Explicadas por Christopher West en su
exposición de El Gozo de la Belleza.
¿Cuándo es amor y cuándo es lujuria? Depende de si
quieres servir a la otra persona, o si quieres los servicios de la otra persona.
El 1 y 2
de julio, unas 360 personas se emocionaron y conmovieron y rezaron y meditaron
en la Universidad Francisco de Vitoria en el encuentro “El
Gozo de la Belleza”, unas jornadas formativas impartidas por Christopher West, el mayor divulgador de la Teología del Cuerpo con su TOB
Institute, invitado por el Instituto
Desarrollo y Persona.
Muchas de
las enseñanzas de esa jornada se pueden encontrar en su libro “Llena estos corazones: Dios, sexo y
el anhelo universal” (Sindéresis).
La gran
tesis que West expone (que populariza la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II)
es que cada ser humano anhela ser amado y apreciado para
siempre, e intuye que
ese amor debe existir. Ese amor existe en el Cielo con
Dios y, a otro nivel, en el amor
esponsal humano, que nos ayuda a entender el amor de Dios. Queda reflejado
en numerosos símbolos de la liturgia y de la Biblia. La Biblia se inicia en Génesis con un
matrimonio (Adán y Eva) y termina con un anhelo esponsal en Apocalipsis (“y el Espíritu y la Esposa dicen: “ven”).
Christopher West es un orador apasionado y un gran divulgador de la
Teología del Cuerpo de Juan Pablo II
INVITADOS
A UN BANQUETE, DISTRAÍDOS CON COMIDA BASURA
Cada
hombre está invitado a un gran banquete, una gran boda con Dios... pero en este
mundo caído el ser humano se distrae y daña con comida
basura, aparentemente fácil, pero enseguida dañina: es la lujuria.
Nuestra
cultura consumista fomenta la lujuria, y es de lo más común para un joven o una
joven haber vivido numerosísimos momentos de
entrega a la lujuria sin haber nunca haber llegado a experimentar el verdadero
amor.
Por eso, muchos creen que el verdadero amor no existe y que sólo existe la
lujuria: es lo único que han visto. Y,
sin embargo, cuando se presenta la belleza del amor verdadera, muchos descubren
que eso es lo que de verdad anhelan.
Las personas deseamos ser amadas, no usadas, tiradas y abandonadas
West usa
imágenes de la cultura popular y el cine para hablar de estas cosas. Habla de Toy
Story 3, la película de 2010 sobre unos juguetes que desean ser
mirados, amados, recordados por
su amo, como nosotros anhelamos a Dios.
El malo
de la película es un oso de peluche que se sentía el preferido
de su dueña... hasta que fue sustituido por
otro idéntico. Se sintió reemplazado y empezó a predicar un kerygma
materialista: no existe el amor, sólo existe el ser usado y
reemplazado. “Olvídate de Barbie, Ken, hay millones como ella”, dice.
Pero Ken da la clave del amor: “Para mí, ella es única”.
“Ser reemplazado y desechado es lo contrario de ser amado. Queremos ser
amados, no ser usados, no que jueguen con nosotros”, escribe West.
Y la
lujuria hace eso: usar, y a menudo, después, tirar. “Tú
no me amas a mí, no me quieres a mí; sólo quieres lo que te puedo dar”, constata la persona ante el
lujurioso. Y se pregunta: “Soy sustituible, ¿cuándo
me abandonara por alguien más, alguien que le dé más placer, más servicios?”
En su
libro, West sintetiza en una tabla la diferencia entre amor y lujuria... que
puede ayudar a muchos que desconocen el primero y creen que sólo existe la
segunda.
11
DIFERENCIAS ENTRE AMOR Y LUJURIA
1. La lujuria busca satisfacer a uno mismo. El amor busca
entregarse totalmente al otro (“amar es darlo todo y darse uno mismo”, decía
Teresa de Lisieux
2. La lujuria trata a los demás como objetos para
usar. El amor afirma a los demás como personas
3. La lujuria sacrificará a los demás por el propio
interés. El amor es servicial, el que ama se sacrifica por los demás
4. La lujuria manipula, se usa para controlar al otro. El amor
quiere respetar la libertad del otro
5. La lujuria esclaviza. El amor nos libera
6. La lujuria no es exclusiva, se entrega casi a cualquiera. El amor
es exclusivo: quiere sólo al amado
7. La lujuria ve el cuerpo como una “cosa”. El amor respeta el cuerpo como un “alguien”
7. La lujuria ve el cuerpo como una “cosa”. El amor respeta el cuerpo como un “alguien”
8. La lujuria arrebata el placer, que siempre será bastante
fugaz. El amor desea una felicidad eterna
9. La lujuria enseguida se llena de envidia. El amor espera siempre,
confía siempre
10. La lujuria termina cuando acaba el placer. El amor permanece en lo bueno y en lo malo
11. La lujuria nos hace sentir usados. El amor nos hace sentir valorados
10. La lujuria termina cuando acaba el placer. El amor permanece en lo bueno y en lo malo
11. La lujuria nos hace sentir usados. El amor nos hace sentir valorados
LAS
4 CARACTERÍSTICAS DEL AMOR: EL ESPONSAL Y EL DE DIOS
TANTO
EL AMOR DE DIOS COMO EL AMOR ENTRE ESPOSO Y ESPOSA TIENEN 4 CARACTERÍSTICAS
COMPARTIDAS:
1.
SE ENTREGA LIBREMENTE:
No se
puede comprar ni sobornar, quien no es libre no lo puede entregar. "Solo si soy libre puedo darme libremente", dice West. "Hermanas, ¿os casaríais con un hombre si sabéis que es incapaz de
decir "no" a sus impulsos sexuales? Si
no puedes decir "no", no eres
libre. Un alcohólico no puede decir no a una copa, está encadenado. Hoy se
llama "libertad sexual" a lo que en
realidad es adicción sexual".
2.
ES ENTREGA TOTAL
En los
votos matrimoniales decimos "yo, te acepto y
me entrego a ti"; al hacer eso excluimos a otras parejas y otros
estilos de vida.
3.
ES FIEL
Incluye,
además de la exclusividad, la perseverancia, el acompañar, el mantenerse
caminando juntos, el resistir ante las adversidades...
4.
ES FÉRTIL, DA FRUTO
Se abre a
acoger a los hijos, es un amor que genera vida.
"Esas 4 características son las del matrimonio: libre,
fiel, fértil, total... Son las 4 cosas que te preguntan al casarte. Así también es el compromiso de Cristo con la
Iglesia. Y el acto sexual debe expresar eso con su lenguaje corporal. El acto
sexual son los votos matrimoniales hechos carne. Yo entendí
eso a los 24 años leyendo la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II.
Y todo hizo click, todo en la Iglesia Católica
sobre sexo tuvo sentido entonces", explicó West.
La ética sexual cristiana, como la etiqueta de un elegante banquete, es
exigente, pero
crea belleza y da vida. La virtud cristiana, como aprender a tocar el piano o
destacar en un deporte, requiere aprendizaje y esfuerzo, pero vale la pena y el
deseo de algo bueno (hacer música, crear algo bello y perdurable) lo alimenta.
"Jesús no te impone una ética
forzada: primero te cambia el corazón, tus
valores, tu deseo profundo... Si la ley se inscribe en nuestro corazón, ya
estamos libres de la Ley, porque no tenemos deseo de romperla. Somos libres
para vivirla, porque es lo que nuestro corazón desea. Solo nos enfadamos con la
Ley cuando tenemos deseos de romperla. El problema no es la enseñanza
de la Iglesia, sino tu corazón. En vez
de intentar rebajar la enseñanza cristiana, pongámonos de rodillas y pidamos al
Señor que cambie nuestro corazón", anima Christopher West.
Y plantea
un sueño, quizá no tan lejano: "¿Y si un día
todo el mundo llega a ver que lo que la Iglesia enseñaba era lo correcto? ¿Y
si el mundo reconoce que hemos estado conduciendo como locos en la dirección
equivocada con la Iglesia diciendo 'conducís contra dirección, vais
a matar a alguien'?
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