La geopolítica del siglo XXI puede ser complicada; pero al final lo que nos encontramos, en el fondo de todo, son cuestiones morales: ambición, soberbia, no matarás. Los antiguos libros de moral, tan sencillos, siguen dándonos las pautas generales de lo que se puede y no se puede hacer.
Cierto que dentro del marco de lo lícito hay que aplicar la inteligencia
de los más expertos, para ver qué jugada sería la más adecuada dentro del
tablero. Sí, hay que mover fichas y hacer estrategias, pero sin salirse de los
límites de lo que está moralmente bien.
♣ ♣ ♣
Ahora mismo lo veo claro, la jugada más prudente es parar el tren que
hasta hace un par de semanas seguía tomando velocidad. No podemos hacer
experimentos: ¿lo hará o no lo hará?
En Schreck, Lord Farquaad les
dice a los caballeros que va a enviar a rescatar a la princesa: Algunos de vosotros morirán, pero es un
sacrificio que estoy dispuesto a aceptar. Los más sabios deberían tener claro que en este
tema de una confrontación general con cierto dictador no podemos correr
riesgos: ni por nosotros, ni por
los inocentes y heroicos ucranianos, ni por los rusos obligados a embarcarse en
algo que no quieren de ninguna manera.
No es una cuestión de valentía. Detener nos vamos a detener. Nosotros
nos vamos a detener; cierto personaje, no. Cierto personaje seguirá adelante,
subiendo la apuesta, aunque tenga que destruir a toda su propia nación en su
infantil juego de egos.
Doy gracias a Dios de que en las dos
últimas semanas parece que la velocidad del tren se ha detenido algo. Por lo
menos, eso parece. Incluso se ha llegado a hablar de una mediación papal entre
Putin y Biden.
P.FORTEA
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