¿SER RÍGIDO SIEMPRE ES NEGATIVO?: UNA REFLEXIÓN PROFUNDO
Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net
Rígido se opone a flexible. Lo que es rígido ofrece una
fuerte resistencia al cambio, a nivel físico (una vara de hierro) o a nivel
intelectual (una idea considerada como absoluta y completamente verdadera).
En
general, la rigidez es vista como algo negativo. Puesto que el mundo
está lleno de movimientos y de procesos, lo rígido corre el riesgo de
quebrarse, mientras que lo flexible puede sobrevivir al adaptarse a las
presiones externas.
El tema
de la rigidez, sin embargo, merece una reflexión más profunda. Pensemos en un
ejemplo concreto: una persona afirma tajantemente
que el racismo es injusto y que merece ser perseguido por la ley.
Seguramente
quien piensa lo anterior lo hace con firmeza, con decisión. Es decir, con
rigidez, por un simple motivo: no quiere cambiar de idea, porque considera que
el racismo siempre es algo malo.
Este
ejemplo da a entender que la rigidez puede
darse en ámbitos correctos. Nadie acusaría a un
antirracista de negativo por su firmeza y "rigidez".
Al contrario, en varias sociedades la gran mayoría considera de modo
absoluto el racismo como sumamente injusto.
Podríamos añadir otros ejemplos. Las normas que impiden entrar en la sala de operaciones a personas no autorizadas se aplican rígidamente. La enseñanza de disciplinas numéricas suele hacerse con la convicción de que una fórmula matemática tiene vigencia hoy como ayer y como mañana.
Ciertamente, la historia muestra cómo afirmaciones del pasado sostenidas rígidamente
por pensadores concretos o por la casi totalidad un pueblo, hoy han sido
superadas y las vemos como erróneas, incluso como dañinas.
Pero esto
no implica suponer que el error está solamente en el modo de adherirse a algo,
sino en el contenido que uno considera como verdadero.
Por
eso, al hablar de rigidez, conviene discernir serenamente
si una posición considerada como rígida tiene sentido por basarse en elementos
válidos que garantizan su verdad, o si carece de los mismos.
Solo en
el segundo caso (creer en algo como absoluto e indiscutible cuando no es ni lo
uno ni lo otro) la rigidez merece ser condenada. Mientras que una
rigidez que surge desde la aceptación de verdades y desde una sana adhesión al
bien puede ser acogida sin problemas en sociedades abiertas y justas.
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