Aunque sufrió la persecución, San Atanasio nunca dejó de defender la
verdadera fe católica. Desde su juventud amó mucho a Jesucristo, lo que lo
llevó a escribir grandes obras. Su nombre significa “El
Inmortal”, como la huella que dejó en la Iglesia con su firme defensa de
la fe ante las creencias paganas.
San Atanasio de Alejandría nació en el año 295 y desde niño fue testigo
de las sangrientas persecuciones del Imperio Romano contra los cristianos. Tuvo
una importante formación académica en filosofía y gramática. Dominaba tres
idiomas (copto, griego común y griego clásico). Desde su juventud demostró
talento para la escritura. Su primer escrito fue “Contra
los paganos y la Encarnación del Verbo”.
Una de las controversias más importantes de su vida fue contra los
arrianos. Arrio, sacerdote de Alejandría, difundió una doctrina errada
afirmando que Cristo no era verdadero dios. El Obispo de Alejandría llevó
consigo a Atanasio al Concilio Ecuménico de Nicea para enfrentarlo y pedirle
que se retracte de sus errores. Aunque el Santo al principio solo fue el
moderador, se atrevió a refutar los argumentos de Arrio que no aceptó las
precisiones, persistió en el error y fue excomulgado.
Atanasio escribió a los obispos numerosas cartas donde advertía del
peligro que suponía tergiversar la doctrina y que sus aliados quedaban
automáticamente excomulgados. Arrio respondía a esas cartas con injurias y
maltratos. Esta controversia en Alejandría llegó a oídos del emperador
Constantino, quien decidió poner fin al debate enviando un conciliador.
Lamentablemente, el debate ya se había extendido en la Iglesia Oriental y fue
difícil contenerlo. Constantino sabía que esta controversia ponía en peligro la
estabilidad del Imperio romano.
En el año 326 Atanasio fue ordenado sacerdote por el Obispo Alejandro, a
quien servía como secretario y vocero. Durante ese tiempo escribía tratados
teológicos, predicaba y entabló amistad con San Antonio Abad.
Cuando murió Alejandro, el pueblo proclamó a Atanasio como su sucesor.
Desde entonces fue visto como el defensor de la fe verdadera, que fue reiterada
en Nicea, y también se convirtió en el enemigo de los herejes, quienes
aún tenían poder e influencia. Los arrianos no cesaron de perseguirlo y
consiguieron desterrarlo de la ciudad. El nuevo sucesor del trono, Constancio
II (hijo de Constantino) estaba bajo la influencia del obispo arriano Eusebio
de Nicomedia.
En el año 356, 5 mil soldados rodearon la parroquia donde estaba para
arrestarlo. El Obispo logró escapar y huyó al desierto donde fue acogido por
los anacoretas. Dese allí siguió escribiendo a los files de Alejandría y
escribió la biografía de San Antonio Abad, su amigo y compañero en la defensa
contra las herejías.
En el año 362 el nuevo emperador, Juliano el Apóstata, emitió un edicto
en el que pedía el regreso de todos los obispos exiliados, con el objetivo de
propiciar la división dentro de la Iglesia y el paganismo. Los consejeros de
Juliano percibían a Atanasio como un hombre peligroso y lograron que el
emperador lo enviara al exilio. El Santo se escondió en el desierto hasta que
Juliano murió. Entonces volvió a Alejandría por mandato del nuevo monarca
Valente.
La persecución contra el doctor de Iglesia no terminaría ahí porque
volvió a ser exiliado en el año 365. Pese a las tribulaciones, mantuvo firmes
sus convicciones y tuvo una actitud vigilante. Su regreso a Alejandría se debió
a que los fieles manifestaron su tristeza y reclamaron Atanasio como su
verdadero Obispo.
Atanasio murió el 2 de mayo del año 373, luego de
haber servido como obispo durante 45 años de Obispo y tras haber pasado 18 años
de su vida en el destierro.
Redacción ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario