Las ideologías transhumanistas y posthumanistas propugnan un futuro sin la naturaleza humana
El
pasado 27 de octubre participé en Zaragoza en la última sesión del ciclo de
debates organizado por el Grupo San Valero titulado: ¿Un
futuro humano? El
desafío de la inteligencia artificial y el transhumanismo. En dicho
encuentro presenté la teoría del ambientólogo James Lovelock por la que la evolución de la especie humana y
de Gaia (término utilizado por el citado autor creador de la “Hipótesis Gaia”) llevará a un periodo denominado “Novaceno” en el que el planeta estará dominado por vida inorgánica.
La
era que lo precede, el “Antropoceno”, es el periodo actual
en el que los humanos, como
especie elegida, inteligente y autoconsciente, hemos desarrollado la tecnología que nos ha permitido
intervenir directamente en los procesos y las estructuras de todo el planeta.
En
el Antropoceno se ha producido durante estos últimos tiempos una transformación explosiva del
mundo, un incremento masivo de la intensidad de la vida y de la tecnología en
la Tierra. Jamás había ocurrido nada semejante.
Según
Lovelock, del “útero” del Antropoceno nacerán los ciborgs y posthumanos que pronto
se diseñaran a sí mismos. Sabremos que estamos plenamente en el Novaceno cuando
surjan formas de vida inteligente
artificial capaces de reproducirse y corregir los errores de
reproducción anteriores mediante la selección intencional.
La
vida artificial en el Novaceno será capaz de modificar química y físicamente el
entorno para satisfacer sus necesidades. De este modo, los ciborgs y
posthumanos del Novaceno estarán completamente liberados de las órdenes humanas puesto que habrán
evolucionado a partir de un código escrito por ellos mismos.
El
Novaceno, según estas predicciones, estará habitado en un futuro no muy lejano
por humanos y por posthumanos. Ambas especies inteligentes serán capaces de
actuar intencionadamente. Según afirma el gurú ecomodernista citado anteriormente, el mundo del futuro
estará determinado por la necesidad de garantizar la supervivencia del planeta
no por las necesidades egoístas de los humanos o de otras especies
inteligentes.
LA HIPÓTESIS
DE LAS ESFERAS
Lovelock
-que falleció el pasado 26 de julio a la edad de ciento tres años- señala en su
ensayo publicado en 2019 que cuando el Novaceno esté completamente desarrollado
y regule las condiciones químicas y físicas para mantener habitable la Tierra
para los ciborgs y posthumanos, el planeta (Gaia) se envolverá de una
nueva capa inorgánica.
Posiblemente, a dicha capa podamos denominarla “noosfera” utilizando la terminología del cosmista
ruso Vladimir Ivanovich Vernadski.
En
la teoría original de Vernadskij, la noosfera es la tercera fase del desarrollo de la Tierra,
siguiendo a la geosfera (materia
inanimada) y a la biosfera (vida
biológica). Así como el nacimiento de la vida transformó significativamente la
geosfera, el nacimiento del conocimiento transformó radicalmente la biosfera
entendida como la envoltura externa a la superficie terrestre (atmósfera,
litosfera e hidrosfera), en la que existen las condiciones indispensables para
la vida animal y vegetal, es decir, para el conjunto de las redes de vida del planeta.
Por
otro lado, el sacerdote jesuita y antropólogo Pierre Teilhard de
Chardin entendía la noosfera como una especie de "conciencia
colectiva" de los seres humanos
que surge de la interacción entre las mentes humanas. Hoy en día podríamos
hablar de “supermentes
conectadas” o de una “mente en
colmena” o “inteligencia colectiva”. Para este autor, la noosfera se ha desarrollado
con la organización e interacción de los seres humanos y de sus pensamientos a
medida que han ido poblando la Tierra.
Cuanto
más se organiza la humanidad en forma de redes sociales complejas, más consciente se vuelve la noosfera
según dicha teoría. Esta es una extensión de la “ley de la complejidad y de la
conciencia” defendida por el citado antropólogo cristiano, que describe la
naturaleza de la evolución del universo. Teilhard de Chardin argumentó además
que la noosfera se está expandiendo hacia una creciente integración y
unificación que culminará en lo que él llama el “Punto Omega”, que constituye el final de la historia.
De
este modo, según las teorías e hipótesis que hemos presentado anteriormente de
forma muy sintética, el desarrollo del medio ambiente y la sociedad es inseparable. La biosfera se
transformará en la esfera de la razón, es decir, la noosfera que guiará el
desarrollo del planeta e incluso, al final de los tiempos, se expandirá para
dar consciencia a la totalidad del Cosmos.
TRANSFORMACIÓN
Y DESAPARICIÓN DE LOS HUMANOS
La
aceptación de esta condición del planeta se está moviendo cada vez más de lo real a lo virtual,
comenzando por el software, navegando por Internet, hasta estructuras en la
nube, redes sociales y ahora al metaverso.
En
este sentido, resultó muy interesante el encuentro de investigación Nexos el pasado 26 de
octubre en Madrid. En dicho evento -organizado por el Grupo de Investigación de
Humanidades Digitales e Inteligencia Artificial de la Universidad Francisco de
Vitoria- se identificaron algunas de las preguntas filosóficas que plantea la
construcción de metaversos, teniendo como marco la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
Cabe
decir que en la teoría de Teilhard de Chardin todavía se desarrollaría otra
esfera del planeta: la “tecnosfera”, es decir, el conjunto de todos los artefactos y
estructuras construidas por el hombre a lo largo del tiempo, que dan testimonio
de la transformación del planeta por nosotros. Podemos decir que hoy en día
tenemos dos tipos de tecnosfera: uno en
el mundo real y otro en el mundo virtual.
La
relación entre estas tres esferas -biosfera, tecnosfera y noosfera-, interpretando
dichas hipótesis, determinará el futuro de todos nosotros, las personas
humanas, los humanos virtuales
(o nuestros avatares en los metaversos), los robots (entre ellos, las personas electrónicas inteligentes y
autónomas), los transhumanos (con
capacidades genéticas y biológicas mejoradas para ir más allá de lo humano,
trascendiendo nuestro estado actual para alcanzar el estado de superhumano) y
los posthumanos (una
forma de trascender nuestra especie desde lo orgánico o lo inorgánico surgiendo
algo radicalmente distinto a lo humano y dejando atrás la visión
antropocéntrica).
Desde
esta perspectiva, probablemente el planeta orgánico acabe muriendo, al igual
que se producirá la desaparición
de los seres humanos. Según Lovelock nos estamos preparando para
transmitir el don del conocimiento a nuevas formas de seres inteligentes que
llegaran a ser autoconscientes.
Desde
los postulados transhumanistas,
posthumanistas, transespecie y ecomodernistas se está proponiendo y
desarrollando un modelo de interacción entre la inteligencia vital humana y la
inteligencia artificial basado en la hibridación humano-máquina, natural-
artificial, biología-tecnología, hombre-mujer, persona-animal. De este modo, se
rompen las taxonomías binarias desde las que hemos explicado la realidad hasta
el momento. Con estas ideologías
disolventes de la naturaleza humana se pretende superar tanto el
humanismo cristiano como el humanismo ilustrado secular.
El
transhumanismo y el posthumanismo son en estos momentos la corriente ideológica
y el paradigma cultural que reúne tanto a personas que vienen del ámbito de las
humanidades como del ámbito de la ciencia y las tecnologías cuyo único objetivo consiste en alterar la
naturaleza humana, ampliarla, mejorarla y prolongarla, a través de la ciencia
y las tecnologías exponenciales, con el objetivo de alcanzar lo que los
transhumanistas denominan el Superbienestar (la felicidad a través de la
eliminación del sufrimiento), la Superlongevidad (vivir cuanto más mejor hasta
alcanzar la amortalidad genética y la inmortalidad cibernética), así como la
Superinteligencia (un ente híbrido compuesto de inteligencia humana,
inteligencia vital e inteligencia artificial).
Los
seguidores del transhumanismo describen dos etapas en la próxima etapa de la
evolución humana: primero la etapa transhumana, que consistirá en la
alteración del ser humano mediante la ciencia y las tecnologías exponenciales,
y en una segunda etapa, llegaríamos a alcanzar la condición posthumana, o sea, dejaríamos atrás la
especie humana para ir hacia otro tipo de especie o entidad híbrida u organismo
tecnológico no vivo.
¿UN BOSQUEJO
DEL APOCALIPSIS?
Llegados
a este punto de la reflexión, queremos dejar apuntada la siguiente pregunta un
tanto provocativa: ¿Será el Novaceno el escenario profético del Reino de la Cuarta Bestia que
describe la Biblia en el libro de Daniel y
la Bestia de Apocalipsis 13?
Recordemos
que según las Sagradas Escrituras, en el sueño que Daniel tuvo de las cuatro
bestias, la que más le intrigó fue precisamente la última: “Yo quise saber
qué significaba la cuarta bestia, distinta
de las demás, terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que
devoraba y trituraba, y pateaba las sobras con las pezuñas” (Daniel 7,19).
Daniel
compara las otras bestias con animales, pero esta última queda sin comparación,
describiéndola como “espantosa en gran manera” y muy destructiva: “Después
me dijo: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, distinto
de todos los demás; devorará toda
la tierra, la trillará y triturará” (Daniel 7,23).
En
otro momento, interpretando el sueño del rey Nabucodonosor, Daniel parece describir este cuarto reino como un
sistema híbrido, en parte orgánico (el barro como símil de la carne y del
cuerpo humano), en parte inorgánico (el hierro como símil de las máquinas, de
los robots de silicio y de la inteligencia artificial):
-“Vendrá
después un cuarto reino, fuerte como el hierro; como el hierro destroza y
machaca todo, así destrozará y triturará a todos (Daniel 2, 40).
-“Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro
de alfarero, representan un reino dividido, aunque conservará algo del vigor
del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla” (Daniel 2, 41).
-“Los
dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil” (Daniel 2, 42).
“Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se
mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse uno con otro, lo mismo que
no se puede fundir el hierro con el barro” (Daniel 2, 43).
Por
su parte San Juan, autor
del Apocalipsis, respecto a la bestia del mar -símbolo del Anticristo-, nos advierte de lo siguiente: “Lo adorarán
todos los habitantes de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro
de la vida del Cordero degollado, desde la creación del mundo. Quien tenga
oídos, que oiga” (Apocalipsis 13,
8).
En
cuanto a la bestia de la tierra -símbolo
del Falso Profeta- señala que:
-“Se le concedió infundir espíritu a la imagen de la bestia, de
modo que la imagen de la bestia pudiera hablar e hiciera morir a cuantos no
adorasen la imagen de la bestia” (Apocalipsis, 13,15).
-”Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres,
libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente”
(Apocalipsis, 13,16).
-“De modo que nadie pueda comprar ni vender si no tiene la marca
o el nombre de la bestia” (Apocalipsis, 13,17).
-“Aquí se requiere sabiduría. El que tenga inteligencia, cuente
la cifra de la bestia, pues es cifra humana. Y su cifra es seiscientos sesenta
y seis” (Apocalipsis, 13,18).
Finalmente
Daniel profetiza lo siguiente: “Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un
reino que nunca será destruido, ni su dominio pasará a otro pueblo, sino que
destruirá y acabará con todos los demás reinos, y él durará por siempre” (Daniel 2, 44).
Tanto
las profecías de Daniel como el Apocalipsis -el libro de las revelaciones, último
del Nuevo Testamento- dan fe de que la creación (“el
reino que nunca será destruido”), tal y como Dios la ha concebido, está en Sus manos y no en la de los seres humanos con sus tecnociencias y
su soberbia, y menos aún en manos de una hipotética Superinteligencia
de los seres posthumanos del Novaceno, ni de una conciencia artificial
expandida por el Cosmos.
La
confianza y la esperanza cristiana se manifiesta en que el Creador sostiene eternamente toda la creación -visible e
invisible- con su Amor infinito.
Por: Albert Cortina
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