristiana.
Artículo publicado originalmente en la sección Arquidiocesana del
periódico ElImpulso.com
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