El día de nuestro bautismo Dios encendió el fuego de su amor en nuestros corazones.
Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente:
http://www.la-oracion.com
¿ARDER POR DENTRO O QUEMAR
POR FUERA?
El día de
nuestro bautismo Dios encendió el fuego de su amor en nuestros corazones. Si como nos dice la fe, Dios en nuestro Bautismo ha encendido un fuego escondido
en nuestros corazones, la tarea de la vida es descubrir y liberar ese fuego de
amor. Un fuego que no existe en otros hombres y que por tanto es un tesoro
(escondido, como los mejores tesoros), que puede cambiar nuestra vida y la de
los que nos rodean, si lo descubrimos y lo ponemos en acción.
EL VERDADERO CELO POR
LAS ALMAS
Debemos mantener la llama encendida:
cultivar la vida de gracia,
la relación de amor y confianza entre Dios y yo. Tenemos una naturaleza
herida por el pecado y existen enemigos que quieren apagarla. Es la
batalla espiritual que todos debemos librar (cfr. Ef. 6,12). La
buena noticia es que el Espíritu Santo es el primer interesado y pone todo lo
que está de su parte para ayudarnos. Cuando nos proponemos mejorar nuestra
relación con Dios y hacerlo parte real de nuestra vida ordinaria, una y otra
vez nos encontramos con que el ruido de la vida y la falta de constancia nos hacen una mala jugada. Por eso, hay que
añadir aceite a la lámpara y mantenerla encendida.
Además, el fuego quema. Se
propaga por naturaleza. El fuego hace lo que es. Es luz e ilumina. Es calor y
quema. El fuego irradia, como el amor.
Nuestra
tendencia natural es inclinar la balanza hacia el “quemar”, sin dar toda la
importancia que merece la llama, para que arda cada vez más.
CÓMO ARDER POR DENTRO Y
QUEMAR POR FUERA
Como individuos y como
comunidades de vida cristiana podemos aplicar algunos medios prácticos para
avivar la llama y propagarla, de manera que esta inquietud que está presente en
tantos de nosotros de focalizar la atención en el fuego de adentro, vaya
cristalizando en acciones concretas. Por ejemplo:
1.
Promover la adoración
eucarística y pasar, yo el primero, más tiempo con Cristo Eucaristía.
2.
Ofrecer cursos
y talleres de oración.
3.
Formar directores
espirituales que sean
verdaderos amigos del alma.
4.
Promover la oración
en familia.
5.
Hacer más
bellas las misas y las horas eucarísticas como celebraciones de
fe y amor en familia. Dar un realce especial al canto y todo lo que eduque el
sentido de lo sagrado.
6.
Mejorar la calidad
de los retiros y ejercicios
espirituales, preparando muy bien la predicación,
pero sobre todo enseñando la oración del corazón.
7.
Impulsar los
pequeños grupos de oración (Lectio
Divina) y aprovechar las ocasiones para tener momentos de oración
comunitaria.
8.
Promover la
creación de espacios físicos de oración: familiares y comunitarios (ermitas,
grutas marianas, etc. en las casas, jardines, calles y campos)
9.
A través de la
dirección espiritual, las conferencias, los blogs, etc.: proponer
medios muy prácticos para que mejoremos la actitud con que vivimos la vida y
hacer fácil y natural el descubrir la presencia
de Dios en todas partes, para aprender a gustar el silencio,
para introducir sencillos momentos de oración en todo: en actividades
formativas, en la consultoría, actividades apostólicas…. Cuánto más, en lo
posible, en la ordinaria vida familiar o laboral.
10. Recuperar y renovar las prácticas de
religiosidad popular católica (procesiones, peregrinaciones,
etc.)
Y lo más
importante de todo: invocar con insistencia la acción
del Espíritu Santo.
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