martes, 3 de mayo de 2016

LLEGÓ LA ETAPA DE ‘PULVERIZACIÓN’ DE LA MORAL CRISTIANA SEXUAL EN OCCIDENTE…


No sólo los secularistas han impuesto su moral sexual sino que ahora pasaron a pulverizar los vestigios de la moral cristiana.

El católico David Carlin, profesor de sociología y filosofía en la Universidad Rhode Island, escribiendo para The Catholic Thing, describió la semana pasada un punzante y a la vez negativo panorama para la ética cristiana en occidente.

La revolución sexual, que comenzó hace unos 50 o 60 años, ha resultado en una victoria muy convincente para los revolucionarios secularistas.

La idea cristiana de la conducta sexual no ha sido sólo derrotada en el primer mundo occidental, sino que ahora los secularistas están llevando a cabo el siguiente paso, la destrucción completa – la pulverización, la atomización – de la idea cristiana del sexo.

La idea cristiana del sexo se derrumbó a partir de la década de 1960. A partir de ahí la fornicación estaba bien y no tiene por qué ir acompañada de amor o compromiso.

La anticoncepción no estaba sólo bien sino que se hizo obligatoria, y no sólo para las parejas casadas. La cohabitación estaba bien. El aborto estaba bien y empezó a ser legal y fácil de obtener, y la ONU ahora está en plan de decretarlo un derecho humano.

Tomó un poco más de tiempo imponer la homosexualidad, pero ese día llegó. Y luego la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo cual es una forma secular de decir no sólo que la homosexualidad es moralmente permisible, sino que es tan fina y noble como lo que los cristianos piensan que es el mejor tipo de sexo: el sexo matrimonial.

El transgénero es otra de las medidas. Es un rechazo de la noción bíblica de que “Dios los hizo varón y hembra” (Marcos 10: 6), lo que llaman una noción errónea del mismo Jesús, un rabino de buen corazón, pero de mente estrecha del primer siglo.

La poligamia, la poliandria, el matrimonio abierto (adulterio consensual) no son todavía ampliamente aceptados. Pero lo van a ser, ya que la aceptación de ellos es la consecuencia lógica del principio fundamental de la revolución sexual, a saber, el rechazo de la idea cristiana del sexo.

Del mismo modo que la aceptación de la homosexualidad no vino inmediatamente en la década de 1960, la aceptación de adulterio también se ha retrasado un par de décadas. Pero llega muy pronto.

No estamos hablando sólo de la prohibición sino de la etapa que ya comenzó, que es la pulverización de las opiniones sexuales cristianas.

Si un cristiano “retrógrado” que no está en “el lado correcto de la historia” (para tomar prestada una de las locuciones favoritas del presidente Obama), dice que la fornicación es pecado, o que el aborto es homicidio, o que la homosexualidad no es natural o que la transexualidad es una locura, ya está denunciado como un intolerante o enemigo o misógeno u homófobo. Sus juicios son considerados “expresiones de odio”. Y estas denuncias de crímenes de pensamiento son cada vez más frecuentes y lo serán mucho más judicialmente.

Si los cristianos, la parte vencida, dijeran:

“Está bien, han ganado la guerra. Renunciamos a la lucha por el dominio. ¿Pero no pueden ser misericordiosos? ¿No pueden tolerarnos como una minoría inofensiva, de la forma en que toleramos a las personas que creen en platillos voladores?”

Los revolucionarios sexuales seculares, sin embargo, ya están respondiendo:

“No, ustedes y su ética del sexo han preocupado al mundo durante demasiados siglos. Sus crímenes son innumerables e imperdonables. Hay que asegurarse de que su ética nunca vuelva a echar a perder los placeres del mundo”.

La consecuencia que sale de lo dicho es que la pulverización de la concepción cristiana del sexo implica la persecución y aniquilación del cristianismo como un todo.

Foros de la Virgen María

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