jueves, 31 de octubre de 2019

ENTRE FLORES Y MALEZA


Por: Daniela Sandí Torres. | Fuente: Catholic.net

Hace unos meses me di a la tarea de sembrar unas plantas, sembré varias, pero resulta que solamente 5 sobrevivieron, después de meses de echarles agua y de ayudarlas a crecer con abono, las plantas están grandes y bonitas; a parte de estas tengo otras dos plantas, una de ellas es bellísima con pequeñas flores rosadas.

Les cuento esto, porque decidí sembrar otras, esta vez flores; así que primero me dediqué a limpiar la zona, quité toda la maleza que había, hice el “caminito” donde pondría las semillas, le eché agua a la tierra porque estaba un poco seca y sembré las semillas.

Mientras hacía todo esto, pensaba un poco en el proceso de ver crecer una planta y de cómo podía aplicar esto a mi vida. Así que pensaba lo que sucede cuando se vive entre flores o cuando se decide vivir entre la maleza.

Resulta que vivir entre la maleza es “sencillo”, esto en el sentido que no requiere mucho esfuerzo, la maleza crece tan rápido, que es cuestión de dejarla ser y va a crecer; no necesita cuidado, y aparece en toda parte, bajo cualquier condición; se saca el tiempo para quitarla y a los pocos días vuelve a aparecer; y así, el ciclo inicia nuevamente.

En cambio, vivir entre flores lleva todo un trabajo, implica amor, atención, cuido; requiere sacar tiempo para quitar la maleza, para abonarla y darle agua; requiere trasplantar; alguna vez requiere incluso recortar para que crezca con más fuerza o con mejor postura.

Vivir entre la maleza puede resultar sencillo, es algo así como hacer de cuenta que no es con nosotros, dejar que sea, que pase, es no meternos con eso; cuando vivimos entre la maleza vivimos escondidos, refugiados, entre la maleza no estamos expuestos.

Empero; vivir entre flores es un asunto diferente, requiere sin lugar a dudas salir de la zona de confort; nos lleva a dedicar tiempo, vivir entre flores implica que cuando se quite la maleza o se realicen recortes vamos a quedar expuestos, y eso siempre llevará cierta cuota de dolor; es cierto, cuando las flores estén todo será bello, se convertirá entonces en un espacio agradable; pero eso no quita que haya en su historia cuotas de dolor… claro, eso definitivamente es lo que le da un valor especial.

Vivir entre malezas puede ser sencillo, pero vivir entre flores es vivir entre amor; y no cualquier amor, es cultivar el amor propio, eso sin lugar a dudas, es todavía mejor.

Mientras preparaba el espacio para sembrar las semillas, pensaba en mi proceso de limpieza, de preparar mi camino para crecer en medio de flores, y aunque ha sido doloroso, ha implicado quitar, recortar, mover de lugar; la verdad no me arrepiento, porque me encanta la idea de verme rodeada de flores.

¿Y vos, querés ver malezas en tu jardín, o querés un espacio lleno de flores y color?

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