«Uno de los frutos del Concilio Vaticano II,
asimilado a lo largo de los tiempos en Medellín, Puebla y Aparecida y leído en
los diversos países de la América Latina, muy especialmente en la Argentina, ha
sido la llamada teología del pueblo.
Ahora con el papa Francisco esta peculiar manera de comprender el
pueblo cristiano y su religiosidad ha ganado Roma… uno de los grandes
conocedores de la realidad teológica hispanoamericana y más en concreto uno de los jesuitas más cercanos al papa Bergoglio, el padre Scannone, nos ofrece las características de la teología
del pueblo (TP) y su presencia más que directa en la Evangelii Gaudium». [1]
Scalfari: Hace tiempo me dijo Usted que el mandamiento «Ama a tu prójimo
como a ti mismo» tenía que cambiar debido a los tiempos oscuros que estamos
atravesando, y convertirse en «más que a ti mismo». Así que anhela Usted una
sociedad dominada por la igualdad. Como Usted
sabe, ése es el programa del socialismo de Marx y después, del comunismo. ¿Piensa, por lo tanto, en una sociedad de tipo marxista?
Francisco: «Se ha dicho a
menudo y mi respuesta siempre ha sido que, en todo caso, son los comunistas los que piensan como los
cristianos. Cristo habló de una sociedad donde fueran los pobres, los
débiles, los marginados, quienes decidieran. No los demagogos, no los Barrabás,
sino el pueblo, los pobres, independientemente
de que tengan o no fe en el Dios trascendente, es a
ellos a los que debemos ayudar para que logren la igualdad y la libertad». Su atractivo perdurable (del comunismo) radica en gran medida en
el hecho de que muy pocos han podido comprender su naturaleza. La mayoría
en cambio sucumbe a su engaño, hábilmente oculto por las promesas más
extravagantes.[2]
I. «TEOLOGÍA DEL PUEBLO»: INTEGRISMO
ANTI-RICOS
A partir de 1960, aparecieron las condiciones históricas para una iglesia que nazca del pueblo. Frente a una Iglesia de
cristiandad, encarnada en una clase hegemónica apareció una Iglesia popular, capaz de integrarse
en la sociedad revolucionaria, una iglesia libertadora cuyas características
son totalmente distintas y opuestas a la primera. En ella son los laicos quienes detentan
el poder sagrado, depositado por el Espíritu Santo en la comunidad primitiva [3], luego, la Iglesia del Pueblo es un repudio a la Iglesia tradicional como
institución jerárquica y dogmática, a la que considera un aburguesamiento del cristianismo. Es la
división, la misma división de la lucha de clases, una es la “Iglesia Popular”,
pero yo como cristiano considero que es también la Iglesia verdadera, porque la
otra, apoya a los explotadores, traiciona el Evangelio (Ernesto Cardenal).
El dominio de la Iglesia post Vaticano II por anti-anti-comunistas se compendia en el Misal francés de
1983, que conmemoró el centenario de la muerte de Karl Marx.
Mientras antes del Vaticano II, la Iglesia Católica y los prelados
católicos constituyeron generalmente la vanguardia de la resistencia al
comunismo, hoy la teología
de la liberación en sus varias corrientes, como la «teología del pueblo» se
manifiesta a través de eclesiásticos católicos y también laicos como la
vanguardia de la Revolución, que verifica por doquier el trabajo de la
Revolución, con las instituciones eclesiásticas actuando como auxiliadoras de
la agitación y la propaganda marxista revolucionaria, con los traidores
eclesiásticos que buscan por todas partes minar las defensas de lo que queda
del mundo libre, en poco tiempo más la Revolución no puede más que triunfar.
Juan Luis Segundo S.J, «en su libro Liberación de la Teología dice
que ha llegado la hora de la epistemología, es decir, la de
analizar, más que el contenido,
el método mismo de la
teología latinoamericana y su relación con la liberación… llama a
este método círculo hermenéutico, y en una primera aproximación lo define de
esta manera: El continuo cambio en nuestra interpretación
de la Biblia en función de los continuos cambios de nuestra realidad presente,
tanto individual como social. Hermenéutica
significa interpretación. El carácter circular de dicha interpretación va en
que cada nueva realidad obliga a interpretar de nuevo la revelación de Dios, a
cambiar con ella la realidad y, por ende, a volver a interpretar… y así
sucesivamente […].
No hace falta mucha imaginación para sospechar que el método de
Segundo no es más que el materialismo histórico
de Carlos Marx, con sus nociones de
infraestructura y de superestructura (ideología), aplicado a la teología. Así
lo confirma explícitamente el mismo Segundo en otras páginas de su libro: con un teoría como el materialismo histórico, llegamos a un punto
de nuestro círculo: tenemos una teoría que nos permite descubrir la verdadera
realidad en el sentido mismo de nuestro compromiso histórico». [4]
Juan Luis Segundo y otros en realidad presentan el mismo pensamiento de
algunos seudoteólogos europeos marxistas, sólo que en una nueva forma y bajo un nuevo enfoque, y de esta manera elaboran su propia
seudo-teología marxistoide y la ponen al servicio de la revolución marxista en
América Latina; y lo hacen de manera muy parecida a la labor de sus compañeros
y consejeros europeos, los cuales, en el mismo tiempo, la presentan bajo el
nombre de la teología
de la revolución, o de la teología de la violencia,
o de la teología política, como los
comunistas-marxistas-leninistas confesos y declarados Paul
Blanquart, fraile dominico y profesor de la Universidad Católica de
París, quien
no cree en Dios ni en el alma inmortal, y
J. Girardi, fraile salesiano, en su tiempo
profesor de la Universidad Gregoriana de Roma y después de la Universidad
Católica de París.
El erudito jesuita Bertrand de Margerie,
refutó a su cohermano Jon Sobrino, quien inspirándose en Cullmann, piensa que «sin duda alguna
Jesús considera una injusticia que haya ricos y pobres». Lógicamente, para él,
los ricos deberían renunciar a sus bienes para seguir a Jesús: nos encontramos
aquí muy lejos de Agustín y de las encíclicas pontificias; para decirlo en
pocas palabras, nos encontramos en pleno «integrismo anti-ricos», lo que no es
nada sorprendente habida cuenta que los teólogos de la liberación -en su
conjunto- son tributarios del plan económico-social del marxismo y poco fieles a la doctrina social de la
Iglesia.[5]
Como señaló el gran estudioso de la infiltración
marxista en la teología, el Padre Miguel Poradowski, las teologías latinoamericanas de la
liberación (TLL) no son teologías ni
latinoamericanas: efectivamente, las raíces de las TLL están en la «teología política» europea de
postguerra y en las anteriores corrientes del pensamiento de algunos católicos
franceses promarxistas… Prácticamente las TLL son solamente unas nuevas
formulaciones de la antigua trampa marxista, que consiste en llevar a los
cristianos a la revolución marxista. De eso los marxistas ya se preocupaban al
final del siglo XIX (para que los cristianos se caven su propia tumba). «El comunismo, no penetra por un ataque frontal,
sino solapadamente por los flancos, con el sistema de la infiltración». 6] «El progresismo —continúa
Monseñor Corso en el mismo documento— es un grado más perfecto y de no poca
eficacia de la infiltración comunista dentro de las filas católicas». «Los marxistas aplicaron un
método profundamente sicológico (y muy efectivo), a saber, el método de
graduación. Primero, por una propaganda adecuada (durante los retiros espirituales,
“jornadas”, “encuentros”, “congresos”, etc., y en los artículos de los
periódicos teológicos) se efectuó un “lavado de cerebros” y de esta manera se
“lavaron” de la mentalidad de una parte del clero, la formación y educación
recibidas en los seminarios y universidades católicas; después, ya con toda
facilidad pudieron inyectar, por pequeñas dosis, la cosmovisión marxista y
especialmente el concepto marxista del cristianismo». [7]
Consecuentemente, como afirmó el Padre Scannone S.J., la teología del pueblo, está en la base
de lo que está haciendo y diciendo el papa Francisco. No es sorprendente que en la estela del
Vaticano II, los errores de Rusia se hubieran difundido con audacia cada vez
mayor por la Iglesia, y particularmente por medio de la «teología de la
liberación» que es esencialmente marxismo revolucionario traducido a un modismo
diseñado para hacerlo aceptable a una generación ya desposeída de sana instrucción
catequética por la supresión del Catecismo Católico, por la misma mafia
postconciliar de los neomodernistas anti-anti-comunistas.[8]
II. EL PODER DEL SANTO ROSARIO PARA LAS
NACIONES
Los santos han llamado al rezo del Rosario una señal de predestinación al Cielo, y
los escritos de los santos no contienen errores de doctrina.
Cuando Nuestra Señora se apareció en Fátima, en el fatídico año de
1917, comenzando
el mes mariano de Mayo y terminando el mes mariano del Rosario, el 13 de cada mes, en cada una de las 6
apariciones, la Madre de Dios le dio a la humanidad el antídoto para el veneno
del comunismo ateo en el mundo, es decir el Santo Rosario.
De hecho, en la última aparición el 13 de octubre, Nuestra Señora se
presentó como la Reina
del Santísimo Rosario, sostenía en una mano el Rosario y en la otra el
Escapulario del Carmen.
La petición de Nuestra Señora fue recen diariamente el Rosario, pero pocos
atendieron su llamado, y ya sabemos sus consecuencias.
Dijo la hermana Lucía: «No
hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora
con el rezo del Santo Rosario».
Austria: Al
término de la Segunda Guerra Mundial, los aliados hicieron algo espantoso:
entregaron la Austria católica a los soviéticos. Tres años aguantaron los
austriacos la dominación comunista, pero ya era demasiado. Querían que los
soviéticos salieran de su país, pero ¿qué podía
hacer Austria de sólo siete millones contra doscientos veinte millones?
Entonces
un sacerdote, Pater Petrus, recordando el
milagro de Lepanto por el poder del Rosario, pidió una Cruzada del Rosario
contra los soviéticos.
En 1954 uno de los
gobernantes supremos de la URSS declaró: «Lo que ocupamos nunca lo
abandonaremos», pero Austria fue liberada. ¿Por qué? ¿Cómo
es que los rusos la abandonaron sin guerra y sin el uso de la fuerza, aunque no
era sino una nación pequeña, desarmada?
La
respuesta debe buscarse en el poder del Rosario. Un millón de ellos, con el
Canciller Figl a la cabeza, prometieron rezar el
Rosario todos los días. El 13 de mayo de 1955, aniversario del día de la
primera aparición en Fátima, los rusos decidieron salir de Austria.
En setiembre de 1972, un obispo austríaco, hablando ante todo el
episcopado del país, y de más de 30.000 personas, en ocasión del 25º
aniversario de la Reparación del Rosario, declaró: Tal como Austria fue liberada del yugo
comunista por el rezo ferviente del Rosario, será de la misma manera por el
arma del Rosario que el mundo será liberado de los ataques del demonio y sus
secuaces. Si rezamos el Rosario, Nuestra Señora nos dará verdadera
libertad y paz.
Brasil: En noviembre de 1964, la edición del Reades´Digest publicó un artículo
titulado «El
país que se salvó a sí mismo». Ese país fue Brasil, en
1961 el escenario había sido montado
para invadir Brasil, justo como sucedió en Cuba. Pero
fueron las mujeres del Brasil con sus rosarios
que frustraron la invasión. Doña Amelia Bastos organizó la campaña,
y las católicas del Brasil con las camándulas en sus manos o alrededor de sus
cuellos emitieron una proclama de 1.300 palabras: Esta nación que
Dios nos ha dado, tan inmensa y maravillosa como es, se encuentra en grave
peligro. Hemos permitido a hombres de ambición desmedida, sin fe cristiana ni
escrúpulos, traer la miseria a nuestro pueblo, destruyendo nuestra economía,
transgrediendo nuestra paz social, para crear odio y desesperación. Se han
infiltrado en nuestra nación, en nuestro gobierno, en nuestras fuerzas armadas
y aún en nuestras iglesias… ¡Madre de Dios, sálvanos del fatal destino y el
sufrimiento de las mujeres martirizadas de Cuba, Polonia, Hungría y otras
naciones esclavizadas!
Las mujeres recorrían las calles rezando el Rosario en voz alta y
cantando himnos. El 17 de marzo de 1964, se organizó la Marcha de la Familia por la Libertad con
la ayuda de Dios. Todas las semanas, el Cardenal Arzobispo de Río de
Janeiro ponía a los católicos en guardia, pidiéndoles oración y
penitencia de
acuerdo al espíritu de Fátima, para obtener la misericordia de Dios por
la intercesión de Nuestra Señora.
Es igualmente cierto que una fuerza inexplicable, humanamente hablando,
hizo colapsar como un castillo de
naipes, toda la organización militar que había sido paciente y diabólicamente montada
durante varios años. El 31 de marzo de 1964, sin conflicto armado y sin
ninguna efusión de sangre, sonó la hora de la paz y de la libertad. Un
periodista escribió «La sujeción de Brasil al
comunismo pareció inminente. Sin embargo no ocurrió, gracias a la fuerza del
Rosario». [9]
San Luis María Grignion de Montfort nos
dice: «Tenga gran cuidado de evitar
las trampas en las que cae mucha gente durante el Rosario… el peligro de no
pedir ninguna gracia, de manera que si a alguna persona se le preguntaría cuál
era su intención en el Rosario no supiera que decir. Ten, pues, siempre ante la
vista una gracia que pedir, una virtud que imitar o un pecado a evitar». [10]
Debemos rezar. En
Fátima, Nuestra Señora insistió en el Rosario, al menos cinco decenas cada día.
Debemos rezar porque es por la oración que salvaremos nuestras almas. El que reza será salvo. El que no reza
será condenado dijo San Alfonso de Ligorio. Eso es especialmente cierto en
nuestros tiempos porque estamos
viviendo en un tiempo de apostasía, la
Gran Apostasía predicha en la Sagrada Escritura cuando aún los
elegidos serían engañados, si eso fuera posible.
Nuestra Señora prometió a Santo Domingo de
Guzmán y al Beato Alano que si rezábamos el Rosario todos los
días no caeríamos en la herejía. Y si
alguno ya hubiera caído en herejía, eso es, hubiera sido engañado por el diablo
y sus seguidores al negar un artículo de la Fe, y pudiera ser llevado al
infierno de persistir en ese error, Nuestra Señora prometió que por el rezo
cotidiano del Rosario, no estaría en herejía por mucho tiempo. La oración,
especialmente el Rosario, es más importante para todos nosotros hoy más que
nunca.
Es cierto que unos pocos, un remanente de los fieles, permanecerán aun
en el tiempo del total azote de la apostasía y la conquista mundial por el
Anticristo, mientras siga sin cumplirse el pedido de Nuestra Señora de
consagrar Rusia.[11]
III. Oración a Nuestra Señora de Fátima
(compuesta por D. Plinio Correa de Oliveira, pidiéndole que nos aparte el
flagelo del comunismo ateo):
¡0h!, Reina de Fátima, en esta hora de tantos peligros para nuestro País
y todas las naciones de América Latina, apartad de ellas el flagelo del
comunismo ateo. No permitáis que consiga instaurarse, en tantos países nacidos y
formados bajo el influjo sagrado de la Civilización Cristiana, el régimen
comunista que niega todos los Mandamientos de la Ley de Dios. Para esto, ¡oh, Señora!, mantened vivo e incrementad el rechazo que el
comunismo ha encontrado en todas las clases sociales de América Latina.
Ayudadnos
a tener siempre presente que:
a) El Decálogo nos
manda amar a Dios sobre todas las cosas, no
tomar su Santo Nombre en vano y guardar los domingos y fiestas de precepto. Y
el comunismo ateo hace todo para extinguir la Fe, llevar a los hombres a la
blasfemia y crear obstáculos a la normal y pacífica celebración del culto;
b) el Decálogo
manda honrar padre y madre, no pecar contra la
castidad y no desear la mujer del prójimo. Ahora bien, el
comunismo desea romper los vínculos entre padres e hijos, entregando la
educación de éstos en manos del Estado. El comunismo niega el valor de la virginidad
y enseña que el casamiento puede ser disuelto por cualquier motivo, por la mera
voluntad de uno de los cónyuges;
c) el Decálogo
manda no hurtar y no codiciar los bienes
ajenos. Y el comunismo niega la propiedad privada y su tan
importante función social;
d) el Decálogo
manda no matar. Y el comunismo
emplea la guerra de conquista como medio de su expansión ideológica y promueve
revoluciones y crímenes en todo el mundo;
e) el Decálogo
manda no levantar falso testimonio,
y el comunismo usa sistemáticamente la mentira como arma de propaganda.
Haced que, cerrando resueltamente las puertas a la penetración
comunista, nuestra Patria y todas las naciones hermanas de América Latina
puedan contribuir para que se acerque el día de la gloriosa victoria que
predijisteis en Fátima con estas palabras tan llenas de esperanza y dulzura: «Por fin, mi Inmaculado Corazón
triunfará».
_____
[5] DE MARGERIE,
S.J., P. BERTRAND, Crítica al libro de Jon
Sobrino, S.J. Jesús en América Latina su significación para la fe y la
cristología.
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