INTRODUCCIÓN
“sì sì no no” es sobre todo un quincenal antimodernista.
Comienzo, por tanto, una serie de artículos sobre las Encíclicas pontificias
que han condenado los errores semejantes a los del modernismo (habiéndolo
anticipado o habiendo sido efectos suyos), después de haber estudiado, en esta
revista, las Encíclicas y los Documentos de San Pío X sobre el mismo
modernismo.
LA ENCÍCLICA “MORTALIUM ANIMOS”
Comienzo con la Mortalium animos (6 de enero de 1928) de Pío XI, que condena
el falso ecumenismo o las reuniones pan-cristianas, después de haber expuesto
la doctrina católica sobre la verdadera unidad religiosa.
El falso ecumenismo se basa, según Pío XI, en la idea de que “un día u otro, los pueblos, aunque piensen de manera distinta
acerca de Dios, se pondrán, no obstante, de acuerdo en un cierto número de
doctrinas, como sobre un fundamento común de vida espiritual”.
Este “fundamento común de vida espiritual”,
basado sobre la “profesión de un cierto número de doctrinas” se asemeja
mucho a la teoría protestante de los “Artículos
fundamentales”, o sea, al intento de remplazar el magisterio de la
Iglesia por “una apariencia de unidad entre tanta
confusión de ideas. Nació así la idea de los artículos fundamentales,
que debían ser un minimum de doctrina de fe, con
el que todas las sectas pudieran estar de acuerdo” (P. Parente, Dizionario di Teologia dommatica, Roma, Studium, IV ed.
1957, voz Articoli fondamentali, pp. 32-33).
El Papa
continúa: “Con este fin se hacen congresos,
reuniones y discursos […] y tienen la palabra un poco todos: infieles de todo
tipo, cristianos e incluso quienes desertan infelizmente de Cristo”.
Pío XI
condena estas reuniones (cómo no pensar en las reuniones pan-ecumenistas de
Asís, que comenzaron con una revolución de 180 grados en 1986 bajo Juan Pablo
II y continuaron regularmente también con Benedicto XVI y Francisco) y ordena
que “los católicos no pueden de ninguna manera
apoyar intentos como estos, los cuales suponen que todas las religiones son más
o menos buenas y loables”.
La teoría
de la bondad de todas las religiones “no sólo es
una auténtica falsedad, sino que repudia la verdadera religión falseando su
concepto y, así, allana el camino al naturalismo y al ateísmo”. Por
ello, concluye el Sumo Pontífice, aquellos que apoyan estas reuniones “se alejan de la religión revelada por Dios”.
Esta
primera conclusión de Pío XI nos hace comprender toda la gravedad de la
situación en la que, a partir de la primera reunión pan-ecumenista de Asís en
1986, convocada por Juan Pablo II, se encuentra el ambiente católico, que está
gravemente expuesto al peligro de perder la verdadera fe “alejándose de la religión revelada por Dios”.
EL AFFAIRE VIGANÒ-BERGOGLIO
No se trata de estigmatizar, como piensan algunos, solamente los actuales
desórdenes gravísimos in re morali salidos a la luz con el tristísimo asunto
Viganò-papa Francisco, que es la última consecuencia de los errores dogmáticos
comenzados bajo el pontificado de Juan XXIII, sino que todo el conjunto
conciliar y postconciliar es una auténtica apostasía, tendente al “naturalismo” y al “ateísmo”,
“que repudia la verdadera religión, falseando su concepto”. De semejante
apostasía dogmático/doctrinal no podía no seguirse una podredumbre de
desórdenes morales, que está enfangando el ambiente católico a partir de su
vértice precisamente porque de su vértice ha comenzado el error dogmático. En
efecto, si nos desviamos en el orden de las ideas, se llega irremisiblemente a
la degeneración moral, ya que se actúa como se piensa (“agere sequitur esse”).
El
problema actual no puede resolverse sólo con la dimisión del modernista radical
Francisco, que sería como mucho remplazado por un modernista menos radical, por
ejemplo, un kantiano como Ratzinger.
Es necesario remontarse a las causas del desorden actual y resanar la
doctrina conciliar, que abrió el camino, con el Decreto Unitatis redintegratio, a las reuniones pan-ecuménicas
de Asís 1986-2016.
Monseñor Brunero Gherardini [1] había abierto el camino a un serio
debate para la corrección de los errores del Concilio Vaticano II, pero no se
le prestó atención y fue más tarde remplazado por prelados neo-conservadores,
filo-americanistas, próximos a la Amistad judeo-cristiana, que están llevando
al ambiente eclesial (ya muy probado litúrgica, moral y dogmáticamente) al
borde de una situación en la que se corre el riesgo de tener, junto a una
pleamar de fango (que podría sumergir incluso lo poco bueno que subsiste
todavía), también a un Papa no ya abiertamente modernista (como lo es
Francisco), pero más ocultamente modernista (como lo ha sido Benedicto XVI), y,
como el error escondido es más insidioso que el explícito, la situación
posterior sería mucho peor que la actual, la cual es ya por sí sola gravísima.
Meses
atrás (en ámbito neo-conservador, filo-americanista y filo-sionista) se había
partido de la cuestión del Papa hereje que debía ser declarado tal por parte de
los Cardenales o de los Obispos, que después lo habrían debido destituir y
elegir otro (cosa no posible según la doctrina católica, ya que la “Prima Sede no puede ser juzgada por nadie”), bajo
pena de caer en la herejía conciliarista, que considera al episcopado superior
al Sumo Pontífice.
Como escribía Cayetano (Apologia de comparata
auctoritate Papae et Concilii, Roma, Anglicum, ed. Pollet, 1936, p.
112 ss.), el remedio a un mal tan grande como “un
Papa criminal” y la crisis en la Iglesia en tiempos de caos, son la
oración y el recurso a la omnipotencia asistencia divina sobre Pedro, que Jesús
prometió solemnemente. Cayetano cita al Angélico (De
regimine principum, lib. I, cap.
V-VI) cuando enseña que normalmente los más propensos a rebelarse contra el
tirano temporal son los “díscolos”, mientras
que las personas juiciosas son capaces de tener paciencia hasta que es posible
y sólo como extrema ratio recurren a la rebelión. Por tanto, concluye
de ello que si es necesario tener mucha paciencia con el tirano temporal y sólo
excepcionalmente se puede recurrir a la rebelión armada y al tiranicidio, en el
caso del Papa indigno o “criminal”
[2] no sólo nunca es lícito el “papicidio” y la rebelión armada, sino tan
siquiera su deposición por parte del Concilio.
Por ello, cuando un Papa cae en el error y no quiere corregirse se puede
solamente pedir a Dios que lo convierta o que lo llame a Sí. Con el actual
pontífice nos encontramos exactamente en esta situación y ninguna persona puede
deponer al Papa por motivo de enormes errores doctrinales (cfr. Amoris laetitia) o de gravísimos escándalos morales
(cfr. Viganò-Francisco).
Los
fieles católicos de hoy no deben ser turbados ulteriormente por el nauseabundo
mal olor de los escándalos morales, sino que deben intentar vivir en gracia de
Dios, observando los 10 Mandamientos, mantener íntegra la fe católica y
acercarse dignamente a los sacramentos.
Mi consejo, por tanto, es no perder excesivo tiempo siguiendo los
escándalos que infectan el mundo y que claman al Cielo y que serán resueltos
por el Cielo (“es terrible caer en manos del Dios
vivo”, San Pablo, Hb., X, 31), sino
santificarse, implorando la justicia misericordiosa de Dios para que purifique
el mundo entero como en los tiempos de Abrahán hizo con Sodoma y Gomorra y como
nos ha predicho la Virgen en Akita en Japón en 1973.
LA PREVISIÓN DE PIO XII
Pío XII había previsto bien: “Hoy, casi toda
la humanidad va rápidamente dividiéndose en dos bandos opuestos: con Cristo o
contra Cristo. El género humano, en el presente, atraviesa una formidable
crisis, que se resolverá en salvación con Cristo o en funestísimas ruinas”
(Enciclica Evangelii praecones,
2 de junio de 1951).
Nos
encontramos, en pocas palabras, en el enfrentamiento final entre la Iglesia y
la contra-iglesia. La situación actual es peor que la que precedió a la caída
de la Torre de Babel, al diluvio universal, a la destrucción de Sodoma y Gomorra.
FÁTIMA
El 13 de mayo de 2010, Benedicto XVI, en Fátima, dijo: “Que estos siete años que nos separan del centenario de
las apariciones aceleren el prenunciado triunfo del Corazón Inmaculado de
María”. Pero el triunfo del Corazón de maría, según lo que la Virgen
dijo a los pastorcitos en Cova da Iria, será precedido por una terrible prueba:
“martirio de los buenos, naciones aniquiladas, el
Papa martirizado” [3]. En 1994, Juan Pablo II declaró a
Vittorio Messori que las palabras de la Virgen en Fátima “parecen acercarse a su cumplimiento” [4].
Antonio Socci sostiene que, según el padre Joaquín Alonso (el archivista
oficial de Fátima) en el tercer secreto se hablaría de “un
estado crítico de la fe, […], de luchas intestinas en el seno de la Iglesia y
de graves negligencias pastorales de la alta jerarquía, […] de défaillances de la jerarquía. Es interesante
advertir que la palabra défaillance, en el
Diccionario Larousse tiene estos significados: ‘incapacidad de desarrollar
plenamente el propio papel o función, inhabilidad. Pérdida improvisa y
momentánea de una facultad’” [5].
En un coloquio entre Sor Lucía y el padre Agustín Fuentes (26 de
diciembre de 1957), la vidente dijo: “El castigo
del Cielo es inminente. […]. Dios ha decidido dar al mundo los últimos dos
remedios contra el mal, que son el Rosario y la devoción al Corazón Inmaculado
de María. No habrá otros. Cuando Él ve que el mundo no presta ninguna atención
a Sus mensajes, entonces nos ofrece “con un cierto temor” la última posibilidad
de salvación: la intervención de Su Santísima Madre. Lo hace “con un cierto
temor” porque, si tampoco este último recurso tiene éxito, no podremos esperar
ya en ningún tipo de perdón del Cielo. No olvidemos que Jesucristo es un hijo
muy bueno y no nos permitirá ofender y despreciar a Su Santa Madre” [6].
Juan
Pablo II, a su vez, dijo en Fátima (13 de mayo de 1982): “Amenazas casi apocalípticas incumben sobre las naciones
y sobre la humanidad”.
CATALINA EMMERICH
Socci, en su último libro, muy interesante, (La
profezia finale) cita a la beata Catalina Emmerich, que el 13 de
mayo de 1820 escribía: “He tenido una visión acerca
de dos iglesias y dos papas […]. La iglesia más grande es una iglesia extraña,
no querida por el Cielo, una falsificación de la Iglesia; la vi crecer y vi
herejes de todas las condiciones venir a Roma; pero he visto una Iglesia más
pequeña y perseguida, que es la verdadera Iglesia católica” (op. cit.,
p. 60).
QUITO
Socci
cita también las apariciones de la Virgen en Quito en Ecuador a Sor Mariana Francisca
de Jesús Torres y Berriochoa (1563-1635) y escribe que la Virgen, en el lejano
siglo XVII, pedía a las “almas consagradas que se
inmolaran por los hombres del siglo XX, que serán los preferidos de Su Corazón,
porque en ese periodo el Infierno se desencadenará y muchas almas se perderán” (op.
cit., p. 76).
CIVITAVECCHIA E CORNACCHIOLA
Socci
termina citando las quince apariciones de la Virgen en Civitavecchia (en 1995)
en la localidad de Pantano (donde ahora surge la iglesia de San Agustín), en
las cuales la Virgen habló de la “amenaza de un
conflicto nuclear entre Occidente y Oriente, la Tercera Guerra Mundial” (op.
cit., p. 86).
Estas son revelaciones privadas, pero han sido aprobadas por la Iglesia.
Por tanto, no debe dársele un asentimiento de fe, pero tampoco es lícito
despreciarlas. Convergen de manera impresionante con las alrededor de sesenta
apariciones que la Virgen de la Revelación reservó a Bruno Cornacchiola desde
1947 a 2001[7], de las cuales cito sólo una: “Los pastores del rebaño no cumplen con su deber.
Demasiado mundo ha entrado en su alma para dar escándalo al rebaño y desviarlo
de su camino. […]. Antes de que Rusia se convierta y deje el camino del
ateísmo, se desencadenará una tremenda y grave persecución. Orad, se puede
detener. […]. Alejaos de las cosas falsas del mundo: espectáculos vanos,
imágenes obscenas. […]. Satanás está suelto por un periodo de tiempo y
encenderá entre los hombres el fuego de la protesta. Hijos, sed fuertes,
resistid el asalto infernal. […]. La Iglesia entera sufrirá una
tremenda prueba, para limpiar la carroña que se ha infiltrado entre sus
ministros. […]. Sacerdotes y fieles serán puestos en un cambio
peligroso en el mundo de los perdidos, que se lanzará con cualquier medio de
asalto: falsas ideologías y teologías. […]. Habrá días de dolor y de
luto. Desde oriente, un pueblo fuerte pero alejado de Dios, lanzará un
ataque tremendo y despedazará las cosas más sagradas y santas. […]. El mundo entrará en otra guerra, más despiadada que las
precedentes; especialmente será herida la Roca eterna (Roma). La ira de satanás
no se mantiene ya; el Espíritu de Dios se retira de la tierra, la Iglesia será
dejada viuda, será dejada en poder del mundo. […]. La que será
especialmente herida será la Iglesia de Cristo, para limpiarla de las
suciedades que hay dentro de ella. […]. Los sacerdotes serán pisoteados
y asesinados cruelmente, he ahí la cruz rota junto a la sotana del
despojamiento exterior sacerdotal.” (Saverio Gaeta, Il veggente. Il segreto delle tre
fontane, Milano, Salani, 2016, pp. 80-88).
“Mala praevisa minus feriunt / los males previstos hacen menos daño”, porque tenemos la posibilidad de recurrir a la oración, a la
penitencia y a la conversión sincera. Hoy no puede hacerse más. El mal es más
poderoso que las fuerzas de las almas fieles, que buscan sinceramente a Dios,
pero la Omnipotencia divina, de cada mal y castigo, sabe sacar un bien mayor.
Es con este espíritu de contrición, unido a la confianza, con el que debemos
afrontar la prueba final, la cual incumbe ahora sobre nuestras cabezas (v. la
situación en Siria, donde los USA amenazan con intervenir y la Rusia de Putin
pone en guardia de que este acto desencadenaría una guerra atómica de dimensión
mundial).
Robertus
FIN DE LA PRIMERA PARTE
[1] Cfr. Brunero
Gherardini, Concilio Vaticano II. Un discorso da fare,
Frigento, Casa Mariana Editrice, 2009; Id., Tradidi quod et accepi. La
Tradizione, vita e giovinezza della Chiesa, Frigento, Casa Mariana
Editrice, 2010; Id., Concilio Vaticano II. Il
discorso mancato, Torino, Lindau, 2011; Id., Quaecumque dixero vobis. Parola di Dio e
Tradizione a confronto con la storia e la teologia, Torino, Lindau,
2011; Id., La Cattolica. Lineamenti d’ecclesiologia agostiniana,
Torino, Lindau, 2011.
[2] V.
Mondello, La dottrina del Gaetano sul Romano Pontefice,
Messina, Arti Grafiche di Sicilia, 1965, p. 65.
[3] A.
Socci, La profezia finale, Milano, Rizzoli, 2016, p. 19;
Id., Il Quarto segreto di Fatima, Milano, Rizzoli, 2006.
[7] Francesco
Spadafora, Tre Fontane, Roma, Giovanni Volpe,
1984; Giuseppe Tomaselli, La Vergine della Rivelazione,
Palermo, 1981; Saverio Gaeta, IL Veggente. Il segreto delle tre
fontane, Milano, Salani, 2016.
(Traducido por
Marianus el eremita/Adelante la Fe)
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