El Papa Francisco cambió la denominación del
Archivo Secreto Vaticano por el de Archivo Apostólico Vaticano por
medio de una Carta Apostólica en forma Motu Proprio firmada el pasado 22 de
octubre y publicada este lunes 28 de octubre.
“Decido que, a partir de ahora, el actual Archivo
Secreto Vaticano, sin cambiar nada de su identidad, de su estructura y de su
misión, se denomine Archivo Apostólico Vaticano”, dice el Pontífice en el
Motu Proprio.
El Santo Padre explica que el Archivo Secreto Vaticano, en sus más de
400 años de historia no escapa a los efectos del tiempo que sufren todas las
instituciones históricas.
En concreto, Francisco afirma que toda institución humana, “tocada fatalmente por el tiempo, debe, para permanecer
fiel a sí misma y a los objetivos de su naturaleza, no ya cambiar su fisonomía,
sino transponer a las diversas épocas y culturas sus valores inspiradores y
efectuar las actualizaciones que son convenientes y a veces necesarias”.
El cambio de denominación del Archivo Secreto respondería a esa
justificación, es decir, a una actualización conveniente y necesaria de dicha
institución.
En la Carta, el Papa recuerda que el Archivo Secreto Vaticano adquirió
esa denominación (Archivum Secretum)
a mediados del siglo XVII, pero que su origen es anterior, ya que “surgió del núcleo documental de la Cámara Apostólica y
de la misma Biblioteca Apostólica (la llamada Bibliotheca secreta)
entre la primera y segunda década del siglo XVII”. Antes había sido
denominado Archivum novum y Archivum Apostolicum.
Además, el Pontífice justifica este cambio de denominación en la
confusión existente hoy entre el término latino secretum
(que hace referencia al carácter privado y reservado al Papa del archivo) y el
significado en la mayoría de las lenguas modernas de la palabra “secreto”. Una malinterpretación que asentó en el
imaginario una idea equivocada sobre la naturaleza del Archivo Secreto.
“El término Secretum, que se ha
convertido en el nombre propio de la institución y que ha prevalecido en los
últimos siglos, estaba justificado porque indicaba que el nuevo Archivo,
querido por mi predecesor Pablo V hacia 1610-1612, no era otro que el archivo
privado, separado y reservado del Papa. Así es como todos los pontífices
quisieron definirlo siempre, y así es como todavía lo definen hoy en día, sin
ninguna dificultad, los estudiosos”.
Sin embargo, “esta definición estaba muy extendida,
con un significado análogo en las cortes de soberanos y príncipes, cuyos
archivos se definían propiamente como secretos”.
“Mientras perduró la conciencia de la estrecha
relación entre la lengua latina y las lenguas que de ella se derivan, no hubo
necesidad de explicar o incluso justificar este título de Archivum
Secretum”.
Pero “con los progresivos cambios semánticos
que se han producido en las lenguas modernas y en las culturas y sensibilidad
social de las diferentes naciones, en mayor o menor medida, el término Secretum,
adosado al Archivo Vaticano, comenzó a ser malinterpretado y a colorearse de
matices ambiguos, incluso negativos”.
De ese modo, “al haber perdido el verdadero
significado del término secretum y asociando instintivamente
su valencia al concepto expresado por la palabra moderna ‘secreto’, en algunos
ámbitos y ambientes, incluso en aquellos de cierta importancia cultural, este
término ha asumido el significado prejudicial de escondido, de no revelado y
reservado para unos pocos”.
Por último, el Papa destacó el “servicio
prestado a la Iglesia, a la cultura y a los estudiosos de todo el mundo”
por el Archivo Secreto Vaticano, “sobre todo desde
la muerte de León XIII hasta nuestros días”.
En ese sentido, subrayó la puesta a disposición de los investigadores de
la documentación del Archivo “que a partir del 2 de
marzo de 2020, por disposición mía, se extenderá hasta el final del pontificado
de Pío XII”.
POR MIGUEL PÉREZ
PICHEL | ACI Prensa
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