La tradición católica
identifica que en los tiempos finales aparecerá el anticristo o anticristos que
llevarán una revolución anticristiana.
Junto con él, habrá falsos
profetas, que promocionarán las políticas desarrolladas por los anticristos.
John Henry Newman incluso
advirtió que surgirán en la iglesia hombres inicuos que persuadirán a muchos
para hacer alianza con los paganos que nos rodean; serán los falsos profetas
que legitimarán al anticristo.
Esta
realidad, y la apostasía, lamentablemente no están siendo captadas por los
cristianos que se empeñan con seguir un lenguaje políticamente correcto para
evadir la persecución.
Y
a veces la realidad supera las profecías. Veamos un ejemplo.
CÓMO BARACK HUSSEIN OBAMA
TRANSFORMÓ EE.UU. Y EL MUNDO
El legado de Obama no se ha
producido en la economía, el gobierno o la política exterior, sino en la
cultura.
El 30 de octubre de 2008, antes de la histórica
elección presidencial Barack Hussein Obama dijo
“Estamos
a cinco días de transformar fundamentalmente los Estados Unidos de América”
Era una declaración audaz, pero sin duda ni el más entusiasta de sus seguidores se
hubiera imaginado la magnitud de la revolución.
Nadie de sus opositores se detuvo a calibrar la veracidad de sus palabras “transformar
fundamentalmente”.
Porque ninguno
de los presidentes del último siglo habían hecho una transformación fundamental,
sino pequeños y grandes cambios, que no suponían una revolución.
¿Barack Hussein Obama transformó fundamentalmente los EE.UU, como prometió?
La respuesta es absolutamente sí.
Esa transformación fundamental, sin embargo, no se produjo en las zonas donde muchos
podrían haber esperado en 2008.
No
ha habido un cambio fundamental respecto a la función del gobierno, impuestos,
regulaciones, economía, educación o incluso el cuidado de la salud, donde Obama tuvo
su logro legislativo.
Tampoco
sucedió en la política exterior, aunque Obama ha tenido un impacto grave en las
regiones del este de Europa a Oriente Medio.
Y hasta ha sido figura clave para la promoción del Islam y enemigo acérrimo del Estado de
Israel.
La realidad es que la verdadera transformación fundamental ha sido en el campo de la
cultura, especialmente en cuestiones de orientación sexual, el matrimonio y la
familia.
El
cambio ha sido sin precedentes y mucho más allá de la imaginación de cualquiera
hace ocho años.
Los cambios producidos allí, más que en cualquier
lugar, parecen irreversibles para
muchos.
Como si hubiera destapado la
caja de Pandora o la botella de la que salió un genio malvado.
La revolución cultural de Obama respecto a la ideología de género, a la homosexualidad y a
la familia ha tenido un impacto decisivo en las organizaciones internacionales
y en todo el mundo.
Se
ha instaurado una cultura del miedo y la intimidación por parte de las fuerzas
de la “diversidad” y “tolerancia” que brutalmente buscan denunciar, deshumanizar,
demonizar y destruir a cualquiera que no esté de acuerdo con sus concepciones
del sexo, del matrimonio y la familia que propugnan.
La revolución de Obama ha
retratado a los valores de la civilización cristiana como valores atípicos, anormales,
extremistas, y “enemigos”.
Quienes disienten con esta nueva generación creada
desde el poder que la casa Blanca dio a Obama, respecto a la naturaleza humana,
pueden ser demandados, ir a la cárcel,
acosados y arruinados en el nombre de la “tolerancia” y “diversidad”.
Los cambios introducidos por Obama y sus aliados
han constituido tan importante ataque contra la
libertad religiosa, que no se habían visto en los últimos 200 años.
Cuando Barack Hussein Obama asumió el cargo,
aquellos que se identificaban como ateos o agnósticos, junto con aquellos que
no tenían religión eran el 16 por
ciento de la población adulta de Estados Unidos.
Al salir de la oficina, 8 años más tarde, los no
religiosos en América ahora representan casi una cuarta parte de la población.
Y lo peor del caso es que la
mayoría de los católicos no perciben esta tremenda reingeniería anticristiana,
porque los grandes medios católicos, por temor, cálculo, o por un lenguaje
políticamente correcto, no lo han denunciado con nombre y apellido.
Has
la prueba. Pregunta en tu parroquia a católicos de a pie sobre qué les parece
el legado de la presidencia de Barack Hussein Obama y te darás cuenta la enrome
desinformación que reina entre los católicos.
EL ANTICRISTO SURGE A PARTIR
DE LA APOSTASÍA
En el primero de sus sermones (El tiempo del
Anticristo), Newman decía
literalmente que:
“el hombre de pecado nace de
una apostasía, o por lo menos accede al poder por medio de una apostasía, o es
precedido por una apostasía, o no existiría si no fuese por una apostasía” (p. 35).
Antes, había citado como ejemplo de apostasía unos hechos relatados en el libro de los Macabeos:
“En aquellos días surgieron en Israel hombres
inicuos, que persuadieron a muchos diciendo:
Vamos
y hagamos alianza con los paganos que nos rodean, puesto que desde que nos
separamos de ellos nos han sobrevenido muchas penalidades. Este consejo
les pareció bien” (1 Mac 1, 11-13).
Y
Newman ya había fundamentado esta profecía apuntando el “enfriamiento de la
caridad” previsto por Jesucristo (Mt 24, 12) como su causa profunda.
Pero quien describió claramente la situación fue Benson en “El Señor del Mundo”, que
ha tenido a Papas, obispos, sacerdotes y laicos expectantes; unos
tratando de ver las señales de este tiempo que ya está entre nosotros, y otros
tratando de minimizar el augurio.
El
impacto de la obra de Benson ha llegado al papa Francisco, que la recomienda y
Benedicto XVI también ha admitido haber sido impactado por el libro.
La novela apocalíptica de 1907 escrita por un
inglés convertido desde el anglicanismo expone una visión distópica de un conflicto final entre el humanismo secular y
el catolicismo, con el
enfrentamiento que tendrá lugar en los campos de Armagedón.
El autor Robert Hugh Benson describe
un mundo en el que el marxismo y el secularismo han triunfado, y culminó en una
figura carismática “salvadora”, cada vez más reconocible como el Anticristo,
que se levanta para liderar un gobierno mundial.
Los ataques contra los
símbolos y los creyentes cristianos, y la eutanasia son prácticas
generalizadas.
Algunos encuentran la novela prescindente, y otros
en cambio piensan que es un poco lo que
está pasando “ahí afuera”.
Pero lo importante es su agudo sentido de que el mundo está llegando a un punto de
inflexión y no hay mucho tiempo para arreglar las cosas.
La afición por la novela de algunos líderes de la
Iglesia parece dar pie a la creencia de que la humanidad está tomando algunas decisiones definitivas hoy, desde la
economía al medio ambiente y a los valores morales, y que si tomamos las
decisiones equivocadas – como todo indica que está sucediendo–, las
consecuencias pueden ser mucho peores de lo que pensamos.
Un caso es el del Cardenal George, ya fallecido.
Poco antes de su retiro en el 2014, el cardenal Francis George de Chicago, dijo
en una
entrevista a Crux que le
gustaría preguntar Francisco acerca de su “visión escatológica sobre que el
anti-Cristo está con nosotros”, y si eso explica el ritmo intenso del Papa.
(En la teología católica, la “escatología” es el
estudio de las etapas finales de la vida y la historia de la humanidad, con lo
que se hace referencia a veces a los cuatro finales: la muerte, el juicio, el
cielo y el infierno).
“Nadie parece interesado en
eso, pero me resulta fascinante”, dijo George.
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“Espero que antes de que me muera voy a tener la oportunidad de preguntarle [a Francisco] cómo entiende su ministerio, cuando pone el tiempo final ante nosotros como una clave“
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“Espero que antes de que me muera voy a tener la oportunidad de preguntarle [a Francisco] cómo entiende su ministerio, cuando pone el tiempo final ante nosotros como una clave“
Y John
Allen director de Crux sugiere que Francisco ya ha respondido a la
pregunta de George. Y está contenida en una frase de “El Señor del Mundo”:
“Sí, Virginia, hay un diablo,
un anti-Cristo, y un tiempo final… y si queremos evitar lo peor de todo,
debemos poner manos a la obra”.
QUE EXPONE BENSON EN “EL SEÑOR
DEL MUNDO”
Robert
Hugh Benson fue un converso del anglicanismo al catolicismo, hijo nada
menos que del Arzobispo de Canterbury, educado en Eton y Cambridge, ordenado
sacerdote por su padre; era toda una
personalidad en la Inglaterra de su tiempo y causó gran impacto su conversión.
Sus
novelas son un tipo de “teología narrativa” y el mejor ejemplo es “El Señor del mundo” que
algunos consideran como un tratado de escatología fundamental.
Puedes descargar la novela “El Señor del Mundo” traducida al
español por el Padre Leonardo Castellani aquí. Eduardo Cattaneo lo colgó en varias versiones de
Word, en PDF y en EPUB. Es una novela muy ágil y provoca leerla de corrido.
El libro está a la altura de las visiones
proféticas de 1984 (Orwell), Un mundo Feliz (Huxley) y Farenheit
451 (Bradbury).
Trata temas como la tendencia
a un gobierno mundial, la globalización, la imposición de errores biológicos y
filosóficos como dogmas de fe y la guerra contra la Iglesia como defensora de
valores tradicionales.
Piensa que Benson escribió el libro en 1907 y
difícilmente podría tener todos los elementos como para predecir lo que pasaría
100 años después.
Pero acertó
en advertir el desarrollo profundo de las tendencias metafísicas y culturales
que cristalizarían en el siglo que venía.
En ese principio de siglo ya
está surgiendo el modernismo en el seno del catolicismo.
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O sea la idea de que el cristianismo tiene que adaptarse al humanismo ilustrado y moderno para poder ser viable y pertinente.
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Y Benson percibe que esta nueva teología será importante de aquí en adelante.
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O sea la idea de que el cristianismo tiene que adaptarse al humanismo ilustrado y moderno para poder ser viable y pertinente.
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Y Benson percibe que esta nueva teología será importante de aquí en adelante.
En el hipotético futuro que traza el libro, el humanismo, el socialismo y la “religión
positivista” han logrado consolidar una utopía humanitaria que él advierte que
es una mentira porque es el Anticristo, tal como se expresa en el
Apocalipsis; un líder inmensamente popular, “humanitario” y sutil.
Así el Anticristo no es un
tipo como Hitler con una descarnada maldad, sino que más bien es un líder
“humanitario”, “filantrópico”, “justiciero”.
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Que oculta su perversa intención bajo la apariencia del bien.
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Que oculta su perversa intención bajo la apariencia del bien.
La novela de Benson advierte sobre este sutil
extravío y del peligro de la
mundanización y la secularización de la Iglesia, e indirectamente es un
llamado a recuperar el horizonte escatológico, metafísico y sobrenatural del
cristianismo.
UN BREVE RESUMEN
Este es un resumen
comentario de la narrativa del libro.
Benson personifica al
Anticristo en Felsenburgh, un político extraordinariamente seductor, de
apariencia mansa y dialogante.
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Que con discursos llenos de una retórica emotiva, salpimentados de constantes menciones a un reinado de paz en la tierra, logra enardecer a las multitudes, que acaban tributándole el culto reservado a los dioses.
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Que con discursos llenos de una retórica emotiva, salpimentados de constantes menciones a un reinado de paz en la tierra, logra enardecer a las multitudes, que acaban tributándole el culto reservado a los dioses.
Felsenburgh
promete al mundo la paz; y desde luego se la da, aunque sea una paz falsa
sostenida sobre un orden inicuo.
También
le promete la solución de los problemas económicos que lo afligen.
Y desde luego se la da, mediante una simbiosis de
capitalismo y socialismo, hasta lograr
detener la carestía e instaurar una nueva era de euforia y abundancia,
aunque sean la euforia y la abundancia del hormiguero, donde los hombres, bien
alimentados y asistidos en sus necesidades, se convierten en infrahombres
satisfechos.
Felsenburgh
postula una nueva religión, una suerte de cristianismo falsificado
caracterizado por la mística de la deificación del Hombre y del Progreso, que
pronto tendrá sus seudoprofetas y seudoapóstoles, dispuestos a propagarla hasta
los confines de la tierra.
Naturalmente, la entronización de esta parodia de religión discurre paralela a la
persecución de los cristianos, que en la novela de Benson son ya muy
pocos y aparecen a los ojos de las masas embaucadas y cretinizadas como un
puñado de delincuentes.
Una persecución que Felsenburgh no hace al estilo
de aquellas sangrientas orgías de los Césares de antaño, sino de forma mucho
más aséptica y taimada, envolviéndola de hipocresías cívicas (hoy diríamos
«laicistas», para entendernos) que no hacen sino aumentar su prestigio a los
ojos de la «opinión pública».
En
la novela de Benson, la Iglesia es vista como una sociedad totalitaria, artera
e inhumana, que aspira al poder mundial y que por lo tanto conviene destruir.
Felsenburgh,
en fin, es soberbio, mentiroso y cruel, aunque se finge virtuoso. Instaura un
reinado de alegría postiza y exterior que esconde la más aciaga angustia.
Es un hipócrita; pero no al estilo burdo del
Tartufo de Molière, sino al estilo de los fariseos, que por todo el mundo eran
tenidos por santos.
También es un orgulloso hinchado de vanidad; pero
disfraza esta lacra con los vistosos ropajes de las virtudes estoicas.
Felsenburgh promete a sus
súbditos una libertad de placeres y diversiones.
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Pero frente a la desesperación no tiene otro consuelo que brindarles sino la eutanasia subvencionada.
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Pero frente a la desesperación no tiene otro consuelo que brindarles sino la eutanasia subvencionada.
Por supuesto, cualquier parecido entre Felsenburgh
y los gobernantes contemporáneos es pura coincidencia
UNA FASCINACIÓN INQUIETANTE
La
fascinación de Benedicto XVI y Francisco sobre el libro es que el mundo se
parece mucho al de la ficción de Benson.
Porque se ha popularizado la creencia en un
“evangelio secular” de un mundo en el que somos capaces de alcanzar la felicidad solo con nuestros esfuerzos, a
través de nuestra razón y siguiendo la “naturaleza” de nuestros instintos y
deseos.
Un mundo volcado sobre sí mismo y cerrado a la
trascendencia de Dios.
Lo que más inquieta de la novela es advertir que
cien años después, la confusión entre
el reino de Dios y el reino del hombre está entre nosotros incluso en el
seno del cristianismo.
Existen hoy teologías y
prácticas pastorales que han caído sutilmente por esta pendiente y reducido el
cristianismo a una ética socio-política, o benefactora.
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Una moral “buenista” que considera la Escritura, la Tradición y el Dogma como una especie de “soporte simbólico” de una moral.
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Lo que es signo de la secularización de la fe cristiana que ha erradicado la dimensión sobrenatural.
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Una moral “buenista” que considera la Escritura, la Tradición y el Dogma como una especie de “soporte simbólico” de una moral.
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Lo que es signo de la secularización de la fe cristiana que ha erradicado la dimensión sobrenatural.
Fuentes:
- https://elteologillo.wordpress.com/2013/11/19/senor-del-mundo-de-robert-hugh-benson/
- http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Hugh_Benson
- http://www.roberthughbenson.com/
- http://bibliothecahorarum.blogspot.com.es/2014/01/una-distopia-catolica.html
- https://www.facebook.com/ecattaneo
- http://www.religionenlibertad.com/newman-benson-y-la-gran-apostasia-22588.htm
- http://www.breitbart.com/big-government/2017/01/12/pew-report-religion-plummets-america-obama-era/
- http://www.ncregister.com/daily-news/how-barack-obama-fundamentally-transformed-the-united-states#When%3A2017-01-12+13%3A38%
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