sábado, 21 de enero de 2017

¿POR QUÉ DEBEMOS RECORDAR EL PASADO ENTRE MUSULMANES Y CRISTIANOS?

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La historia de 13 siglos entre musulmanes y cristianos no existe.
Nadie la recuerda.
Ni siquiera con las crueles matanzas de cristianos por el Estado Islámico en Siria e Irak.
Tampoco nos interesarnos en la historia cuando vemos los atentados jihadistas, prácticamente diarios, en Europa.
Ni las violaciones de mujeres por inmigrantes musulmanes que se han desbordado en Europa.
Todas estas cosas nos deberían hacer mirar para atrás y analizar lo que ha sido nuestra historia con el Islam.
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Pero no, somos impermeables. Parece que el Islam hubiera nacido ayer y no tuviera una historia plagada de violencia con los cristianos.
Sin embargo, a poco que mires para atrás tendrás la sensación que ya pasamos por esto.
Y convendrás que la situación actual entre los musulmanes y el cristianismo, especialmente el catolicismo, está repitiendo las persecuciones de siglos anteriores contra los cristianos. 
Podemos dar el beneficio de la duda y abrir una cuota de expectativa de que la historia puede cambiar; pero esa expectativa no nos puede desarmar y dejar desprotegidos.
Por eso haremos bien en recordar la máxima de Jorge Santayana“Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”.
UN LIBRO DEL 2013 QUE ES PROFÉTICO
Quizás lo que dice este libro nos ayude a refrescar la memoria.
El libro de Andrew Bieszad “Leones de la Fe: Santos, Beatos, y héroes de la fe católica en la lucha con el Islam”, narra las vidas de santos, mártires y héroes.
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Quienes fueron atrapados en la lucha entre el Islam y el cristianismo, que comenzó en el siglo VII y continúa hasta nuestros días. 
Los 800 mártires de Otranto que fueron canonizados por el Papa Francisco aparecen en estas páginas.
Al igual que los siete monjes de Tibhirine, Argelia, cuya muerte a manos de los terroristas islámicos en 1996 es el tema de la película de 2010 De dioses y hombres.
El autor también cuenta la historia de muchos santos menos conocidos, como Santa Casilda de Toledo, que era musulmana, pero se convirtió a la fe como resultado de su contacto con los prisioneros católicos a quien ella cuidaba en secreto.
Además de los santos y de los mártires, Leones de la Fe también ofrece breves relatos de las hazañas de los héroes católicos como Carlos Martel.
Quien rechazó a un ejército musulmán en la batalla crucial de Poitiers en el año 732.
Y el rey Juan Sobieski, cuya victoria de 1683 sobre los turcos a las puertas de Viena inició la decadencia del Imperio Otomano.
LOS MUSULMANES APROVECHARON HISTÓRICAMENTE LAS DIFERENCIAS ENTRE CRISTIANOS
Aunque la mayor parte del libro trata de los primeros mil años de lucha entre el Islam y el cristianismo, es tan contemporáneo como las noticias de hoy.
Como observa el autor, en realidad nada ha cambiado: los problemas básicos y las diferencias entre el cristianismo y el Islam permanecen.
La principal de ellas es la convicción islámica que todas las demás religiones deben ser subyugadas bajo el Islam. Así, como observa Bieszad,
“La realidad que la Iglesia del siglo VII se enfrentó es la misma en el siglo XXI”.
Una de estas realidades – que todavía está muy presente entre nosotros – es que los cristianos de Occidente eran rara vez capaces de lograr la unidad en la resistencia a la islamización.
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De hecho, en numerosas ocasiones reinos cristianos se aliaron con el Imperio Otomano musulmán contra otros cristianos.
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“Es mejor un turco que un papista”
era una consigna popular entre los calvinistas holandeses.
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Y en su lucha contra la España católica, marineros holandeses llevaban una medalla en forma de media luna, con esa inscripción.
A lo largo de gran parte de los siglos XVI y XVII, los católicos estaban luchando una guerra en dos frentes – contra los musulmanes en el sur y en el este, y en contra de los protestantes en el norte. 
Los líderes musulmanes entendían las diferencias entre católicos y protestantes y eran expertos en explotarlas.
En varias ocasiones, se formaron alianzas entre los otomanos y los calvinistas holandeses, hugonotes franceses, ingleses protestantes, y los príncipes protestantes de Hungría y Transilvania.
Cabe señalar, sin embargo, que los católicos a veces se aliaron con los otomanos contra otros católicos, como cuando el rey Francisco I de Francia se alió con Suleiman el Magnífico en contra de los Habsburgo.
SUCEDE EN LA ACTUALIDAD
Los éxitos musulmanes en Europa se deben, al menos en parte, a las divisiones políticas y religiosas dentro de la cristiandad. Una situación similar existe en la actualidad.
La rápida expansión mundial del fundamentalismo islámico en los últimos años se debe en gran parte al hecho de que las potencias occidentales han lanzado su peso detrás de los fundamentalistas.
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A quienes han apoyado para crecer, como fue la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes y los gobiernos de tipo Hermandad Musulmana en Egipto y el norte de África.
Del mismo modo, la presión y la influencia occidental contribuyeron en gran medida a la subida del gobierno islamista de Recep Erdogan en Turquía y al declive de la dominación secular allí.
En el tercer mundo la propagación del Islam ha sido posible gracias a las intervenciones militares, en Occidente su propagación se ha visto facilitada por numerosas intervenciones culturales.
En Europa y cada vez más en los Estados Unidos, los políticos, académicos, periodistas, jueces, y las élites multiculturales han tomado esencialmente partido por los intereses islámicos y contra sus propios pueblos y tradiciones.
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El ejemplo más obvio de este sesgo pro-Islam se ha encontrado en la política europea de inmigración.
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Lo que ha permitido la afluencia de un número masivo de musulmanes en Occidente con poca preocupación por su asimilación.
SE LE REGALÓ UNA CABEZA DE PLAYA AL ISLAM EN OCCIDENTE
Al Islam se le permitió establecer una cabeza de playa cultural en Europa.
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En combinación con las altas tasas de natalidad de los musulmanes y con el rechazo a la asimilación de los musulmanes y los multiculturalistas por igual, estas políticas de inmigración equivocadas han operado para asegurar que la herencia cristiana / occidental de Europa sea poco probable que sobreviva por mucho tiempo.
Educadores occidentales también han tomado partido por el Islam contra la tradición occidental.
Los libros de texto presentan rutinariamente al Islam en una luz positiva al presentar al cristianismo en varios tonos de sepia.
Los libros de texto también transmiten amablemente el mito de la “edad de oro” del Islam en España, un mito que se ha creado, en parte, por los historiadores protestantes deseosos de embellecer los logros islámicos a expensas de sus rivales católicos españoles.
En Inglaterra, muchas escuelas han quitado las Cruzadas y el Holocausto del plan de estudios a fin de no ofender a los musulmanes (muchos musulmanes niegan el Holocausto o bien afirman que es muy exagerado).
En el último acto de obediencia, una escuela primaria de Viena ya no enseña acerca de la derrota de los turcos a las puertas de Viena, ya que los estudiantes turcos pueden sentirse insultados.
Por lo tanto, la versión islámica de la historia prevalece.
Y así, en ambos lados del Atlántico, los estudiantes que se gradúan de las escuelas creen que el Islam es la paz y la tolerancia, mientras que el cristianismo significa inquisiciones, la caza de brujas y la esclavitud.
Y ASÍ AVANZA EL ISLAM
En pocas palabras, lo que el Islam no fue capaz de lograr en los siglos XVI y XVII está ahora a su alcance.
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Gracias a lo que debe ser considerado como uno de los ejemplos más vergonzosos de la historia de la traición de los intelectuales.
El sentimiento “Mejor un turco que un papista” parece haber echado raíces una vez más en Occidente. 
Encuentra su realización más literal en la hostilidad de la administración Obama hacia la Iglesia Católica y en el abrazo simultáneo del Presidente Obama y el primer ministro de Turquía, Erdogan, un hombre que no ha ocultado su deseo de restablecer el califato islámico que se desvaneció con los otomanos.
Hay un número de otras variaciones contemporáneas sobre el tema de “mejor un turco…”, aunque ninguna de ellos ha sido explicada.
Pero si así fuera, podríamos llegar a una lista de algo como esta:
“Es mejor un islamófilo que un islamófobo“
“Son mejores los palestinos que los judíos“
“Es mejor fingir que el Islam es una religión de paz que atraer la ira de las élites”
“Es mejor que los cristianos africanos perezcan que ofender a nuestros hermanos musulmanes con preguntas embarazosas”  
Además, como en la época otomana, muchos cristianos siguen siendo campeones de la causa del Islam o, por lo menos, la habilitan.
La división de este tiempo, sin embargo, no es entre católicos y protestantes, sino entre los católicos liberales y protestantes liberales, por un lado, y los conservadores católicos y protestantes conservadores, por el otro.
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Los primeros tienden a apoyar al Islam, estos últimos tienden a resistirse. 
HACIA LA ESPERANZA DE RECORDAR EL PASADO
Bieszad presenta la vida de estos santos, beatos y héroes, con la esperanza de que la Iglesia se “inspire en su ejemplo, y buscar su intercesión orante y orientación en sus relaciones con el Islam y los musulmanes.”
Su ejemplo e inspiración se necesita ahora tanto como lo fue siempre.
La Iglesia ha entrado en una nueva era de la persecución a manos de los musulmanes que bien puede llegar a ser más sangrienta que en el pasado.
Los cristianos eran el 20 por ciento de la población de Oriente Medio en 1900, hoy en día se han reducido al 2 por ciento.
Dos tercios de los cristianos iraquíes han huido en los últimos 10 años.
En Egipto, durante el año de la Primavera Árabe, más de 200.000 cristianos coptos huyeron de sus hogares para evitar la violencia a manos de los musulmanes.
En Nigeria, muchos miles de cristianos han sido asesinados, quemados, o muertos a machetazos.
Entre 1983 y 1995, los musulmanes en el Sudán mataron a unos dos millones de cristianos, y otros cuatro millones fueron desplazados.
Y más vale no hablar de Irak y Siria, donde hay un verdadero genocidio.
Muchas de las historias registradas en los Leones de la Fe  han sido olvidadas. Bieszad nos ha hecho un favor al recordárnolas.
La máxima de Santayana de que “los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” nunca fue más clara de lo que es hoy.
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La persecución generalizada actual de los cristianos es una repetición de lo que ha sucedido antes.
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Y, como observa Bieszad, está sucediendo por la misma razón: la hostilidad inherente del Islam hacia el cristianismo.
Sin embargo, la persecución de hoy apenas se reconoce en occidente, y cuando se reconoce, se adjudica a la pobreza, o al colonialismo, o disputas geográficas, excepto a la religión.
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Hasta que no hagamos la conexión con el pasado y con la verdadera razón de la hostilidad, la persecución continuará y se extenderá a todo

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