¿Alguna vez te preguntaste que
es lo primero en que hay que creer para ser cristiano? Yo sí y pienso que
debemos creer que existe un mundo sobrenatural allá afuera que no podemos ver
materialmente.
Sin esto, no se puede creer
luego que existe un Dios que lo creó, que nos concede la vida eterna con una
prueba previa en la Tierra en la que nos conduce, si es que se lo pedimos y
cumplimos sus reglas, y que hay una pléyade de otros seres allá afuera que nos
ayudan en este camino, como santos y ángeles.
Y un indicador de que esto
funciona así son los milagros, o sea hechos que nos muestran que hay cosas que
escapan a lo material y que se logran pidiendo el auxilio al que tiene el poder
de realizarlos o por lo menos de interceder.
Los
milagros son desetimados en dos niveles, por un lado por los ateos/agnósticos y
luego por la corriente modernista de la Iglesia, pero el argumento de ambos es
relativamente similar.
En el caso de los
ateos/agnósticos se tilda a la creencia de milagros a una fase de pensamiento
pre científico que desconoce el funcionamiento de la naturaleza.
Y en el caso de los
modernistas católicos se basa en la creencia que los que creen en milagros
tienen un entendimiento infantil e inmaduro de la fe.
LAS EQUIVOCACIONES DE ATEOS Y
AGNÓSTICOS
Muchos
escépticos afirman que los primeros cristianos creían en los milagros,
porque la suya era una cultura primitiva, pre-científica donde la gente era
ignorante del curso de la naturaleza. Se argumenta, que no eran capaces de
percibir hechos contrarios a la naturaleza y las afirmaciones de milagros por
lo tanto eran fácilmente aceptados.
Por ejemplo, en su obra Investigación sobre el
entendimiento humano , filósofo
escéptico escocés del siglo XVIII, David Hume, argumenta a favor de una
fuerte presunción en contra de lo sobrenatural y milagroso basado en la idea de
que los milagros “abundan
principalmente entre las naciones ignorantes y bárbaras”.
Hay tres
maneras de responder a este juicio, veremos cada uno en particular.
PRIMERO
El
plan de San José de divorciarse de María en silencio cuando quedó embarazada muestra que sabía tan bien como cualquier
ginecólogo moderno que, en el curso ordinario de la naturaleza, las
mujeres no tienen bebés sin haber tenido relaciones sexuales con un hombre. Es
sólo después de que el ángel se le apareció y le dijo que el bebé era del
Espíritu Santo cambió de opinión.
Como escribe CS Lewis.:
“Cuando San José, finalmente aceptó la opinión de
que el embarazo de su esposa no se debía a la falta de castidad, sino a un
milagro, él aceptó el milagro como algo
contrario al orden conocido de la naturaleza”.
Es razonable creer que José
sabía que es contrario a la naturaleza que una virgen tenga un hijo y sin
inseminación.
SEGUNDO
El testimonio de los primeros cristianos acerca de
los milagros implica necesariamente que entendían las leyes de la naturaleza. ¿Cómo se puede reconocer que algo es un
milagro o un acontecimiento extraordinario si no se sabe lo que es normal?
Los
Evangelios hablan de los seguidores respondían con temor y respeto a
maravillosas obras de Jesús. ¿Por qué ellos tendrían esta reacción si no
reconocieran que tales acciones eran contrarias al curso ordinario de la
naturaleza?
Una vez más, CS Lewis señala:
“Si no eran conocidos por ser contrarios a las
leyes de la naturaleza, ¿cómo podrían sugerir la presencia de lo sobrenatural?
¿Cómo podían ser sorprendentes, a menos que se observara que son excepciones a
las reglas? Y ¿cómo puede algo ser
visto como una excepción hasta que se conocen las reglas?”
La conclusión es, si los
primeros cristianos no conocían las leyes básicas de la naturaleza, no tendrían
ni idea de lo que constituye un milagro, y por consiguiente tales eventos no
despertarían su interés.
TERCERO
La
duda de lo milagroso incrustado en las narraciones del Evangelio es otro
ejemplo
que refuta que los primeros cristianos aceptaban los milagros porque eran un
pueblo pre-científico.
Tomemos la narrativa del encuentro de Zacarías con
el Angel (Lucas 1:18) en el ejemplo de San Lucas. Zacarías, que era un sacerdote y por lo tanto un hombre religioso, se
negó a creer el anuncio del ángel de que su esposa, Isabel, concebiría un hijo.
¿Por qué esa duda? La respuesta es porque Isabel estaba más allá de los
años fértiles. Zacarías sabía que la concepción de un niño a una edad avanzada
iría en contra de las leyes de la naturaleza. Esta es precisamente la razón por
la que inicialmente se negó a creer el milagro.
San Lucas pone en evidencia que los Judíos del primer siglo no eran tan
inconscientes de las leyes de la naturaleza y que no estaban dispuestos
a creer cualquier tipo de reclamo milagroso.
El
relato de la resurrección sirve como otro ejemplo. Marcos relata
que los apóstoles dudaron de la
resurrección en dos ocasiones diferentes (véase Marcos 16: 9-13). De
acuerdo con Mateo, algunos de los apóstoles dudaron cuando Jesús apareció en el
monte de Galilea justo antes de su Ascensión (Mateo 28: 16-17). Por último, San
Juan registra cómo dudaba Tomás, quien
no creería a menos que viera al Cristo resucitado: “Si no veo en sus
manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no
meto mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25).
Por lo tanto existe una amplia evidencia que, contrariamente a la
afirmación de los escépticos, la gente del judaísmo del primer siglo estaban
lejos de ser ignorante del curso ordinario de la naturaleza. La idea de que los primeros cristianos creían
milagros porque eran pre-científicos es infundada.
Pero también se ha extendido
peligrosamente dentro de los católicos descreer de los milagros, o de los
signos milagrosos, como si fueran supersticiones o una fe infantil.
LOS CRISTIANOS DESCREÍDOS DE
LOS MILAGROS
Muchos descreen totalmente
hasta de los milagros de Jesús relatados en la Biblia, mientras que otros creen
en esos milagros pero no en los de ahora, como si se hubiera cerrado el grifo
de los signos milagrosos.
La nueva evangelización los necesita porque: ¿alguno tiene dudas que si Jesús no hubiera
hecho milagros lo hubiera seguido tanta gente? Si él hubiera dicho que
es Dios y no hubiera hechos signos milagrosos, ¿cuánta gente piensas que le
hubiera seguido?
El
cristianismo es una religión sobrenatural y no se puede tratar de demostrar la
fe sin hacer referencia a lo sobrenatural.
Pero
lo “políticamente correcto” también ha entrado en la iglesia y muchos tienden a
estar incómodos cuando se hacen interpretaciones sobrenaturales de los hechos, o se define
algo como un milagro, por ejemplo en las apariciones marianas, en la vida de
los santos o en las reliquias como por ejemplo la Sábana Santa.
LA NECESIDAD DE “SEÑALES Y
MARAVILLAS”
Los milagros eran una de las formas en que los israelitas podían determinar que un mensaje
específico era de Dios. Para ellos era una confirmación del mensaje y, a
veces, la confirmación del mensajero. Así, por ejemplo, Deuteronomio 6:22 dice
que:
“el Señor
le mostró señales y milagros grandes y graves, contra Egipto y contra
Faraón y toda su casa, delante de nuestros ojos”, y fue la
base de esas señales por las que Israel creyó en Dios (Éxodo 14:31).
Los milagros se refieren a
menudo como “signos” o “señales y prodigios” en la Escritura. Los milagros no
existen para sí mismos.
Y esto no es sólo en el Antiguo Testamento. Jesús también confirmó su Evangelio a través
de una serie de milagros. Este es el propósito principal de los milagros
que realiza durante su ministerio público. En un momento, Jesús ora al Padre
por una cura milagrosa:
“para que crean que tú me enviaste” (Juan
11:40-42).
En Pentecostés, San Pedro describe a Jesús como
“Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios entre
vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por él en medio de
vosotros, como vosotros mismos sabéis” (Hechos 2:22).
Y Hebreos
2:3-4 dice que el Evangelio
“habiendo sido anunciado primeramente por el Señor,
nos fue confirmado a nosotros por aquellos que lo oyeron, mientras Dios también dio testimonio con señales y
prodigios y diversos milagros y dones del Espíritu Santo distribuidos de
acuerdo a su propia voluntad“.
Tampoco
estos milagros paran con Jesús. Después de su resurrección:
“muchas
maravillas y señales eran hechas por los apóstoles” (Hechos 2:43),
ya que “salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos
y confirmando la Palabra con las señales que los acompañaban” (Mc 16:20).
San
Pablo
dijo que:
“no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho
por medio de mí para ganar la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, por el poder
de señales y prodigios, en el poder del Espíritu Santo“ (Romanos
15:18-19).
Por esa razón, él y Bernabé quedaron en Iconio:
“durante mucho tiempo, hablando con denuedo por el Señor, el cual daba testimonio de Su
palabra por la gracia, concediendo que señales y milagros fuesen hechos por las
manos” (Hechos 14:3).
Estos
signos y prodigios se entiende como la confirmación del mensaje de Dios, razón por la
cual Pablo y Bernabé utilizaron estos milagros como prueba de que el Evangelio
se extenderá a los gentiles (Hechos 15:12).
¿QUÉ CLASE DE MILAGROS SON LOS
QUE BUSCAMOS?
Un texto fundamental en esta discusión es Juan
14:10-12, donde Jesús le dice al apóstol Felipe,
“¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en
mí?
Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta; sino porque
el Padre que mora en mí, hace las obras. Creedme que yo estoy en el Padre y el Padre en mí, o bien, creedme por el
bien de las obras mismas. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores que
éstas, porque yo voy al Padre”.
Así que Cristo ofrece milagros
para que podamos creer en Él, y promete que sus seguidores hacer obras aún
mayores. Entonces, ¿qué tipo de obras son las que buscamos?
Veamos cinco categorías, aunque hay más.
EL BAUTISMO Y LA EUCARISTÍA
Quizá los signos más frecuentemente mencionados que
se utilizan en las Escrituras son los milagros
del Éxodo. A los israelitas se les recordó en repetidas ocasiones que su
liberación se llevó a cabo de una manera milagrosa como un signo, que deberían
creer (Éxodo 10:2, 12:13, 13:19, Números 14:22, Deuteronomio 4:34, 6:22, 7:19,
11:3, 26:8, 29:2-6, 34:11, Josué 24:17, Salmo 78:43, 135:9, Jeremías 32:20-21,
etc.)
Uno
de esos signos de liberación era la sangre del cordero de la Pascua, que se unta en
la jamba de la puerta (Éxodo 12:13).Otro signo es el pan milagroso del cielo,
el maná (Deut. 8:3, Deut. 29:6).
San
Pablo
recuerda estos milagros en 1 Cor. 10:1-4:
“Quiero que sepáis, hermanos, que nuestros padres
estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron
bautizados en Moisés en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento sobrenatural y todos bebieron la misma
bebida sobrenatural. Porque bebían de la roca espiritual que los seguía,
y la roca era Cristo”.
Estos fueron signos, no tienen el sentido de ser
meros símbolos, sino tienen el sentido
de señalar a Dios. Y cada uno de ellos es superado por
algo más grande en el Nuevo Testamento: la separación del Mar Rojo prefigura el
Bautismo cristiano.
Este
Bautismo milagrosamente lo imparte el Espíritu Santo, a diferencia
de los bautismos anteriores, meramente simbólicos (Hechos 19:1-6).
Y como Pablo señala, el Nuevo Pacto tiene comida y bebida espiritual en la Eucaristía
(1 Cor. 10:16-17).
Se han realizado muchos
milagros eucarísticos en la que la hostia se ha convertido visiblemente en
carne y sangre. Pero aunque ocurra visible o invisible, sigue siendo algo
milagroso.
EL PERDÓN DE LOS PECADOS
Cristo une su ministerio de
milagros con el perdón de los pecados en varias ocasiones, más
directamente en Marcos 2:1-12 y Juan 9:1-41.
En el caso de la remisión de los pecados, al igual
que con el Bautismo y la Eucaristía, el
milagro se produce invisiblemente. Pero los frutos del mismo son visibles.
EXORCISMOS
El
primer milagro que Jesús realiza en el Evangelio de Marcos es un exorcismo (Marcos
1:21-28), y en Marcos 16:17, Él cita expresamente a los exorcismos como uno de
los signos de sus seguidores.
Y él muestra en Lucas 11:14-23 que estos exorcismos sólo pueden ocurrir “por
el dedo de Dios”. Rechaza la idea de que Satanás puede echar fuera
demonios, ya que un “reino dividido contra sí mismo es asolado” y una
casa dividida no puede sostenerse.
Así los exorcismos son una señal
crítica para determinar si la Iglesia está actuando a favor o en contra de
Cristo. La verdadera Iglesia los hará, y son un signo útil de que
alguien está actuando en nombre de Dios.
¿Por
qué no apuntar al hecho de que los sacerdotes
católicos realizan numerosos exorcismos cada año alrededor del
mundo?
Este hecho por sí solo echa por tierra la vieja teoría protestante de que la
Iglesia Católica es el Anticristo, ya que el diablo no puede hacer la expulsión
de demonios.
CURACIONES MILAGROSAS
Hechos 19:11-12 dice que:
“Dios hacía
milagros extraordinarios por las manos de Pablo, de modo que los paños o
toallas se llevaban de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los
dejaban, y los espíritus malos salían de ellos“.
Aquellos artículos que han sido tocados por un
Santo son lo que hoy llamamos “reliquias”,
y los seguimos utilizando para realizar curaciones milagrosas.
Curaciones milagrosas ocurren
de varias otras maneras en el Nuevo Testamento, y de varias otras maneras en la
Iglesia católica de hoy.
Por ejemplo, las aguas de Lourdes han curado a muchas personas. También se puede
hablar con cualquier sacerdote que
probablemente pueda contar varias curaciones que ha presenciado
personalmente después de la unción de los enfermos, a raíz de Santiago 5:14-15.
LA IGLESIA MISMA
El mayor milagro es uno que nadie puede negar. Bajo el Antiguo Pacto, los Judíos mismos eran
un milagro. Dios los escogió porque eran pequeños y débiles. Su
existencia continuada durante miles de años, es una demostración de su poder
divino, y una confirmación de que el Dios de los Judíos es el verdadero Dios. Vemos
que esto juega en toda la Escritura. Por ejemplo, los israelitas que exploraron
la Tierra Prometida regresaron con relatos de su generosidad, pero también con
una advertencia (Números 13:28-29):
“Sin embargo, el pueblo que habita aquella tierra
es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas, y además, vimos a los
descendientes de Anac allí. Los amalecitas habitan en la tierra del Neguev, y
los hititas, jebuseos, amorreos habitan en la región montañosa, y los cananitas
habitan junto al mar, y a lo largo del Jordán”.
Hoy en día, ¿donde vemos a los descendientes de
Anac, o a los amalecitas, los hititas, los jebuseos, o los amorreos? Todos han desaparecido hace mucho tiempo, sin
embargo, siguen estando los Judíos.
En Mateo 13:31-32, Cristo mejora este milagro, con
Sus promesas a Su Iglesia, el Reino de Dios. Al igual que el pueblo judío, la Iglesia nunca será destruida.
Pero la Iglesia pasará de ser “la más pequeña de todas las semillas”
para convertirse en un gran árbol. No sólo va a sobrevivir: Ella va a
prosperar.
Por supuesto, la Iglesia Católica ha sobrevivido durante dos mil años, y
es el más antiguo de los gobiernos del mundo. Innumerables imperios han intentado suprimirla y se han desvanecido,
mientras ella seguía creciendo. A lo largo de los dos milenios, Ella mantiene
un conjunto asombrosamente coherente de creencias doctrinales. ¿Quién
más uede presumir de esta trayectoria?
Y
a estos 5 hay que agregarle toda clase de milagros que existen hoy, desde las
apariciones marianas a las señales cotidianas, como por ejemplo el aroma a
rosas cuando algunas veces se recita el Rosario.
¿Cuantos
milagros has visto en tu vida? Si quieres puedes comentarnos abajo.
Foros de la Virgen María
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