“Tanto amó Dios al
mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera,
sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el
Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por
no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados,
pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la
oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a
ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme
a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de
acuerdo con la voluntad de Dios.”
Jesús sigue hablando con
Nicodemo. Le dice que Dios es amor y ese Dios se demuestra dando a su Hijo para
que todos tengan vida. La disyuntiva está en creer o no creer. En aceptar la
luz o quedarse en la oscuridad. Y la luz es el Hijo de Dios. Un Hijo hecho
hombre.
La luz es la entrega, el amor, la
donación total, la fraternidad...La oscuridad es el egoísmo, el poder, el
dominio sobre el otro, el olvido del otro...
¿Qué preferimos?¿Luz u oscuridad?
La luz nos salva. La luz nos da la vida. La oscuridad nos condena. La oscuridad
nos da la muerte. Creer es algo más que aceptar unos dogmas. Creer es aferrarse
a la luz con todo lo que ello comporta.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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