Se contaba que, en
una ocasión, alguien se dirigió al generalísimo Franco para contarle
que había estado de viaje en alguna zona de España y que había podido comprobar
el descontento de algunas personas, así como constatar ciertos problemas
sociales. La respuesta de Franco fue contundente: “menos viajar, y más leer la
prensa”. La prensa entonces era o la del Movimiento, o casi, y ya se
encargaba esa prensa, más que prensa pura propaganda, de señalar lo que había,
lo que se decía y cómo se debía pensar.
En
tiempos de Franco todavía se podían controlar la prensa y la radio sin demasiados problemas. Los
más avanzados intentaban sintonizar radio Andorra o conseguir algún periódico
extranjero. Lo más atrevido, pequeños boletines sacados con una multicopista. Y
nada más. Hoy no hay forma de controlar nada y necio el que lo
pretenda.
En
el seminario de Barcelona los seminaristas tenían estrictamente prohibido leer
Germinans. Tanto, que esa página estaba
blindada en los servidores del seminario. A otros se les prohibió leer el blog “La cigüeña de la torre”, y hoy, en algunos
sectores eclesiásticos, se pide no leer páginas como Infovaticana o
Infocatólica, sugiriendo que, para informarse, mejor utilizar las, digamos,
“páginas oficiales”, entre las que no me consta si tienen incluida “Religión
Digital”, aunque muy
probablemente.
Ganas de hacer el ridículo.
Cualquier seminarista de Barcelona podía empaparse de Germinans en cualquier
parroquia o en casa de sus padres o de un amigo, o simplemente accediendo a
ella desde su teléfono conectado a una red 3G. Hoy no hay quien pueda controlar
el acceso a la información.
Se
supone, o eso nos dicen, que los católicos hemos de ser adultos, gente formada e informada,
capaces de desarrollar un sentido crítico… Perfecto. Eso es lo que hace
mucha gente, que para tener una visión más amplia de la vida de la Iglesia, lee
páginas diocesanas, navega por la página oficial del Vaticano y después se da
una vuelta por la red paseando por Religión en Libertad,
Infocatólica, Infovaticana, Religión Confidencial, Religión Digital, Germinans,
Atrio, Adelante la fe, Wanderer, Redes cristianas, Vida Nueva… ¿Dónde está el problema?
Más aún. La gente, en su
perfecto derecho a la libertad, además de dar una vuelta por las noticias, puede tener interés en leer la opinión que sobre ciertos temas expongan
D. Fulano, el P. Mengano, monseñor Zutano, Specola o la
reverenda madre Gundisalva.
El problema de la Iglesia no
es leer demasiada información religiosa digital. Es más bien, o al menos eso
creo, leer demasiado poco el catecismo, la ordenación general del misal romano
o los distintos rituales.
La
explosión de información religiosa nos ha hecho un favor. Nos ha hecho más
cautos y más sensatos. El que hoy todo se sepa es una inyección de prudencia. Más cuidado en lo
que hacemos y menos miedo a lo que se escriba. La gente es sensata y va
haciendo su propia selección. No hay que tener miedo. Y, sobre todo, no pretendamos poner puertas al campo ni, mucho menos, controlar lo que
cada cual lea.
Jorge Gonzalez
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