También los
maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían:
- Beelzebú, el
propio jefe de los demonios, es quien ha dado a este hombre poder para
expulsarlos.
Jesús los llamó y
les puso un ejemplo, diciendo:
- ¿Cómo puede
Satanás expulsar al propio Satanás? Un país dividido en bandos enemigos no
puede mantenerse, y una casa dividida no puede mantenerse. Pues bien,
si Satanás se divide y se levanta contra sí mismo, no podrá mantenerse: habrá
llegado su fin.
Nadie puede entrar
en la casa de un hombre fuerte y robarle sus bienes, si antes no lo ata.
Solamente así podrá robárselos.
Os aseguro que Dios
perdonará a los hombres todos los pecados y todo lo malo que digan; pero
el que ofenda con sus palabras al Espíritu Santo no tendrá perdón, sino que
será culpable para siempre.
Esto lo dijo Jesús
porque afirmaban que tenía un espíritu impuro."
Aquellos maestros de la ley veían el bien que Jesús hacía, pero no aceptaban su Palabra. Por eso dicen que el poder que tiene viene del diablo.
En nuestro tiempo, ocurre lo mismo. A aquellos que nos son molestos, que nos hacen replantear nuestras ideas y ponen en cuestión nuestros actos, los acusamos de tener malas intenciones, de ser deshonestos, de buscar el mal. Nos cuesta aceptar el bien que hacen aquellos que no piensan como nosotros.
Aquellos maestros de la ley veían el bien que Jesús hacía, pero no aceptaban su Palabra. Por eso dicen que el poder que tiene viene del diablo.
En nuestro tiempo, ocurre lo mismo. A aquellos que nos son molestos, que nos hacen replantear nuestras ideas y ponen en cuestión nuestros actos, los acusamos de tener malas intenciones, de ser deshonestos, de buscar el mal. Nos cuesta aceptar el bien que hacen aquellos que no piensan como nosotros.
Si en nuestra sociedad no triunfa el bien, es porque estamos divididos y luchamos unos contra otros. Olvidamos que lo principal es el Amor y que todos somos capaces de amar. No aceptar el Amor es ofender al Espíritu, que es Espíritu de Amor. Ese es el verdadero pecado.
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