No sólo los secularistas han
impuesto su moral sexual sino que ahora pasaron a pulverizar los vestigios de
la moral cristiana.
El católico David Carlin,
profesor de sociología y filosofía en la Universidad Rhode Island, escribiendo
para The Catholic
Thing, describió la semana pasada un punzante y a la vez negativo
panorama para la ética cristiana en occidente.
La revolución sexual, que comenzó hace unos 50 o 60
años, ha resultado en una victoria muy convincente para los revolucionarios
secularistas.
La idea cristiana de la conducta sexual no ha sido
sólo derrotada en el primer mundo occidental, sino que ahora los secularistas
están llevando a cabo el siguiente paso, la destrucción completa – la
pulverización, la atomización – de la idea cristiana del sexo.
La idea cristiana del sexo se derrumbó a partir de
la década de 1960. A partir de ahí la fornicación estaba bien y no tiene por
qué ir acompañada de amor o compromiso.
La anticoncepción no estaba sólo bien sino que se
hizo obligatoria, y no sólo para las parejas casadas. La cohabitación estaba
bien. El aborto estaba bien y empezó a ser legal y fácil de obtener, y la ONU
ahora está en plan de decretarlo un derecho humano.
Tomó un poco más de tiempo imponer la
homosexualidad, pero ese día llegó. Y luego la aceptación del matrimonio entre
personas del mismo sexo. Lo cual es una forma secular de decir no sólo que la
homosexualidad es moralmente permisible, sino que es tan fina y noble como lo
que los cristianos piensan que es el mejor tipo de sexo: el sexo matrimonial.
El transgénero es otra de las medidas. Es un
rechazo de la noción bíblica de que “Dios los hizo varón y hembra”
(Marcos 10: 6), lo que llaman una noción errónea del mismo Jesús, un rabino de
buen corazón, pero de mente estrecha del primer siglo.
La poligamia, la poliandria, el matrimonio abierto
(adulterio consensual) no son todavía ampliamente aceptados. Pero lo van a ser,
ya que la aceptación de ellos es la consecuencia lógica del principio
fundamental de la revolución sexual, a saber, el rechazo de la idea cristiana
del sexo.
Del mismo modo que la aceptación de la
homosexualidad no vino inmediatamente en la década de 1960, la aceptación de
adulterio también se ha retrasado un par de décadas. Pero llega muy pronto.
No estamos hablando sólo de la prohibición sino de
la etapa que ya comenzó, que es la pulverización de las opiniones sexuales
cristianas.
Si un cristiano “retrógrado” que no está en “el
lado correcto de la historia” (para tomar prestada una de las locuciones
favoritas del presidente Obama), dice que la fornicación es pecado, o que el
aborto es homicidio, o que la homosexualidad no es natural o que la
transexualidad es una locura, ya está denunciado como un intolerante o enemigo
o misógeno u homófobo. Sus juicios son considerados “expresiones de odio”.
Y estas denuncias de crímenes de pensamiento son cada vez más frecuentes y lo
serán mucho más judicialmente.
Si los cristianos, la parte vencida, dijeran:
“Está bien, han ganado la guerra. Renunciamos a la
lucha por el dominio. ¿Pero no pueden ser misericordiosos? ¿No pueden
tolerarnos como una minoría inofensiva, de la forma en que toleramos a las
personas que creen en platillos voladores?”
Los revolucionarios sexuales seculares, sin
embargo, ya están respondiendo:
“No, ustedes y su ética del sexo han preocupado al
mundo durante demasiados siglos. Sus crímenes son innumerables e imperdonables.
Hay que asegurarse de que su ética nunca vuelva a echar a perder los placeres
del mundo”.
La consecuencia que sale de lo dicho es que la
pulverización de la concepción cristiana del sexo implica la persecución y
aniquilación del cristianismo como un todo.
Foros de la Virgen María
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