miércoles, 23 de marzo de 2016

LA IMPRESIONANTE HISTORIA DE LA TÚNICA INCONSÚTIL QUE VISTIÓ JESÚS [DURANTE SU VIDA]


La Santa Túnica de Argenteuil, la reliquia que tiene las mayores credenciales de haber sido la túnica que Jesús haya usado en toda su vida y que le fue despojada por sus flageladores, será expuesta por 19º vez en la historia entre el 25 de marzo y el 10 de Abril de 2016, con motivo del Año de la Misericordia y de los 150 años de la Basílica.

Qué mejor momento que éste de hacer una historia de la Túnica y presentar las investigaciones que la sitúan como una firme candidata a ser la vera túnica inconsútil (que carece de costuras), que le tejió la Santísima Virgen y que iba creciendo junto con Jesús.

LA TUNICA QUE USÓ JESUS DURANTE SU VIDA EN LA TIERRA

Hablar de la túnica de Jesús es recordarlo a Él como lo hemos visto en las estampas, luego en las películas, y así lo tenemos grabado en el corazón y en la mente.

Jesús vestía túnica, como todos los israelitas de su época, aunque muchos solamente llevaban una corta. Él no, la suya era hasta el suelo. Lo sagrado debía quedar velado a la vista de los hombres. `

Fue recién en la Pasión, cuando lo despojaron de sus vestiduras, donde el crimen llegó hasta el culmen, hasta la profanación total del Templo Santo que era el Cuerpo de Jesús.

Las Escrituras hablan poco de la túnica de Jesús. El versículo 18 del Salmo 22, que profetiza los sufrimientos de Jesús, dice:

“se repartieron mis vestiduras y sobre mi túnica echaron suertes”,

Esta es una frase que recuerdan los evangelistas Juan y Mateo, al relatar la muerte de Jesús.

No figuran, pues, en la Biblia, otras menciones a dicha túnica.

Pero la Tradición Apostólica ha recordado como una verdad no escrita, pero no por ello menos verdad, que la Túnica de Jesús, le fue tejida por su Madre a los doce años y que milagrosamente, esa túnica sin costuras (“inconsútil”), una obra maestra de amor y de talento, fue creciendo con Jesús.

Es evidente que todo objeto que haya tocado el Cuerpo Sagrado tiene que haber sido milagroso. Quedan restos de los clavos, de las espinas de la Corona y se relatan hechos prodigiosos, curaciones milagrosas obradas por los mismos.

La túnica de Jesús era milagrosa. La hemorroísa la tocó y quedó sanada.

Estudiando este hecho y frente al relato evangélico de que “Jesús, apretujado por la gente, se da vuelta y pregunta “¿quién me tocó?”, San Agustín comenta: Ella toca, la muchedumbre oprime

“¿qué significa ‘tocó’ sino ‘creyó‘? “

Y nuevamente en este pasaje, se ve el Milagro como respuesta a la Fe.

Lo extraño del caso es que esa túnica milagrosa, retuvo su poder cuando los soldados la tocaron. Ninguno cayó de espaldas, nadie salió quemado o convertido. Nuevamente, el secreto quedaba velado.

La túnica vacía, despojada del Cuerpo Santo que contenía, quedaba así en manos de hombres crueles, que sin quererlo y paradójicamente, le daban a ella, al no querer dividirla, el homenaje que habían negado a Su Dueño.

En efecto, se habían repartido las otras vestiduras, el manto, las sandalias, pero la túnica quedó entera, como un símbolo de la integridad de Aquel que la vestía.

Pero, ya que estamos hablando de algo material, que no se fue con Jesús, podemos preguntarnos dónde está, qué fue de ella, quién la tiene, tal como sabemos que en Turín se encuentra la Sábana Santa, que es auténtica, según le dijo Jesús a María Valtorta.

EL LARGO PERIPLO DE LA TÚNICA DE JESÚS

Hace unos años, si preguntábamos dónde estaría la túnica de Jesús, la respuesta era, en Tréveris, Alemania. Toda la cristiandad creía lo mismo, y de allí los millones de peregrinos que viajaban para verla.

Pero últimamente, en lo que va del Tercer Milenio, otra posibilidad ha cobrado fuerza y reclamado el derecho de ser nombrada como la auténtica Túnica que llevó Jesús desde su adolescencia, la que creció con Él, la que lo acompañó en su Ministerio y en Su larga y Dolorosa Pasión.

Esa es la túnica guardada en Argenteuil, Francia, la que ha pasado todas las pruebas y tiene más probabilidades de ser la auténtica, la sorteada por los soldados romanos.

Según la leyenda, la túnica fue encontrada en el siglo IV por Santa Elena, madre del emperador Constantino, quien la llevó a Constantinopla, donde se mantuvo hasta el siglo VIII.

En el año 800, la emperatriz Irene de Bizancio ofreció como prenda de boda la Santa Túnica a Carlomagno en su coronación como emperador de Occidente. La boda nunca se realizó, pero Carlomagno sí aceptó el regio presente, que regaló finalmente al convento de Argenteuil, cuando su hija Theocrade, monja en dicho convento, se convirtió en abadesa del mismo.

En el año 850 los normandos saquearon el pueblo de Argenteuil, incluyendo la basílica de San Dennis, pero antes de la llegada de los invasores, la túnica había sido ocultada en una pared. Cuando la abadía fue reconstruida en el año 1003, se restauró la reliquia, siendo venerada hasta el siglo XVI, en que fue parcialmente quemada por los hugonotes en 1567.

LO QUE NO PUDIERON EL ODIO Y LA AMBICIÓN, LO PUDO EL MIEDO

Durante la Revolución Francesa, al ser destruido el monasterio benedictino de Saint Dennis, la reliquia fue entregada a la iglesia parroquial para su custodia. El relato es el siguiente:

“El 10 de noviembre de 1793, la Convención decretó nuevas leyes contra la Iglesia y todo lo vinculado con el cristianismo fue destruido. El relicario de plata dorada que contenía la túnica se confiscó el 18 de noviembre, de acuerdo con el mandato de que toda parroquia debía entregar sus tesoros. La túnica, sin embargo, había sido retirada antes de la confiscación, y había sido entregada a la parroquia del lugar.

-Entre tanto, más anuncios inquietantes llegaban de Paris.

Una banda de revolucionarios había forzado la entrada a la Sainte Chapelle, destruyendo y saqueando todo a su paso. Se perdieron muchas reliquias, incluso un fragmento de la Vera Cruz del relicario de Balduino y el asta de la Santa Lanza. El abad Ozet, anterior rector de Argenteuil, temió que sucediese lo mismo con la Santa Túnica que seguía estando a su cuidado y tomó la decisión de cortarla en piezas y esconder cada una en un sitio diferente. De este modo, esperaba que al menos una pieza escapase ilesa a la turbulencia de la revolución.

El abad puso su plan en marcha por la noche y junto con el sacristán, dividió la túnica. Enterró las dos piezas mayores en el jardín y distribuyó el resto entre los feligreses más fieles. El temor hizo lo que no hicieron los soldados romanos: dividirla. Poco después fue arrestado y pasó los dos años siguientes en prisión.

Cuando quedó libre, dos años después, el día de la Ascensión de 1795, el abad desenterró las piezas y recogió los fragmentos que había repartido.

No todos los fragmentos se recuperaron, una pieza de unos 5 cm.2, que se confió al párroco de Sucy-en-Brie había sido destruido. Cuatro pequeños fragmentos que se escondieron en Longpont-sur-Orge quedaron allí y se encuentran hoy en la Basílica de Notre Dame de esa ciudad.

UNA AVENTURA MÁS PARA LA SANTA TÚNICA

La Túnica Santa se mostró nuevamente en el siglo XIX y se reanudaron con ese motivo las peregrinaciones.

El 13 de diciembre del año 1983, el párroco de San Dennis descubrió que la túnica había sido robada. Sin embargo, tres meses después, el 2 de febrero de 1984, el padre Guyard recibió una llamada telefónica de un desconocido que prometía devolver el tesoro con la condición de que su nombre se mantuviera en secreto.

Esa misma tarde la túnica, con su estuche, se encontró en la basílica de San Dennis. El motivo del robo nunca se supo, aunque podríamos pensar en una persona desesperada, que intentó recibir alguna milagrosa curación de tan maravillosa reliquia.

La última exposición solemne de la túnica se llevó a cabo durante las vacaciones de Pascua en 1984. En seis días, aproximadamente 80.000 personas llegaron a verla.

DESCRIPCIÓN DE LA TUNICADE ARGENTEUIL

Las medidas de la Santa Túnica son de casi 5 pies (1,51 m) por 3pies (0,91m) de tamaño.

Sus fibras son de lana hiladas de un tamaño muy regular. Es de una tela suave, ligera, y el tejido es uniforme y parejo, con una “Z”, torsionada, hecha en un telar primitivo.

La prenda es notable porque al haber sido tejida manualmente, está, no obstante, hecha sin ninguna costura, incluyendo las mangas. El tejido, de color marrón oscuro, es típico de la ropa en los primeros siglos de la era cristiana.

LAS PRUEBAS DE ANTIGÜEDAD

Evidentemente, los científicos no podían quedar ajenos a los descubrimientos de las reliquias de la Pasión–sufrimiento, muerte y sepultura de Cristo–, ya que siempre han resultado enigmáticas para la comunidad científica.

En el libro “Testigos del Misterio”: de Grzegorz Gorny (Autor) y Janusz Rosikon (Ilustrador), se resumen las investigaciones sobre varias de las reliquias, incluyendo las de la “poco conocida Túnica de Argenteuil”:

En 1998, los científicos del Instituto de Óptica en Orsay decidieron comparar los patrones de manchas de sangre en la túnica de Argenteuil, y sobre la Sábana Santa de Turín.

Ellos crearon modelos geométricos computarizados realistas y rotativos sobre cómo la túnica se vería si hubiese sido llevada por un hombre de la misma estatura física y la morfología del hombre representado en la Sábana Santa.

El resultado fue absolutamente desconcertante y probó que las manchas de sangre existentes en la túnica se alineaban exactamente con las heridas visibles impresas en la Sábana de Turín. Superponiendo ambas imágenes se lograba un resultado que llevó a los científicos a la conclusión de que ambas prendas eran ropas manchadas por las heridas del mismo hombre.

¿Podría aquél hombre haber sido Jesús de Nazaret? Se confirmó que la túnica fue realizada sobre telares horizontales, cuya anchura era común a las proporciones de los telares usados ??en el tiempo de Cristo. El tejido, hecho usando un denominado “giro Z” indica que la túnica probablemente fue hecha en el Cercano o Medio Oriente.

El teñido de la tela había sido realizado con Rubia Tinctorum, tintura de uso generalizado en la antigüedad alrededor de la cuenca mediterránea. El teñido se llevó a cabo antes de tejerse la tela, y junto con el tinte se utilizó alumbre para vestir a la tela. Ambas prácticas eran comunes en el primer siglo.

Debido a estos resultados, el interés en la túnica creció de manera constante en toda la comunidad científica. En 2004, el Instituto de Genética Molecular Antropológica en París, comenzó las pruebas en la reliquia. Durante los trabajos de restauración de un año antes, la túnica se limpió con un aspirador especial. Por lo tanto los científicos decidieron analizar las partículas aspiradas.

Con el uso de un microscopio electrónico de barrido (SEM) descubrieron granos de polen pertenecientes a 18 especies de plantas. Los tipos más frecuentes de polen fueron: Ortiga (Urtica Fragilis), con 41 granos, y Mezquite Sirio (Farcta Prosopis), con 13 granos.

La mayor parte de los granos de polen que pertenecían a especies ya habían sido descubiertos en la Sábana Santa de Turín (seis especies) y en el Sudario de Oviedo (siete especies) Entre ellos se encontraban Cedro del Líbano (Cedrus libani) y Pelosilla esparcida (Parietaria judaica). El descubrimiento más significativo, sin embargo, fue sobre dos especies endémicas de Palestina: el Terebinto (Pistacia Palaestina) y el Tamarisco (Tamarix hampeana). Sus granos de polen habían sido descubiertos también en los paños de Turín y Oviedo.

LA DISCUTIBLE PRUEBA DE CARBONO 14

De todas las pruebas realizadas en la Santa Túnica de Argenteuil, sólo un resultado desafía a sus orígenes antiguos. Esto se logró mediante pruebas de datación de carbono, en 2004 y 2005, bajo la iniciativa del subprefecto de Argenteuil, Jean-Pierre Maurice.

Una muestra de tejido de la reliquia fue probada dos veces con partículas de carbono radio activo (Carbono 14). La primera prueba, en 2004, llegó a la conclusión de que la túnica data de entre los años 530 y 650, y la segunda prueba, en 2005, puso la fecha entre 670 y 880.

El Profesor Gerard Lucotte, cuyo trabajo analizaremos más adelante, dice lo siguiente en relación con las limitaciones de la datación por carbono: “Hay muchos factores que alteran los resultados en las pruebas que utilizan partículas de carbono 14”.

Incluso los científicos que llevan a cabo las pruebas admiten que este método de datación solamente trabaja con exactitud cuando la muestra seleccionada para la prueba representan exactamente el material cuya antigüedad se desea determinar.

En otras palabras, las partículas de C14 en la muestra de ensayo deben proceder de la misma época de la tela en su conjunto. Si en algún momento durante su vida, la tela recibió partículas de C14 más antiguas o más recientes, entonces, evidentemente, las pruebas concluyentes serán ajenas a la tela original. Porque, según sea el caso, puede determinar a la tela una mayor antigüedad que la que realmente tiene o al revés.

Este bien puede ser el caso de la Túnica de Argenteuil, ya que, en un intento para protegerla de insectos y moho, la reliquia se trató en el siglo pasado con el insecticida DDT, que contiene una gran cantidad de carbono lo que seguramente daría un resultado falso con respecto a la antigüedad de la reliquia.

LAS CÉLULAS SANGUÍNEAS ENCONTRADAS EN LA RELIQUIA

Lo más interesante sobre las investigaciones hechas sobre la túnica de Argenteuil, son los estudios del ya mencionado Profesor Dr. Gerard Lucotte, Doctor en Genética y Ciencias, así como Especialista global en marcadores genéticos. Este especialista analizó las manchas de sangre de la túnica, que durante años habían sido invisibles y ahora se podían ver con microscopio electrónico.

Al examinar las fibras, concluyó que en algún momento la prenda debió cubrirse totalmente de sangre y que la espalda debió quedar en carne viva.
Además, se descubrieron en el tejido muchas células sanguíneas con trazas de urea, lo que, según Lucotte, indicaría un fenómeno raro, “hematidrosis”, o sea, sudar sangre, debido a una angustia extrema, que produce una carga histamínica elevada. Esto coincide con la descripción hecha en el Evangelio de Lucas, que dice que Jesús en el Huerto “sudó sangre”.

Por su parte, el patólogo norteamericano Dr.Frederick Zugibe, afirma que eso se produce ante la realidad de una muerte inevitable.

Lucotte menciona también que muchos de los glóbulos rojos (eritrocitos), (que suelen tener forma de disco con dos caras cóncavas), descubiertas en la túnica tienen forma de copa, con sólo una cara cóncava, o son esféricas. Esto ocurre cuando el organismo sufre un gran trauma, o una prolongada agonía.

También se encontraron glóbulos blancos (leucocitos) en la reliquia. Los glóbulos blancos tienen cromosomas en su núcleo y por lo tanto tienen el ADN de la persona. No existen dos ADN iguales en el mundo, así que eso es la prueba molecular de identidad de una persona.

Debido a que la proporción de glóbulos rojos y los blancos es de 500 a 1, Lucotte tuvo que examinar miles de células sanguíneas y encontró por fin 10 glóbulos blancos en buenas condiciones.

Ya es globalmente sabido que la sangre de la persona que vistió la túnica es del tipo AB, según lo descubriera un hematólogo de Saint-Prix, en el año 1985. Es el mismo tipo de sangre encontrada en la Sábana Santa de Turín y en el Sudario de Oviedo.

El Profesor Lucotte, del que ya dijimos anteriormente es Especialista global en Marcadores Genéticos, puede seguir la línea genética hasta llegar a la etnia de cada cromosoma Y, descubrió que quien llevó la túnica pertenecía al grupo étnico de las poblaciones judías del oriente medio, de las que Jesús formó parte. Y su análisis del ADN de la túnica, concluye que el que la vistió era un varón, con cromosomas XY.

Basado en los resultados de esas pruebas, el profesor Lucotte afirma que la Santa Túnica de Argenteuil es la auténtica ropa de Cristo.

LA SANTA TÚNICA, IMAGEN DE LA IGLESIA

No queremos terminar este trabajo sin referirnos a un pasaje de una homilía realizada por el Papa Paulo VI, durante el Via Crucis del año 1964.

Jesús es despojado de sus vestiduras. El vestido confiere al hombre una posición social; indica su lugar en la sociedad, le hace ser alguien. Ser desnudado en público significa que Jesús no es nadie, no es más que un marginado, despreciado por todos. El momento de despojarlo nos recuerda también la expulsión del paraíso: ha desaparecido en el hombre el esplendor de Dios y ahora se encuentra en el mundo desnudo y al descubierto, y se avergüenza.

Jesús asume una vez más la situación del hombre caído. Jesús despojado nos recuerda que todos nosotros hemos perdido la “primera vestidura” y, por tanto, el esplendor de Dios.”

Roma, en San Pedro, 21 de noviembre de 1964

UN SERMÓN DE VIERNES SANTO

Nos parece procedente también, dada la cercanía con la Semana Santa, recordar una homilía que el Padre Raniero Cantalamesa, Capuchino de la Orden de los Frailes Menores, predicó el Viernes Santo del año 2008 en la Basílica de San Pedro.

Ese día, como todos los Viernes Santos, se leyó la Pasión de Jesús.

“Y después que le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado. Y tomaron también la túnica; y la túnica era sin costura, tejida en una sola pieza”. (Jn 19,23-24).

Basándose en esta Palabra, el Padre Cantalamesa predicó:

La túnica de Cristo no fue ni jamás podrá ser dividida. Es también inconsútil. Es la fe que profesamos en el Credo: “Creo en la Iglesia, una, Santa, Católica y Apostólica”.

“La alegre noticia que hay que proclamar el Viernes Santo es que la unidad, antes que una meta a alcanzar, es un don que hay que acoger. Que la túnica estuviera tejida “de arriba hacia abajo”, escribe san Cipriano, significa que “la unidad que trae Cristo procede de lo Alto, del Padre celestial, y por ello no puede ser escindida por quien la recibe, sino que debe ser integralmente acogida”

Los soldados dividieron en cuatro partes «los vestidos», o «el manto» (ta imatia), esto es, el indumento exterior de Jesús, no la túnica, el chiton, que era el indumento interno, que se lleva en contacto directo con el cuerpo. Un símbolo éste también. Los hombres podemos dividir a la Iglesia en su elemento humano y visible, pero no su unidad profunda que se identifica con el Espíritu Santo.

Pero si la unidad debe servir como signo “para que el mundo crea”, debe ser una unidad también visible, comunitaria. Es ésta unidad la que se ha perdido y debemos reencontrar. Se trata de mucho más que de relaciones de buena vecindad; es la propia unidad mística interior –“un solo Cuerpo y un solo Espíritu, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos” (Ef 4,4-6)–, en cuanto que esta unidad objetiva es acogida, vivida y manifestada, de hecho, por los creyentes.”

Estas hermosas palabras, nos muestran cómo también de algo material como la túnica de Jesús, bajo la guía del Espíritu Santo se puede encontrar luz para la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, que formamos todos.

FUENTES:




Escrito por María de los Ángeles Pizzorno
De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada

Foros de la Virgen María

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