Al clausurar la Asamblea Especial del Sínodo de los
Obispos para la Amazonía, el Papa Francisco advirtió sobre el peligro de la
“religión del yo”. Así lo indicó el Papa durante la Misa que presidió en la
Basílica de San Pedro este domingo 27 de octubre.
La Eucaristía Solemne fue concelebrada por los
participantes del Sínodo y contó también con la participación de algunos
representantes de la Amazonía, como fue el caso de una mujer que leyó la
primera lectura en español y de un grupo de personas que llevaron las ofrendas.
Además, el Santo Padre mencionó la presencia de algunas personas con discapacidad
que forman parte de la Comunidad del Arca, fundada por el recientemente
fallecido Jean Vanier, a quienes saludó personalmente al final de la Misa.
“Providencialmente hoy nos acompañan en esta Misa,
no solo los aborígenes de la Amazonía, también los más pobres de la sociedad
desarrollada, los hermanos y hermanas enfermos de la Comunidad de la Arca.
Están con nosotros, en el primer lugar”, indicó el
Papa.
En su homilía, el Santo Padre reflexionó en tres tipos de oración que se
describen en las lecturas de este domingo: la oración del fariseo, la oración
del publicano y la oración del pobre.
“Recemos para pedir la gracia de no considerarnos
superiores, de creer que tenemos todo en orden, de no convertirnos en cínicos
y burlones. Pidamos a Jesús que nos cure de hablar mal y lamentarnos de los
demás, de despreciar a nadie: son cosas que no agradan a Dios”, invitó el Pontífice.
Al referirse a la oración del fariseo, el Papa señaló que “presume porque cumple unos preceptos particulares de
manera óptima. Pero olvida el más grande: amar a Dios y al prójimo.
Satisfecho de su propia seguridad, de su propia capacidad de observar los
mandamientos, de los propios méritos y de las propias virtudes, solo está
centrado en sí mismo. El drama de este hombre es que es sin amor. También las
cosas mejores sin amor, no sirven de nada”, advirtió.
En este sentido, el Santo Padre alertó sobre esta actitud del fariseo
para advertir sobre la “religión del yo” y
añadió que “tantos grupos ilustrados, cristianos,
católicos van por este camino”.
“También hoy lo hemos visto, en el Sínodo, cuando
hablábamos sobre la explotación de la creación, de la gente, de los habitantes
de la Amazonía, sobre la trata de las personas, sobre el comercio de las
personas. Los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar
heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana tierra: lo hemos visto en el
rostro desfigurado de la Amazonía”, afirmó el
Papa.
De este modo, el Pontífice destacó que “la
‘religión del yo’ sigue, hipócrita con sus ritos y ‘oraciones’, pero tantos
son católicos, se confiesan católicos, han olvidado ser cristianos, ser
humanos. Olvidan el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo.
También los cristianos que rezan y van a Misa el domingo están sujetos a esta
‘religión del yo’. Podemos mirarnos dentro y ver si también nosotros
consideramos a alguien inferior, descartable, aunque solo sea con palabras”.
Asimismo, el Santo Padre animó a realizar una oración que nazca del
corazón, al poner “delante de Dios el corazón, no
las apariencias” ya que “rezar es dejar que
Dios nos mire por dentro, es Dios que me mira cuando rezo, rezar es dejarse
mirar dentro por Dios, sin fingimientos, sin excusas, sin justificaciones”.
“Muchas veces nos hace reír los arrepentimientos
llenos de justificaciones, el arrepentimiento parece una ‘auto causa de
canonización’. Porque del diablo vienen la opacidad y la falsedad, estas
justificaciones, en cambio de Dios viene la luz y la verdad, la transparencia
de mi corazón”, dijo.
Ante esto, el Papa recordó la importancia de “sentirnos necesitados de
salvación porque es el “primer paso de la religión
de Dios, que es misericordia hacia quien se reconoce miserable”. “Recemos para
pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, necesitados de
misericordia, pobres interiormente. También para eso nos hace bien estar a
menudo con los pobres, para recordarnos que somos pobres, para recordarnos que
solo en un clima de pobreza interior actúa la salvación de Dios”, pidió
el Pontífice.
En esta línea, el Papa Francisco expresó su agradecimiento a los
participantes del Sínodo por “haber dialogado
durante estas semanas con el corazón, con sinceridad y franqueza, exponiendo
ante Dios y los hermanos las dificultades y las esperanzas”.
Finalmente, al reflexionar sobre “la oración
del pobre” el Santo Padre explicó que en este Sínodo tuvieron “la gracia de escuchar las voces de los pobres y de
reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de
desarrollo depredadores. Y, sin embargo, aún en esta situación, muchos nos han
testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con
las manos abiertas como un don, habitando la creación no como un medio para
explotar sino como una casa que se debe proteger, confiando en Dios”.
“Cuántas veces, también en la Iglesia, las voces
de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas
por incómodas. Recemos para pedir la gracia de saber escuchar el grito de los
pobres: es el grito de esperanza de la Iglesia. El grito de los pobres: es el
grito de esperanza de la Iglesia. Haciendo nuestro su grito, también nuestra
oración -estemos seguros- atravesará las nubes”, concluyó.
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI
Prensa
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