Una exhortación que se remonta a los primeros siglos de la civilización
cristiana, perennemente valida y universalmente acogida incluso más allá de los
principios de nuestra fe suena así: intentemos
hacer el bien mientras tengamos tiempo. Pero hoy, ¿qué significado tiene “hacer el bien” desde el momento
en que hemos olvidado a Dios, fuente de todo bien, y su Ley, por lo cual
estamos perdiendo incluso la noción del bien y del mal? ¿Es posible
todavía hacer el bien hoy, desde el momento en que estamos
olvidando el Decálogo, habiendo proclamado la apostasía, el
rechazo de Dios y de su Ley?
Evolucionando
los tiempos, las costumbres y el estilo de vida, corremos el riesgo incluso de
atribuir a nuestras acciones un significado distinto del auténtico, hasta
alterar su valor original.
En ámbito legislativo, además, acerca del valor moral de las leyes,
existe el claro intento de alterar los valores cristianos: basta pensar en
algunas leyes como el divorcio y el aborto,
cada vez más facilitados, las uniones homosexuales aprobadas por tantos parlamentarios y
esponsorizadas por una propaganda martilleante, asfixiante y sin pudor; y
pronto tendremos también la ley sobre la eutanasia,
para conformarse a las directivas de los demás Estados modernos. ¡El modelo europeo de progreso civil es volver al
paganismo!
Nos lamentamos a menudo de que “el mundo va
mal”, que aumentan los crímenes, las mafias, los delitos, los robos,
etc., pero pocos tienen la honestidad de indicar como causa principal el
abandono del Decálogo. ¡El rechazo de Dios es la
verdadera causa de nuestros males sociales!
Las autoridades constituidas están muy lejos de
denunciar la apostasía con claridad, sino que prefieren ignorarla,
minimizarla o justificarla, suscitando perplejidad entre los creyentes como:
a) ¿Existe
quizá un tácito acuerdo entre las autoridades institucionales, políticas y
religiosas acerca del reconocimiento público de la apostasía o ambas obedecen al “silencio” impuesto por la
misma fuente mundialista?
b) ¿Cómo es posible que muchos se lamentan por la
grave situación socio-política mundial y sólo unos pocos y tenaces “tradicionalistas” gritan
su indignación y su rebelión frente a la decadencia moral tan generalizada?
c) ¿Por qué tanto clamor acerca de los atentados de
los kamikazes en
Europa, si nuestros responsables políticos, en el plano ideológico, son
cómplices de la “situación
explosiva” que se ha creado en el
continente?
LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL (LC
13, 6-9)
Los Evangelios no acaban nunca de sorprendernos y de ofrecernos
lecciones de vida, por ejemplo, por medio de la parábola de la higuera plantada
en la viña cuyo dueño querría cortar porque desde hace tres años explota el
terreno sin producir frutos, pero el viñador responde: “Señor, déjala todavía este año, hasta que haya cavado a su
alrededor y echado estiércol. Veremos si da fruto en el futuro, si no, la
cortas.”.
Una respuesta lógica y humana, pero también inspirada y divina, porque
el amor del Padre encierra en sí la paciencia y la misericordia de manera
extraordinaria y única, porque nos ama infinitamente y espera solamente
nuestra conversión como válida respuesta a su amor.
A veces,
se escuchan comentarios de este tipo: ¿Qué espera
el Señor para castigar a los malos, responsables de esta situación trágica,
superior al límite de la soportación? ¿Querríamos acaso ponernos a nosotros
mismos en el lugar de la misericordia del Padre? Erigirnos como jueces
del prójimo es fácil, pero sólo Dios puede juzgar porque conoce verdaderamente
nuestro corazón y cuál es la verdadera responsabilidad de cada uno.
Dios es rico en misericordia y
paciencia y, antes de
mandarnos los “castigos” que merecemos,
intenta conducirnos a la conversión de muchos modos, especialmente enviándonos
a la Virgen María para iluminarnos, sostenernos e indicarnos el camino de
vuelta a Dios, el único válido para salvarnos de los asaltos mortales del
maligno.
“Déjala todavía este año…”, es la invitación que Dios hace a todas las creaturas para que acojan
las últimas migas de tiempo a disposición para cambiar de vida y prepararse a
los últimos tiempos: una invitación dirigida a
todos los contemporáneos que se hace cada vez más intensa, porque sin Dios
estamos perdidos.
La parábola de la higuera estéril, en su evidencia, nos golpea y nos
interpela en profundidad, sin alternativas: o
producimos frutos de bien, de justicia y de paz, como es el deber de todo
bautizado, o estamos destinados al fuego inextinguible de la Gehenna.
Un lenguaje simple, comprensible para todos, de manera que todos puedan
responder a las preguntas fundamentales que Dios nos hace para alcanzar el fin
de nuestra vida: hacer fructificar los talentos recibidos como don y merecer la Vida Eterna.
JESÚS, POR AMOR, ENTREGO SU VIDA PARA
SALVARNOS
Dios
intenta ayudarnos de todas las maneras, especialmente intenta ayudar a aquellos
cristianos que, en gran número, han abandonado la verdadera Fe, prefiriendo la
indiferencia o las falsas doctrinas, esto es, el camino de la perdición.
Ante la situación de apostasía generalizada de las naciones cristianas, el Cielo, desde
hace muchos años, se mueve para ponerle remedio, especialmente porque las
instituciones eclesiales no hablan o no se preocupan excesivamente de ella.
En 2017 recordamos el centenario de Fátima, celebración muy esperada, pero también muy temida por
aquellas “autoridades” que, de manera
imprudente, por no pronunciar otras palabras, manipularon el texto del tercer
secreto. ¿Cómo responderá Dios a semejante
provocación?
Con
sencillez y también con gran fuerza, entre tanto el Cielo nos informa sobre
algunas realidades:
·
La humanidad está
afrontando los últimos tiempos y la Santísima Virgen María viene en ayuda
nuestra.
·
La Madre de Dios
interviene en la historia con autoridad, discreción y amor materno.
·
La jerarquía, por
motivos misteriosos, impenetrables, no puede ayudarnos más allá de los esquemas
habituales.
·
Varios políticos,
vinculados al yugo de los enemigos de la Iglesia, están inscritos en las logias
masónicas.
·
Numerosos enemigos
de Dios, lobos vestidos de corderos, intocables, están sentados en sedes
prestigiosas.
·
Varios enemigos de
la humanidad, infiltrados en las instituciones, forman una verdadera conjura
planetaria.
·
Dios se sirve hoy
del terrorismo islámico para castigar la infidelidad y la traición de los
cristianos.
·
La masonería que
domina el mundo, extorsionándolo con el dinero, dará pronto a la luz al
anticristo.
·
La Santísima Virgen
María tiene el objetivo de convertir a Cristo a gran parte de la humanidad.
·
Con el horrible
flagelo del anticristo contra la Iglesia, el reino de satanás acabará para
siempre.
“SOIS POBRES EN AMOR”
Para hacer el bien, debemos ser ricos en amor, dispuestos y disponibles
a amar al prójimo como a nosotros mismos, a responder a sus necesidades
materiales y morales, dispuestos a amar
incluso a nuestros enemigos, como nos pide Jesucristo; amar a los
enemigos comporta también un gran mérito.
Al final
de nuestra vida seremos juzgados sobre el amor hacia Dios y hacia el prójimo,
superando las dificultades que surgen de las diferencias de raza, lengua, etc.,
que debemos superar para dar acogida y hospitalidad a millones de prófugos que
llegan a nuestras costas.
Para hacer todo esto, sin embargo, deberemos superar también el criterio
racional que nos pide valorar las causas de un éxodo de dimensiones bíblicas y
elegir entre las diferentes etnias a acoger o a rechazar, porque frente a la
urgencia del problema no es posible hacer diferencias más allá de las normas
debidas de prudencia y de seguridad social. Se encuentran en la necesidad y es
humano y evangélico acogerles. Frente al fenómeno de la emigración masiva,
surge lógicamente la pregunta sobre las causas que la han provocado:
inmediatamente es atribuida a las guerras y al hambre, pero ¿quién ha creado las condiciones trágicas para provocar
semejante éxodo bíblico?
Entre tanto, sorprende cómo el fenómeno ha comenzado contemporáneamente a la así llamada “primavera árabe”, estallada en los Países del
Norte de África, poblados desde hace siglos por musulmanes, precedida y seguida
por millones de habitantes de Medio Oriente después de las guerras de
Afganistán, Irak, Irán y Siria, estas últimas también de mayoría islámica. La
guerra es la causa primera, pero ¿y si semejante
situación de conflicto hubieses sido creada adrede para ejecutar las órdenes de
los señores del mundo, que han programado todo fríamente en un despacho para
mantener el sector bajo su universal control?
Incluso un observador superficial, en semejante situación está tentado
de preguntarse: – ¿Cómo es posible que poblaciones
en gran parte musulmanas, que han vivido durante siglos en paz entre ellas, se
ven obligadas a abandonar sus Países, reducidos a cementerios y ruinas, para
“salvarse” de la muerte? ¿o quizá para “ocupar” la Europa post-cristiana? ¿No
viene la duda o la sospecha de que todo haya sido programado por los genios del mal para poner en dificultades al resto
de la civilización cristiana y ocupar Roma, San Pedro y el Vaticano? ¿Quién hay
detrás del drama de la gran invasión de los musulmanes
en Europa, y en Italia en particular? Respondiendo con
lucidez y sentido común a esta pregunta nos acercamos mucho a la verdad y a los
arcanos secretos de nuestra época.
¿Y si Jesucristo, Dios Omnipotente, alterando el
programa de sus enemigos, utilizase la invasión de los musulmanes para
castigar primero a los cristianos apóstatas y después hiciera que se
convirtiera el Islam a la Verdad junto con las demás falsas religiones,
comprendido el Judaísmo, como fue previsto por el apóstol Pablo, en la
proximidad de los últimos tiempos…?
Los
enemigos de Dios están construyendo una situación de una gravedad excepcional,
que está yéndoseles de las manos: incluso los
políticos, sus cómplices, no saben ya cómo remediarla… Sólo Dios puede
remediar esta catástrofe y nosotros nos atrevemos a esperarlo, con nuestras
oraciones, especialmente con la oración del Rosario: pero esto haría ya parte
del programa previsto por los profetas modernos para el final de los tiempos.
Estamos viviendo los tiempos del Apocalipsis, pero no sabemos valorarlos porque
nadie habla de ello, tampoco en ámbito eclesial…
En este punto nos viene en ayuda el gran proyecto que la Providencia ha
preparado como un gran plan de salvación por medio de la Virgen María, a quien el
Cielo ha confiado el encargo de acompañar la suerte del género humano hasta el
final. En proximidad del final no son los amigos de Dios y de la Santísima
Virgen los que ha de tener miedo, sino que serán los adeptos de las sociedades
secretas vinculadas a satanás y al anticristo los que temblarán de miedo.
Marco
(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)
No hay comentarios:
Publicar un comentario