viernes, 5 de octubre de 2018

PÍO XI. MORTALIUM ANIMOS


INTRODUCCIÓN 
“sì sì no no” es sobre todo un quincenal antimodernista. Comienzo, por tanto, una serie de artículos sobre las Encíclicas pontificias que han condenado los errores semejantes a los del modernismo (habiéndolo anticipado o habiendo sido efectos suyos), después de haber estudiado, en esta revista, las Encíclicas y los Documentos de San Pío X sobre el mismo modernismo.

LA ENCÍCLICA “MORTALIUM ANIMOS” 
Comienzo con la Mortalium animos (6 de enero de 1928) de Pío XI, que condena el falso ecumenismo o las reuniones pan-cristianas, después de haber expuesto la doctrina católica sobre la verdadera unidad religiosa.

El falso ecumenismo se basa, según Pío XI, en la idea de que “un día u otro, los pueblos, aunque piensen de manera distinta acerca de Dios, se pondrán, no obstante, de acuerdo en un cierto número de doctrinas, como sobre un fundamento común de vida espiritual”.

Este “fundamento común de vida espiritual”, basado sobre la “profesión de un cierto número de doctrinas” se asemeja mucho a la teoría protestante de los “Artículos fundamentales”, o sea, al intento de remplazar el magisterio de la Iglesia por “una apariencia de unidad entre tanta confusión de ideas. Nació así la idea de los artículos fundamentales, que debían ser un minimum de doctrina de fe, con el que todas las sectas pudieran estar de acuerdo” (P. Parente, Dizionario di Teologia dommatica, Roma, Studium, IV ed. 1957, voz Articoli fondamentali, pp. 32-33).

El Papa continúa: “Con este fin se hacen congresos, reuniones y discursos […] y tienen la palabra un poco todos: infieles de todo tipo, cristianos e incluso quienes desertan infelizmente de Cristo”.
Pío XI condena estas reuniones (cómo no pensar en las reuniones pan-ecumenistas de Asís, que comenzaron con una revolución de 180 grados en 1986 bajo Juan Pablo II y continuaron regularmente también con Benedicto XVI y Francisco) y ordena que “los católicos no pueden de ninguna manera apoyar intentos como estos, los cuales suponen que todas las religiones son más o menos buenas y loables”.
La teoría de la bondad de todas las religiones “no sólo es una auténtica falsedad, sino que repudia la verdadera religión falseando su concepto y, así, allana el camino al naturalismo y al ateísmo”. Por ello, concluye el Sumo Pontífice, aquellos que apoyan estas reuniones “se alejan de la religión revelada por Dios”.
Esta primera conclusión de Pío XI nos hace comprender toda la gravedad de la situación en la que, a partir de la primera reunión pan-ecumenista de Asís en 1986, convocada por Juan Pablo II, se encuentra el ambiente católico, que está gravemente expuesto al peligro de perder la verdadera fe “alejándose de la religión revelada por Dios”.
EL AFFAIRE VIGANÒ-BERGOGLIO 
No se trata de estigmatizar, como piensan algunos, solamente los actuales desórdenes gravísimos in re morali salidos a la luz con el tristísimo asunto Viganò-papa Francisco, que es la última consecuencia de los errores dogmáticos comenzados bajo el pontificado de Juan XXIII, sino que todo el conjunto conciliar y postconciliar es una auténtica apostasía, tendente al “naturalismo” y al “ateísmo”, “que repudia la verdadera religión, falseando su concepto”. De semejante apostasía dogmático/doctrinal no podía no seguirse una podredumbre de desórdenes morales, que está enfangando el ambiente católico a partir de su vértice precisamente porque de su vértice ha comenzado el error dogmático. En efecto, si nos desviamos en el orden de las ideas, se llega irremisiblemente a la degeneración moral, ya que se actúa como se piensa (“agere sequitur esse”).

El problema actual no puede resolverse sólo con la dimisión del modernista radical Francisco, que sería como mucho remplazado por un modernista menos radical, por ejemplo, un kantiano como Ratzinger.
Es necesario remontarse a las causas del desorden actual y resanar la doctrina conciliar, que abrió el camino, con el Decreto Unitatis redintegratio, a las reuniones pan-ecuménicas de Asís 1986-2016.

Monseñor Brunero Gherardini [1] había abierto el camino a un serio debate para la corrección de los errores del Concilio Vaticano II, pero no se le prestó atención y fue más tarde remplazado por prelados neo-conservadores, filo-americanistas, próximos a la Amistad judeo-cristiana, que están llevando al ambiente eclesial (ya muy probado litúrgica, moral y dogmáticamente) al borde de una situación en la que se corre el riesgo de tener, junto a una pleamar de fango (que podría sumergir incluso lo poco bueno que subsiste todavía), también a un Papa no ya abiertamente modernista (como lo es Francisco), pero más ocultamente modernista (como lo ha sido Benedicto XVI), y, como el error escondido es más insidioso que el explícito, la situación posterior sería mucho peor que la actual, la cual es ya por sí sola gravísima.

Meses atrás (en ámbito neo-conservador, filo-americanista y filo-sionista) se había partido de la cuestión del Papa hereje que debía ser declarado tal por parte de los Cardenales o de los Obispos, que después lo habrían debido destituir y elegir otro (cosa no posible según la doctrina católica, ya que la “Prima Sede no puede ser juzgada por nadie”), bajo pena de caer en la herejía conciliarista, que considera al episcopado superior al Sumo Pontífice.
Como escribía Cayetano (Apologia de comparata auctoritate Papae et Concilii, Roma, Anglicum, ed. Pollet, 1936, p. 112 ss.), el remedio a un mal tan grande como “un Papa criminal” y la crisis en la Iglesia en tiempos de caos, son la oración y el recurso a la omnipotencia asistencia divina sobre Pedro, que Jesús prometió solemnemente. Cayetano cita al Angélico (De regimine principum, lib. I, cap. V-VI) cuando enseña que normalmente los más propensos a rebelarse contra el tirano temporal son los “díscolos”, mientras que las personas juiciosas son capaces de tener paciencia hasta que es posible y sólo como extrema ratio recurren a la rebelión. Por tanto, concluye de ello que si es necesario tener mucha paciencia con el tirano temporal y sólo excepcionalmente se puede recurrir a la rebelión armada y al tiranicidio, en el caso del Papa indigno o “criminal” [2] no sólo nunca es lícito el “papicidio” y la rebelión armada, sino tan siquiera su deposición por parte del Concilio.

Por ello, cuando un Papa cae en el error y no quiere corregirse se puede solamente pedir a Dios que lo convierta o que lo llame a Sí. Con el actual pontífice nos encontramos exactamente en esta situación y ninguna persona puede deponer al Papa por motivo de enormes errores doctrinales (cfr. Amoris laetitia) o de gravísimos escándalos morales (cfr. Viganò-Francisco).
Los fieles católicos de hoy no deben ser turbados ulteriormente por el nauseabundo mal olor de los escándalos morales, sino que deben intentar vivir en gracia de Dios, observando los 10 Mandamientos, mantener íntegra la fe católica y acercarse dignamente a los sacramentos.
Mi consejo, por tanto, es no perder excesivo tiempo siguiendo los escándalos que infectan el mundo y que claman al Cielo y que serán resueltos por el Cielo (“es terrible caer en manos del Dios vivo”, San Pablo, Hb., X, 31), sino santificarse, implorando la justicia misericordiosa de Dios para que purifique el mundo entero como en los tiempos de Abrahán hizo con Sodoma y Gomorra y como nos ha predicho la Virgen en Akita en Japón en 1973.

LA PREVISIÓN DE PIO XII 
Pío XII había previsto bien: “Hoy, casi toda la humanidad va rápidamente dividiéndose en dos bandos opuestos: con Cristo o contra Cristo. El género humano, en el presente, atraviesa una formidable crisis, que se resolverá en salvación con Cristo o en funestísimas ruinas” (Enciclica Evangelii praecones, 2 de junio de 1951).

Nos encontramos, en pocas palabras, en el enfrentamiento final entre la Iglesia y la contra-iglesia. La situación actual es peor que la que precedió a la caída de la Torre de Babel, al diluvio universal, a la destrucción de Sodoma y Gomorra.
FÁTIMA 
El 13 de mayo de 2010, Benedicto XVI, en Fátima, dijo: “Que estos siete años que nos separan del centenario de las apariciones aceleren el prenunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María”. Pero el triunfo del Corazón de maría, según lo que la Virgen dijo a los pastorcitos en Cova da Iria, será precedido por una terrible prueba: “martirio de los buenos, naciones aniquiladas, el Papa martirizado” [3]. En 1994, Juan Pablo II declaró a Vittorio Messori que las palabras de la Virgen en Fátima “parecen acercarse a su cumplimiento” [4].

Antonio Socci sostiene que, según el padre Joaquín Alonso (el archivista oficial de Fátima) en el tercer secreto se hablaría de “un estado crítico de la fe, […], de luchas intestinas en el seno de la Iglesia y de graves negligencias pastorales de la alta jerarquía, […] de défaillances de la jerarquía. Es interesante advertir que la palabra défaillance, en el Diccionario Larousse tiene estos significados: ‘incapacidad de desarrollar plenamente el propio papel o función, inhabilidad. Pérdida improvisa y momentánea de una facultad’” [5].

En un coloquio entre Sor Lucía y el padre Agustín Fuentes (26 de diciembre de 1957), la vidente dijo: “El castigo del Cielo es inminente. […]. Dios ha decidido dar al mundo los últimos dos remedios contra el mal, que son el Rosario y la devoción al Corazón Inmaculado de María. No habrá otros. Cuando Él ve que el mundo no presta ninguna atención a Sus mensajes, entonces nos ofrece “con un cierto temor” la última posibilidad de salvación: la intervención de Su Santísima Madre. Lo hace “con un cierto temor” porque, si tampoco este último recurso tiene éxito, no podremos esperar ya en ningún tipo de perdón del Cielo. No olvidemos que Jesucristo es un hijo muy bueno y no nos permitirá ofender y despreciar a Su Santa Madre” [6].

Juan Pablo II, a su vez, dijo en Fátima (13 de mayo de 1982): “Amenazas casi apocalípticas incumben sobre las naciones y sobre la humanidad”.
CATALINA EMMERICH 
Socci, en su último libro, muy interesante, (La profezia finale) cita a la beata Catalina Emmerich, que el 13 de mayo de 1820 escribía: “He tenido una visión acerca de dos iglesias y dos papas […]. La iglesia más grande es una iglesia extraña, no querida por el Cielo, una falsificación de la Iglesia; la vi crecer y vi herejes de todas las condiciones venir a Roma; pero he visto una Iglesia más pequeña y perseguida, que es la verdadera Iglesia católica” (op. cit., p. 60).
QUITO 
Socci cita también las apariciones de la Virgen en Quito en Ecuador a Sor Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa (1563-1635) y escribe que la Virgen, en el lejano siglo XVII, pedía a las “almas consagradas que se inmolaran por los hombres del siglo XX, que serán los preferidos de Su Corazón, porque en ese periodo el Infierno se desencadenará y muchas almas se perderán” (op. cit., p. 76).
CIVITAVECCHIA E CORNACCHIOLA 
Socci termina citando las quince apariciones de la Virgen en Civitavecchia (en 1995) en la localidad de Pantano (donde ahora surge la iglesia de San Agustín), en las cuales la Virgen habló de la “amenaza de un conflicto nuclear entre Occidente y Oriente, la Tercera Guerra Mundial” (op. cit., p. 86).
Estas son revelaciones privadas, pero han sido aprobadas por la Iglesia. Por tanto, no debe dársele un asentimiento de fe, pero tampoco es lícito despreciarlas. Convergen de manera impresionante con las alrededor de sesenta apariciones que la Virgen de la Revelación reservó a Bruno Cornacchiola desde 1947 a 2001[7], de las cuales cito sólo una: “Los pastores del rebaño no cumplen con su deber. Demasiado mundo ha entrado en su alma para dar escándalo al rebaño y desviarlo de su camino. […]. Antes de que Rusia se convierta y deje el camino del ateísmo, se desencadenará una tremenda y grave persecución. Orad, se puede detener. […]. Alejaos de las cosas falsas del mundo: espectáculos vanos, imágenes obscenas. […]. Satanás está suelto por un periodo de tiempo y encenderá entre los hombres el fuego de la protesta. Hijos, sed fuertes, resistid el asalto infernal. […]. La Iglesia entera sufrirá una tremenda prueba, para limpiar la carroña que se ha infiltrado entre sus ministros. […]. Sacerdotes y fieles serán puestos en un cambio peligroso en el mundo de los perdidos, que se lanzará con cualquier medio de asalto: falsas ideologías y teologías. […]. Habrá días de dolor y de luto. Desde oriente, un pueblo fuerte pero alejado de Dios, lanzará un ataque tremendo y despedazará las cosas más sagradas y santas. […]. El mundo entrará en otra guerra, más despiadada que las precedentes; especialmente será herida la Roca eterna (Roma). La ira de satanás no se mantiene ya; el Espíritu de Dios se retira de la tierra, la Iglesia será dejada viuda, será dejada en poder del mundo. […]. La que será especialmente herida será la Iglesia de Cristo, para limpiarla de las suciedades que hay dentro de ella. […]. Los sacerdotes serán pisoteados y asesinados cruelmente, he ahí la cruz rota junto a la sotana del despojamiento exterior sacerdotal.” (Saverio Gaeta, Il veggente. Il segreto delle tre fontane, Milano, Salani, 2016, pp. 80-88).

“Mala praevisa minus feriunt / los males previstos hacen menos daño”, porque tenemos la posibilidad de recurrir a la oración, a la penitencia y a la conversión sincera. Hoy no puede hacerse más. El mal es más poderoso que las fuerzas de las almas fieles, que buscan sinceramente a Dios, pero la Omnipotencia divina, de cada mal y castigo, sabe sacar un bien mayor. Es con este espíritu de contrición, unido a la confianza, con el que debemos afrontar la prueba final, la cual incumbe ahora sobre nuestras cabezas (v. la situación en Siria, donde los USA amenazan con intervenir y la Rusia de Putin pone en guardia de que este acto desencadenaría una guerra atómica de dimensión mundial).
Robertus 
FIN DE LA PRIMERA PARTE

[1] Cfr. Brunero Gherardini, Concilio Vaticano II. Un discorso da fare, Frigento, Casa Mariana Editrice, 2009; Id., Tradidi quod et accepi. La Tradizione, vita e giovinezza della Chiesa, Frigento, Casa Mariana Editrice, 2010; Id., Concilio Vaticano II. Il discorso mancato, Torino, Lindau, 2011; Id., Quaecumque dixero vobis. Parola di Dio e Tradizione a confronto con la storia e la teologia, Torino, Lindau, 2011; Id., La Cattolica. Lineamenti d’ecclesiologia agostiniana, Torino, Lindau, 2011.
[2] V. Mondello, La dottrina del Gaetano sul Romano Pontefice, Messina, Arti Grafiche di Sicilia, 1965, p. 65.
[3] A. Socci, La profezia finale, Milano, Rizzoli, 2016, p. 19; Id., Il Quarto segreto di Fatima, Milano, Rizzoli, 2006.
[4] Juan Pablo II – V. Messori, Varcare la soglia della speranza, Milano, Mondadori, 1994, p. 243.
[5] A. Socci, La profezia finale, cit., p. 26.
[6] A. Socci, La profezia finale, cit., p. 28.
[7] Francesco Spadafora, Tre Fontane, Roma, Giovanni Volpe, 1984; Giuseppe Tomaselli, La Vergine della Rivelazione, Palermo, 1981; Saverio Gaeta, IL Veggente. Il segreto delle tre fontane, Milano, Salani, 2016.

(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)

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