El mundo necesita
una buena dosis de gratitud hacia los demás.
Por: Francisco Mario Morales | Fuente: Catholic.net
El agradecimiento, además de ser una muestra de buena educación y
respeto, nos proporciona felicidad, capacidad de goce y asombro, algo
primordial en el ser humano. Por eso decimos que la gratitud abre los ojos, el
corazón y la conciencia, pues por más insignificante que algo parezca, esta
virtud lo engrandece y lo llena de gozo. Quien no agradece lo que es, lo que
recibe y lo que tiene, vive amargado e insatisfecho, anhelando aquello que no
ha podido lograr.
Los padres debemos proponernos que los hijos vivan el agradecimiento
como una actitud habitual, tanto en el trato con los demás, así como con la
vida misma y con quien la hizo posible. Es importante enseñarles a agradecer
los alimentos que reciben, la posibilidad de estudiar, de tener una familia, de
compartir con otros, de aprender…; en fin, tantas y tantas cosas que por
momentos se nos vuelven invisibles a la vista y damos por hecho que nos
pertenecen.
De esta forma los hijos crean conciencia de que el mundo no está rendido
a sus pies en espera que ellos pronuncien su petición, sino que las cosas que
se obtienen merecen un valor y un agradecimiento.
CÓMO PROMOVER LA GRATITUD EN CASA: 11 IDEAS PRÁCTICAS
Las siguientes son algunas ideas que promueven la virtud de la gratitud
en el hogar. No hay que olvidar que son aplicables a todos los miembros de la
familia, no sólo a los chicos, pues el ejemplo de los padres es un elemento
básico para el aprendizaje de valores.
1. Fijarse en las cosas buenas que suceden, así como en las
fortalezas de las personas.
2. Percatarse de las necesidades que pasan otras personas y
poner los propios dones a su servicio.
3. Saber disfrutar de las cosas y situaciones de
nuestra vida, sobre todo de lo más sencillo.
4. Valorar los sacrificios y esfuerzos que hacen los
demás para darnos lo que necesitamos.
5. No exigir otras cosas, sino agradecer aquello que
se nos ofrece.
6. Dar siempre las gracias en compañía de una sonrisa,
aunque sea por cosas aparentemente pequeñas y sin importancia.
7. Cuidar de las cosas que se nos han sido regaladas,
mantenerlas en orden, hacer un uso apropiado de éstas y compartirlas con quien
las necesite.
8. Volver una costumbre, el ofrecer detalles entre
hermanos, padres e hijos.
9. En la noche, agradecer los dones recibidos a lo largo del día y en la
mañana siguiente, agradecer por el nuevo día y ofrecer vivirlo de la mejor
manera.
10. Nunca quejarse o lamentarse por lo que no se tiene.
11. Disfrutar de las actividades que se realizan en familia.
Para finalizar, una reflexión de Francisco Gras de la Escuela para Padres:
“La gratitud con los padres, es un deber de cariño elemental. La gratitud con
Dios, es un homenaje que arranca de lo más profundo del corazón. La gratitud a
los demás, es señal de ojos abiertos y corazones humildes. El mundo necesita
una buena dosis de gratitud hacia los demás y un poco menos, de
reivindicaciones. Hay que pedir lo que nos falta y nos corresponde, pero sin
olvidar que también hay que agradecer, lo que recibimos”.
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