LA GLORIA PARA ESTE SABIO NO ESTABA EN LA CORONA DE LAUREL SINO EN LA DE ESPINAS: SU VERDADERO TRIUNFO FUE SEGUIR FIELMENTE LOS PLANES QUE DIOS TENÍA RESERVADOS PARA ÉL.
Dice Sábato en el genial
libro Diálogos: Borges-Sabato que "sería
mucho mejor publicar un periódico cada año o cada siglo o cuando
sucediera algo verdaderamente importante: 'El señor Cristóbal Colón
acaba de descubrir América'. Título a ocho columnas". Hoy, sin
duda, creo que es uno de esos días… en los que una noticia tan trascendente,
esta vez, en el sentido más metafísico de la palabra, justifica a otras cientos de
ellas bastante irrelevantes. "Acaba de morir
Tomás de Aquino o Agustín de Hipona"… se le podría comparar.
Hoy nos ha dejado Benedicto XVI y
son muchos los recuerdos que me invaden en este día tan especial. Desde la emoción que sentía mi padre mientras veíamos juntos despegar el
helicóptero que le trasladaba del Vaticano a Castel Gandolfo, aquel marzo de
2013; hasta la vez que pude verlo de cerca en el Monasterio de El Escorial,
durante la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. Pero, también estuvo Colonia, Valencia, la
beatificación en Roma de su amigo Juan Pablo II… y algunas otras más.
Pero, si algo tengo que decir,
es, como tituló un diario español en su día, que Benedicto XVI fue el Papa de mi generación. Mis amigos y yo crecimos con él. Y
aquel "hemos vivido una aventura juntos" en
el vendaval de Cuatro Vientos siempre nos pareció el reconocimiento tácito de
que el erudito alemán era, en realidad, un colega más,
porque "ya no os llamaré siervos, sino
amigos", dice el Señor. El Papa que se marcha ha sido para muchos
de nosotros un faro de sabiduría. Una mente brillante que conocía como pocos,
es verdad, la idea de Dios, pero que, mucho más importante que todo eso, se había encontrado de frente con
una persona llamada Jesús.
Porque, si algo convierte esta
noticia mundial en algo realmente trascendental es el valioso legado que nos deja Benedicto XVI a todos los demás. Hoy se cierra una vida que
empieza a estar plenamente en función de cada uno de nosotros. Para nuestro
propio beneficio. ¡Muchas gracias, Benedicto! ¿Y cuál es ese ejemplo tan importante? Algunos
podrían decir que su sabiduría, su claridad, su entrega a la Iglesia, su
humildad, sus libros valiosísimos… Yo, en cambio, me quedo con uno menos
llamativo: que fue un "auténtico" fracasado. Es decir, un
verdadero cristiano.
Conocidas fueron las cartas de
renuncia cuando era Prefecto de la Doctrina de la Fe. Y él eligió Su voluntad. Conocidas eran las aspiraciones vitales a
dedicarse al estudio y a tocar el piano cuando le llamó el papado. Y prefirió
Su voluntad. Conocida fue la humillación que sufrió, del robo de correspondencia
por su propio secretario personal. Conocida, por supuesto, fue su renuncia a la cátedra de Pedro,
¡la primera en 600 años!, con los consiguientes titulares de: "El Papa que se bajó de la cruz". Y él,
eligió Su voluntad. Conocido era, también, que Benedicto XVI fue etiquetado con
el condescendiente: "Un Papa de
transición". Sabido
era, además, que le precedió el Papa más grande del siglo XX. Y, conocido ha
sido el intento de convertirlo en líder de una Iglesia partidista… pero él siguió siempre a su sucesor.
Hoy podemos decir que Benedicto
XVI fracasó como hombre en casi todos
sus proyectos personales. Nada en esta vida, a pesar de su inmensa valía
humana, llegó a salirle exactamente como tenía pensado. Al final siempre
ocurría algo que cambiaba todos sus planes. Pero, como buen cristiano, la
gloria para este sabio no estaba en la corona de laurel sino en
la de espinas: su verdadero triunfo fue seguir fielmente los planes que
Dios tenía reservados para él. No olvidemos que tuvo que marcharse de este mundo en el silencio, la oración y
la contemplación de un frío monasterio vaticano.
Mientras escribo estas líneas
miro el crucifijo de mi habitación y solo me sale decir: ¡Qué cerca de Dios estuvo Benedicto XVI! Porque
¿no seguimos acaso a un "fracasado" que
siendo Dios prefirió morir en la cruz por amor a todos nosotros? ¿No es
precisamente en la cruz, en "el leño verde", donde
estamos llamados a ser luz? Al Papa que se nos ha ido nunca
se le podrá acusar de esconder sus talentos, de irresponsable, de poco ambicioso
o de indolente… simplemente, buscando cumplir con su deber, antepuso siempre la voluntad de Dios.
¿No es acaso un modelo para todos nosotros? Desde luego que sí.
Hoy, aquel que se presentaba como
un "humilde trabajador de la viña del
Señor" ha ascendido en el escalafón. Ahora, a nosotros, solo
nos queda vivir algún día… ¡otra aventura
juntos allá arriba!
Por: Juan Cadarso
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