Una persona me pidió que
escribiera unas líneas sobre el suicidio. ¿Qué puedo decir sobre algo tan
radical como el deseo de no existir? El deseo del ser de dejar de ser. El ser
que quiere unirse al no-ser. Alguien tiene que estar muy lleno de sufrimiento,
para aspirar a tal como un bien deseable.
Concluimos, sin la más mínima
duda, que hay personas pletóricas de sufrimiento. En el mundo hay bellísimas
pinturas, música, amor, bosques, conversaciones, libros y, sin embargo, el que
acaricia el pensamiento del suicidio va llegando a la convicción de que es
preferible la nada a todo eso. La nada frente a todo lo que nos rodea.
Cierto que hay ciertas personas que han perdido el uso de la vista y del
oído, y que cada vez piensan menos y peor, su vida se va transformando en un
mero estar, pero en un estar sin pensamiento. El yo de esas personas se va
acercando a algo que se asemeja a la nada y el vacío, aunque el cuerpo siga
suspendido en el mundo del ser. Esa pertinacia del cuerpo en seguir luchando
cuando el pensamiento ya ha huído.
P.
FORTEA
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