Halloween también se ha abierto paso en el mundo de los colegios: no son pocos los institutos en los que los profesores están de fiesta junto a los niños. ¿Es correcto expresar cierta preocupación o estamos ante un simple carnaval de lo macabro?
(ZENIT Noticias
– Caffe
Storia / Roma, 29.10.2022).- Halloween: lo que importa es lo que es hoy. El juego se
desarrolla entre el naranja y el negro: ¿educación
para la vida o exaltación de la muerte por sí misma?
Es repugnante incluso pensar en
la yuxtaposición: los muertos de la guerra en
Ucrania, sean ucranianos o rusos, y el próximo Halloween. Y lo mismo
podría decirse de las muertes en el trabajo o en Covid.
Sin embargo, según algunos, éste
sería precisamente el sentido de la ocasión: un exorcismo comunitario de la
muerte, contra la eliminación colectiva de la enfermedad y el dolor. La muerte
explicada a los niños, a veces a los adultos. ¿Por
qué no aplicarlo también a las plagas de nuestro tiempo, entonces?
¿Inquietante? Sí. Y algo bueno también. Porque la justificación de un Halloween -de
este Halloween- como educativo tiene el peso justo para darse cuenta de que la
muerte, sin maquillaje, es un asunto mucho más serio y que en tiempos como los
que vivimos se nos echa en cara con mucha más frecuencia y brutalidad, incluso
sin brujas ni calabazas.
Sin embargo, hay citas que no se
pueden evitar (y se evitan): entre ellas, el debate, católico o no, de finales
de octubre en torno a Halloween.
Por una vez, la historia es tan
amplia y controvertida que poco importa. Ya sea la fiesta celta de Samhain o la
exagerada celebración exportada desde Estados Unidos, salpicada de la víspera
de Todos los Santos (católica) y las linternas de la tradición irlandesa. Más
aún teniendo en cuenta que hay tradiciones que en cierto modo están
relacionadas en todas partes, como el Día de los Muertos mexicano o el Is
Animeddas sardo.
Lo que importa es lo que es
Halloween hoy. Para la mayoría, un inofensivo evento consumista para divertir a
grandes y pequeños, donde la única víctima es la cartera. Pocos, y por
diferentes razones, señalan otras implicaciones de Halloween: desde las
sociológicas (ya mencionadas) hasta los peligros de colonización cultural,
cuando no de infiltración satanista.
Esoterismo y ocultismo, temas
serios sin duda. Y lejos de ser una broma. Pero que ciertamente no esperan a la
«noche de las brujas» para concretarse en el
corazón humano y en la sociedad.
Sin embargo, las dudas son
legítimas, sobre todo porque a estas alturas la fiesta de Halloween también se
ha abierto paso en el mundo de los colegios: no son
pocos los institutos en los que los profesores están de fiesta junto a los
niños. ¿Es correcto expresar cierta preocupación o estamos ante un simple
carnaval de lo macabro?
Ciertamente, hay que tener en
cuenta la dimensión nihilista e idolátrica de Halloween, ante todo la idolatría
del dinero y de lo «alto». Pero, ¿no es éste un rasgo común a todos los fines de semana
(incluidos los domingos santos) y a muchas otras celebraciones, empezando por
la Pascua y los sacramentos de la iniciación cristiana?
Lo que sí es cierto es que la
función catequética de Halloween, si es que alguna vez existió, está ahora muy
oscurecida. ¿Debemos creer que se está educando a
los niños y a los adultos para que consideren la muerte como un acontecimiento
de la naturaleza (y de la fe) al que no hay que temer por el sonido de las
mascaradas? Parece difícil. Pero, en definitiva, la partida se juega
justo entre el naranja y el negro: ¿educación para
la vida o exaltación de la muerte como fin en sí mismo?
¿Cuál es el
verdadero peligro de las tradiciones de recogimiento en torno a la memoria de
los santos y los difuntos? Tal vez, en primer lugar, la de
reducir a un mero valor de nuestro pasado a mujeres y hombres para los que la
fe era una razón de vida. Olvidando, mucho más que una noche al año, que se
trata de un asunto muy actual sobre la esperanza después de la muerte y, al
menos según la perspectiva cristiana, sobre el auténtico sentido de la vida.
¿Qué hacer
entonces? ¿Luchar o ignorar? Para pensar en ello, a la espera
de los próximos e infalibles acontecimientos: el Papá Noel volando sobre la
Navidad y las brujas cabalgando sobre la Epifanía.
Traducción
del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.
Por: Simone Varisco
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