“Oh Virgen y Madre de Dios... soy hijo y misionero
vuestro, formado en la fragua de vuestra misericordia y amor”, solía decir San
Antonio María Claret, cuya fiesta se celebra cada 24 de octubre.
San Antonio María Claret nació en Sallent, en Barcelona (España), en
1807. En su juventud fue obrero textil y es considerado el patrón de los
tejedores. Desde pequeño se destacó por su amor a la Eucaristía y a la Virgen.
Un día, estando en la playa con unos amigos, se puso a refrescar los
pies. Entonces vino una ola gigantesca que lo arrastró mar adentro. Al no saber
nadar y cuando se empezaba a ahogar, gritó: “Virgen
Santa, sálvame”. De pronto estaba en la orilla y con la ropa totalmente
seca.
Más adelante ingresa al seminario y es ordenado sacerdote. Su deseo de
ser misionero lo lleva a las Islas Canarias y luego a Cuba, donde fue Arzobispo
de Santiago. Allí trabajó buscando sembrar el amor y la justicia contra la
discriminación racial y la injusticia social. Esto le trajo algunos enemigos.
Fue herido por un sicario a sueldo que quiso cortarle el cuello con un
cuchillo, pero sólo le cogió parte del rostro y el brazo derecho.
Posteriormente retornaría a España, después de haberse ganado el cariño de los
cubanos.
Era muy devoto de la Virgen y rezaba constantemente el Santo Rosario. “Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y
fervor y veréis como María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada,
vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús", decía.
En su vida fundó la Comunidad de Misioneros del Corazón de María, hoy
llamados Misioneros Claretianos, y a las Misioneras Claretianas.
Redacción ACI
Prensa
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