¿Realmente produce
efectos en las personas por las que se ofrecen las intenciones de las misas?
Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: ConMasGracia.org
Desde pequeño he visto como muchos en mi familia han ofrecido misas por
diversos motivos, en su mayoría, aniversarios o por aquellos familiares que se
nos han adelantado. Pero ¿qué valor tiene hacer este
acto? ¿Realmente produce efectos en las personas por las que se ofrecen las
intenciones de las misas?
Ofrecer la misa por algún motivo o persona es una
tradición muy antigua, en especial cuando se hacía por los difuntos. Desde solicitar alguna gracia
en particular, el éxito de una operación o simplemente como acción de gracias
por un sinfín de razones.
Hay que destacar que cada Misa se ofrece en acción
de gracias a Dios por todo lo que ha hecho.
Así lo
explica el Catecismo de la Iglesia Católica: “La
Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la
cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por
todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación.
“Eucaristía” significa, ante todo, acción de gracias” (CEC 1360).
Además, los efectos que tiene la Misa son
purificadores y de reparación, esto lo
encontramos en el mismo Catecismo: “En cuanto sacrificio, la Eucaristía es
ofrecida también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y
para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales” (CEC 1414). Por lo tanto, estos motivos son por los que
se ofrece cada Eucaristía que se celebra en el mundo.
Pero existe el llamado “fruto
ministerial”, que propiamente son los beneficios que obtienen aquellos por
quienes el Sacerdote ha ofrecido una Misa en particular. Por algún enfermo,
difunto, alguna pareja de novios, por alguien que celebra su cumpleaños, etc. A través de ese ofrecimiento, el poder que tiene una Misa, por la misma
gracia de Cristo que se ofrece por todos, se enfoca en especial hacia la
intención que se presentó para gloria de Dios y en beneficio de toda la
Iglesia.
En cada Eucaristía participamos todos de la oración
colecta, ese momento en el que el Sacerdote recoge todas las intenciones
presentes en la Misa. Cuando se ofrece por un motivo en especial, por un lado, pedimos a Dios
que otorgue los frutos del sacrificio de Cristo a cada situación ya establecida
por la Iglesia en cada Eucaristía y, por otro, pedimos incluir algunas en
particular para que entre todos de los que participamos de ese momento nos
unamos de manera especial a ellas.
El beneficio de este acto no es solamente para las
personas por las que se ofrece, también es un consuelo para quien la ha
encargado. Tal es el caso de la pérdida de un ser querido que, ante el dolor que
produce su partida, se busca así su descanso eterno, por lo que, al encargar
una Misa por ese motivo, conforta el alma. Asimismo, cuánto se agradece que
alguien ofrezca una Eucaristía por una persona viva en razón de una ocasión
especial.
Al pedir al Sacerdote que se tome nuestra intención
en la Misa, es costumbre ofrecer un estipendio en agradecimiento y en apoyo al
sustento de las necesidades que pudieran existir para la misma Parroquia o
capilla.
“Los fieles que ofrecen una ofrenda para que se aplique la Misa por su
intención, contribuyen al bien de la Iglesia, y con ella participan de su
solicitud por sustentar a sus ministros y actividades” (Código de Derecho Canónico
946).
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