SOR BERNADETTE, SEPTUAGÉSIMO MILAGRO EN LOURDES: «PARA LOS MÉDICOS ERA IMPOSIBLE QUE ME CURASE»
¿POR QUÉ YO? SOR BERNADETTE MORIAU TERMINÓ
ACEPTANDO SU CURACIÓN COMO UN MISTERIO DE DIOS.
El 11 de febrero de
2018, festividad de la Virgen de Lourdes, el obispo de Beauvais, Noyon y
Senlis, Jacques
Benoit-Gonnin, se dirigió a los
fieles de su diócesis para anunciarles "una hermosa gracia que el Señor ha hecho en la diócesis": la
curación milagrosa de Sor Bernadette Moriau, que se
convietió así en la septuagésima certificada por la exigente comisión médica
de Lourdes.
Recientemente, el
programa 60 Minutes de CBS News dedicó
un reportaje conducido por Bill
Whitaker a los milagros de Lourdes, que incluye una entrevista a
Sor Bernardette y a varios médicos que analizaron el caso.
Sor Bernadette es
una religiosa de 83 años, nacida cerca de
Valenciennes, junto a la frontera belga. Religiosa de las Franciscanas Oblatas del Sagrado
Corazón de Jesús, ingresó en la
congregación a los 19 años en Nantes, donde fueron fundadas a finales del siglo
XIX por la Madre María Teresa
de la Cruz (Sophie-Victorine
Gazeau de La Brandanière, 1829-1911).
INCURABLE
Padecía una patología
en la llamada cola de caballo o cauda equina, agrupación nerviosa
en el extremo de la médula espinal fundamental para la movilidad de las
extremidades inferiores y la funcionalidad de los órganos pélvicos. Fue operada cuatro veces de la columna vertebral, la primera en 1968 y la última en 1975. No hubo
ninguna mejoría y a partir de 1988 fue quedando progresivamente inválida por
las consecuencias neurológicas de su enfermedad. En 1994 empezó a tomar morfina para paliar su dolor
incapacitante. Llevaba un corsé lumbar, y además a partir
del año 2000 le pusieron una sonda
para orinar, dado que la parálisis le afectaba también a la vejiga. En
2004 un pie se le torció a consecuencia de lo mismo, y tenía que llevar
una prótesis día y noche para intentar corregirlo.
"Yo sabía que no podría
mejorar", explica Sor
Bernadette en un vídeo difundido entonces por la diócesis.
En diciembre de 2006 se trasladó desde Nantes de nuevo al norte, al
departamento de L'Oise donde hoy vive, y comenzó a tratarla el doctor
Christophe Fumery, quien en febrero de 2008 le propuso ir a Lourdes
como enferma. "Yo había
estado ya allí acompañando a otros, en la época en la que aún podía caminar,
pero nunca había pensando en ir para mí", recuerda: "Pero me dije, ¿por qué no? Me llamo Bernadette [como la santa
vidente, Bernadette Soubiroux], y es el 150º aniversario de las
apariciones [1858], podría ser una gracia". Se apuntó para la peregrinación de julio.
"JESÚS
PASABA ENTRE NOSOTROS"
Espiritualmente fue
una experiencia intensa: "Me impactó
pasar por la gruta, esa presencia misteriosa de María y de la pequeña
Bernadette. Realmente me impactó. Luego participé en el sacramento
de la reconciliación y recibí junto a los enfermos el sacramento de la Unción,
que para mí supuso una fuerza para continuar el camino”.
Luego tuvo lugar la procesión del Santísimo y la bendición de los enfermos
en la basílica de San Pío X: "Realmente me impactó, porque yo estaba en una silla, no podía ir
muy lejos. Era Jesús quien pasaba entre nosotros y nos bendecía por mediación de
nuestro obispo. Y en mi oración sentí como una voz que me decía:
‘Estoy ahí, veo tus sufrimientos y el de tus hermanos y hermanas enfermos.
Ofrécemelo todo’. Yo recé mucho por los enfermos, pero nunca había pedido mi
curación, porque no se me ocurrió, pensaba que terminaría mis días así. Pero
realmente sentí esa presencia de Jesús”.
El día 8 de julio regresaron: “Volví muy cansada
del viaje y muy dolorida, pero realmente feliz".
Tres días después tuvo lugar el milagro.
"Es costumbre hacer una
Adoración todas las semanas", explica: "El día 11
estaba en la capilla con una hermana, Sor María Albertina. La adoración
era a las cinco de la tarde, y a las 17.45 reviví la experiencia de la
presencia de Jesús que había vivido en la basílica, en la
bendición de los enfermos. ¡Yo estaba en comunión con Lourdes, no podía ser de
otra manera! Sentí un bienestar en todo mi cuerpo".
Sor Bernadette concluyó su turno de adoración y regresó a su celda: "Volví a mi habitación sobre las seis, y
allí una voz me dijo: ‘Quítate tus aparatos’. Yo, sin saber qué me
pasaba, sin plantearme nada, me lo quité todo, en un acto de fe, como cuando en
el Evangelio Jesús le dice al paralítico: ‘Levántate, toma tu camilla y
vete’. Para mi sorpresa, podía moverme. Mi pie, que estaba torcido,
se recolocó. Fui a donde estaba la hermana y le dije: ‘Mira lo que me está
pasando’".
La religiosa no lo dudó. Cortó el circuito de neuroestimulación que llevaba,
dejó de tomar morfina de golpe y dejó de sondarse. "No tuve ningún síndrome de abstinencia de la
morfina", añade.
Su conmoción personal fue intensa: "Me derrumbé, estuve llorando varios días. Me preguntaba qué me
pasaba, porque no me lo podía ni imaginar". Su cuñada vio a verla y
salieron de paseo por el bosque: "Anduve varios kilómetros, algo
que no había podido hacer desde hacía años".
PERPLEJIDAD
MÉDICA
Era un fin de semana.
El lunes acudió al médico: "Llegué a las
siete de la mañana, llorando, diciéndole ‘No sé qué me pasa’. Él vio el cambio.
Me dijo que se sentía feliz. Me examinó y no encontró ningún signo clínico".
Al poco tiempo acudió a Nantes a una cita prevista desde hacía tiempo en la
unidad del dolor: "Me vieron
cuatro médicos, que se sorprendieron de verme así. Ninguno puso en duda lo que
me pasaba. Fueran o no cristianos, para ellos era imposible que yo me curase".
Sor Bernadette explica que, del mismo modo que acudió a Lourdes por indicación
del doctor Fumery, fue él mismo quien se tomó "muy a pecho" lograr el
reconocimiento de la curación: "Enseguida
hizo un informe. Yo tenía un informe médico completo con cartas de los
hospitales e historia clínica de todos los sitios por los que había
pasado", que eran varios
porque "en la vida religiosa
se viaja, no se está siempre en el mismo lugar. Así que pude
aportar todos esos documentos".
EL
RECONOCIMIENTO
Ese dossier se envió a Lourdes el 11 de diciembre de 2008, y en
julio de 2009, durante una nueva peregrinación, Sor Bernadette compareció en
una gran sala ante "unas ochenta
personas del mundo médico". Tras ser interrogada y examinada la documentación, el doctor Alessandro de Franciscis, quien ese mismo año
había sido nombrado por el obispo de Tarbes y Lourdes como 15º Médico
Permanente del santuario y presidente de la Oficina de Constataciones Médicas
que examina cada caso de posible curación, preguntó a todos los científicos
presentes y se abría o no el dossier. No hubo dudas.
El doctor Alessandro de Franciscis, desde
2009 al frente de la certificación de las curaciones extraordinarias en
Lourdes. El proceso es exigente desde el punto de vista científico e incluso
molesto para quien ha de pasar por él, por la multiplicación de revisiones y
controles a lo largo del tiempo.
"El dossier se abrió, y a partir
de ahí todos los años me vieron expertos y pasé controles de todo tipo, incluso
de psiquiatría", explica la religiosa:
"A partir de ese momento tuve
que someterme a muchos controles, porque es muy estricto. Pero al mismo tiempo ha sido una experiencia, porque he conocido gente
muy comprensiva, ha sido un descubrimiento. Es cierto que hay que querer pasar
por ello, y yo he querido porque la gracia que he recibido no la podía guardar
para mí, significaba poder dar testimonio de las maravillas de Dios y de los
beneficios de Dios".
LA
GRAN PREGUNTA Y SU RESPUESTA
Sor Bernadette vive "con emoción" el hecho de que su curación haya sido el
septuagésimo milagro reconocido oficialmente en Lourdes. Pero una pregunta le
rondó la cabeza desde el principio, y aún hoy: "¿Por qué se hizo misericordia conmigo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué, Señor? ¿Por qué yo?
¡Hay tantas personas que son más jóvenes que yo, personas con discapacidades o
enfermas, y yo soy una persona anciana que podía terminar mis días así!".
Pero no hay respuesta: "Poco a poco, en la oración he descubierto
finalmente que es el misterio de Dios, tal vez lo
comprenda más adelante".
Y tiene claro para qué ha de servir: "Para el servicio de la misión. Me he dicho, 'He recibido este don
en la Iglesia, y es en la Iglesia donde debo vivirlo, en la misión'. No es para
mí, para Bernadette, yo no soy una vedette, eso no me
interesa. Es para que yo lo dé a mi vez".
Ha seguido yendo a Lourdes acompañando enfermos,
algunos terminales, y a sus familias. He acompañado luego a grandes
enfermos, en el final de la vida, he acompañado familias. Oigo muchas cosas. He
oído a personas decirme que hago un bien cuando paso. Estoy habitada por esta gracia, no puedo mirar para
mí misma".
Publicado en ReL el
12 de febrero de 2018 y actualizado.
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