El Prefecto de la Congregación para la Educación
Católica, Cardenal Giuseppe Versaldi, explicó cómo elegir mejor a los
candidatos al sacerdocio para así evitar que vuelvan a ocurrir abusos sexuales
en la Iglesia.
En un artículo titulado “Vocaciones
equilibradas y maduras”, publicado en el diario del Vaticano,
L’Osservatore Romano, el Cardenal recordó que hace unos días el Papa Francisco
dijo a un grupo de obispos que es necesaria “una
particular atención al clero y al seminario”, porque “no podemos responder a los desafíos que tenemos sin actualizar nuestros procesos de selección,
acompañamiento y valoración”.
“La indicación del Papa Francisco es importante y
se integra con lo que la Iglesia está haciendo para descubrir y reprimir los
casos de abusos de menores de parte de sus sacerdotes. Es importante porque no
se limita a actuar en las consecuencias sino que quiere ir a las causas de tales crímenes”, escribió el Cardenal.
En el artículo el Purpurado preguntó “cómo
es posible que los años de formación” de los seminaristas no hayan sido
suficientes “para descubrir las debilidades y la
inmadurez que llevaron a los abusos de menores”. Ante esto, recordó
algunas normas canónicas que deben guiar el proceso de selección de candidatos
al sacerdocio.
El Cardenal citó el canon 1029 que se establece que los candidatos deben
tener “cualidades físicas y psíquicas congruentes
con el orden que van a recibir”, mientras que el canon 1051 señala la
necesidad de contar con un atestado sobre el “estado
de salud física y psíquica” de los mismos.
Además, el canon 1052 precisa que, luego de pasar todas las
indagaciones, si “el Obispo duda con razones
ciertas de la idoneidad del candidato para recibir las órdenes, no lo debe
ordenar”.
“Grande es la preocupación de la Iglesia acerca de
la calidad de quienes se admite a las órdenes sagradas. La primera preocupación
es entonces la de excluir personas que sufran de patologías, al punto que en
tales casos, incluso si la persona ya ha sido ordenada, sería irregular o
estaría impedida de ejercer su ministerio”, destacó
el Purpurado en referencia al canon 1041.
Asimismo, señaló que “la Iglesia no se
contenta con excluir del sacerdocio a quien está enfermo, sino que propone en
positivo las virtudes humanas
necesarias para ejercer el ministerio sacerdotal”.
En ese sentido, recordó que San Juan Pablo II, en el documento Pastores
dabo vobis, indicó que “los futuros presbíteros
deben cultivar una serie de cualidades para la construcción de personalidades equilibradas, fuertes y libres,
capaces de soportar el peso de la responsabilidad pastoral”.
Ante esto, dijo que la ordenación de personas que luego fueron
abusadores, se debió a que “el discernimiento sobre
la idoneidad para la ordenación estuvo errado en cuanto se limitó a excluir el
fenómeno patológico, sin profundizar en la valoración de los signos que
generaban malestar, ni en la verificación en positivo de la madurez psíquica de
los sujetos”.
“Justamente por eso el Papa reclama la necesidad de
actualizar los métodos de formación”, para que
permitan “una valoración profunda y no superficial
de los requisitos para la ordenación”. “Pero esto exige -indicó- una actualización también de los formadores en los
seminarios para que sean capaces de ver los signos de alarma y no solo
los comportamientos patológicos de los candidatos”.
El Prefecto explicó que una investigación realizada hace algunos años “subrayó que, también en ausencia de psicopatologías, una
buena parte de quienes llegaban al sacerdocio, a pesar de su buena voluntad, no
se conocían lo suficiente en sus fragilidades psíquicas, y afrontaban luego la vida sacerdotal con
expectativas irreales y desproporcionadas a sus capacidades reales, lo
que generaba que dejaran el ministerio o buscaran compromisos o compensaciones,
con frecuencia en el campo sexual”.
La investigación titulada “Antropología de
la vocación cristiana. Confirmaciones existenciales”, mostró además la “insuficiente ayuda recibida por los candidatos en los
años de formación de parte de sus formadores”.
La investigación recomendó “mejorar la
formación de los formadores, para que sean capaces de reconocer los signos,
incluso escondidos, de fragilidad psíquica y, a través de la colaboración de
los expertos, ayudar a los jóvenes a conocerse de modo más profundo y real, para que sean libres y capaces de realizar su
ideal vocacional”.
Para el Cardenal Versaldi, si estas recomendaciones y otras similares
que la Congregación para la Educación Católica dio en 2008, se hubieran
seguido, “se habría evitado muchos errores y
escándalos”.
Luego de afirmar que se necesita seguir trabajando para prevenir los
abusos, el Cardenal destacó que para hacer “más
creíble la acción de la Iglesia contra la pedofilia entre el clero” hace
falta “la necesaria colaboración con las
autoridades civiles”.
Para concluir, el Prefecto explicó que la tarea de la evangelización
debe realizarse considerando que, “como escribe el
Papa en la Evangelii gaudium ‘sería un error entenderla como un esfuerzo
heroico personal’”, ya que la obra es de Cristo, “más allá de lo que podemos entender y comprender. Jesús es el primer
y más grande evangelizador”.
POR WALTER SÁNCHEZ
SILVA | ACI Prensa
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