AQUELLO QUE NO SANAMOS LO SEGUIMOS REPITIENDO E INCLUSO ESCOGIÉNDOLO EN NUESTRAS ELECCIONES DE PAREJA O DE AMISTADES.
Cuando
Jesús nos dice que pongamos la otra mejilla, se refiere a precisamente a no
seguir propagando el mal, ya que al hacer lo mismo que nos lastimó, propagamos
estas mismas las heridas en otros.
Una
herida es una ruptura en el amor, provocado por una carencia o incluso
excedencia (como en el caso de la sobreprotección). Es por eso que solo el amor
sana las heridas, depende de nosotros entregar a Dios aquello que nos duele
para que Él lo transforme y podamos sanarlo, de esta manera estamos reduciendo
esa falta de amor que hay en el mundo ocasionado por muchas heridas.
Si bien
una herida no es pecado, hay heridas que nos hacen susceptibles a ciertos
pecados, ya que nos llevan a refugiarnos en cosas o personas que buscan llenar
el vacío provocado por la herida.
Dice San Juan de la Cruz: "Pon
amor donde no hay amor y sacarás amor".
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