Vía
crucis desde la cárcel
«Hay que romper muchas cadenas para poder ser libre de verdad»
Este es
el vía crucis que un grupo de presos de la cárcel de Soto del Real rezarán el
Viernes Santo. Ha sido elaborados por ellos mismos y por su capellán, Paulino
Alonso
Al terminar las celebraciones de
la Semana Santa del año 2015 en la prisión de Soto del Real, en las cuales
participan unos 350 internos, tres de ellos me proponen la posibilidad de hacer
un vía crucis para poder rezarlo y meditarlo el Viernes Santo del año 2016.
Comienzo a madurar la propuesta y
llego a la conclusión de que no es mala idea, ya que sería muy bueno poder
recorrer el camino del calvario con Jesús, no desde textos que otros han hecho,
sino desde la propia realidad que ellos están viviendo, para que en ese camino
no sean «meros espectadores», sino que todos
ellos asuman ese camino como un camino que puede conducir a la Vida si lo hacen
suyo y lo asumen como algo que nos sucede en cada momento de nuestro caminar. «Un camino que cada uno tiene que recorrer cargando con
tantas cruces como la vida nos presenta y que, con la ayuda y la fuerza del
Espíritu y de los hermanos, nos va a llevar a participar de la misma vida del
Resucitado».
Después del verano empezamos a
trabajar y con la ayuda de diversos textos ellos van elaborando la primera
parte de cada estación, para concluir cada una de ellas con lo que ellos están
viviendo en estos momentos en los que la libertad está limitada por unos pocos
barrotes. Ese camino con Jesús hacia la cruz comienza cuando uno pierde este
don tan precioso que es la libertad y termina cada noche con la decimocuarta
estación, tumbado en la litera del chavolo, contemplando por la ventana y entre los barrotes
las estrellas que radiantes en el cielo hablan de la añorada libertad.
Son varios los meses de
reflexión, oración y trabajo hasta llegar a mediados de febrero que ve la luz
este vía crucis titulado Hay que romper muchas
cadenas para poder ser libre de verdad.
Estamos en Semana Santa y un año
más nuestros hermanos privados de libertad van a caminar con Jesús hacia la
gran fiesta de la Pascua. El Jueves Santo contemplarán a Jesús lavándoles los
pies y partiendo y repartiendo con ellos su Cuerpo y su Sangre. El Viernes
Santo, con este vía crucis, recorrerán su propio camino hacia la cruz para que,
iluminados por la luz de la resurrección y lavados con el agua bendecida,
puedan comenzar el Domingo de Resurrección a vislumbrar una vida distinta, una
vida en libertad.
Así surgió este vía crucis entre
rejas, con la esperanza de que Jesús Resucitado pueda romper un día las cadenas
que aprisionan su libertad.
Paulino Alonso
Capellán de la cárcel de Soto del Real. Madrid
Capellán de la cárcel de Soto del Real. Madrid
Introducción
Jesús nos ha dicho:
El que quiera ser mi discípulo, tome cada día su cruz y me siga.
Nos reunimos en torno a la cruz
de Jesús para recorrer con Él el camino del Calvario. Su cruz va a ser nuestras
propias cruces, sus acontecimientos en este camino, los acontecimientos que nos
ofrece nuestra vida diaria. No seamos meros espectadores, impliquémonos en su
historia que es nuestra historia, porque la muerte de Jesús sigue repitiéndose
cada día.
Todos:
Aquí nos tienes
Jesús, dispuestos a seguirte. Queremos recorrer el camino de la cruz para
aprender de tu sufrimiento, de tu entrega y de tu amor. Te pedimos que nos
ayudes a llevar la cruz de cada día.
Primera
estación: Jesús condenado a muerte
Todos lo condenaron
reo de muerte. Pilato lo entregó para que lo crucificaran
Celebrante:
Jesús es condenado a muerte. Las
mismas voces que pedían su entronización como Rey, se vuelven contra Él y piden
su pena de muerte. Todo y todos contra Él.
Todos:
Jesús, nos da miedo el dolor, el
sufrimiento, la cruz. Danos un corazón comprensivo que no condene a nadie y que
defienda a los injustamente condenados.
Actualización:
-Mi delito-
Y el caso es,
Jesús, que no se por qué lo hice, pero ya está. No se puede volver atrás. Quizás
fue la necesidad la que me empujó a hacerlo, o el cansancio de una vida cómoda,
o el engaño de aquel en quien yo creía… Todo parecía tan fácil… y mírame ahora,
igual que tú.
Segunda
estación: Jesús cargado con la cruz
Tomaron a Jesús y
cargándolo con la cruz salió al lugar llamado de la Calavera
Celebrante:
Su condena se concreta. Ha de
llevar la cruz. Su muerte va a ser como la de un malhechor. En su cruz están
todos nuestros delitos e infidelidades.
Todos:
Jesús, tu cruz es
pesada. Tenemos delante otros caminos más fáciles. Tu pones las cosas
difíciles. Porque ser bueno todos los días no es nada fácil. Danos fuerza para
llevar nuestra cruz y compartir las cruces de los demás.
Actualización:
-Camino de la cárcel-
Señor, atrás queda
la calle, la libertad, ahora me llevan a prisión, como tú, camino del calvario.
Tú con aquella pesada cruz, yo en el furgón, a oscuras con mis pensamientos… ¡Que
largo se me hace el camino…!. Señor, yo quiero cargar también hoy con la cruz
y acompañarte.
y acompañarte.
Tercera
estación: Jesús cae en el camino
Este es el esquema
de Jesús: un hombre en tierra bajo la cruz
Celebrante:
Jesús cae, estaba cansado. Se cae
porque le cuesta trabajo llevar el peso de nuestros pecados. Pero se levanta.
No deja que le invada el cansancio. Tiene que seguir y salvar al hombre de
tantas caídas.
Todos:
Jesús, has caído
bajo el peso de la cruz, pero te levantas. Te pido que cuando yo caiga me des
confianza para pensar que puedo levantarme y comprender que es más importante
levantarse que caer. Hoy sigues cayendo en tantos hermanos nuestros, por eso te
pido que me des fuerza para ayudarles a que se pueda levantar.
Actualización:
-Primeras experiencias, ingresos-
Ya está, Jesús,
cacheos, huellas, fotografías, gente desfilando ante mí. Algunos me miran,
otros toman nota, y me dan ganas de gritar. Todo igual que Tú, como cuando
caíste. Tu caído bajo el peso de la cruz, yo caído bajo el peso de mi soledad y
angustia.
Bajo el peso de mis errores.
Bajo el peso de mis errores.
Cuarta
estación: Encuentro de Jesús con su madre
Había unas mujeres
que le seguían desde Galilea… Entre ellas estaba su Madre
Celebrante:
Un encuentro consolador: la
Madre. Ella no podía fallar magullando el dolor de su Hijo. En silencio va
comprendiendo. No pide razones, ni clemencia, ni consuelo… Solo pide que se
haga la voluntad de Dios.
Todos:
Buscaste entre el
gentío un rostro amigo y allí estaba Ella, tu Madre. Ella salió a tu encuentro
para darte su mirada y su presencia que conforta. María, sigue cerca de
nosotros cuando llevamos el peso de la cruz y alivia nuestras heridas y nuestro
sufrimiento.
Actualización:
-En comunicación con la madre-
Hoy he bajado a
comunicar y allí estaba ella, mi madre. Permanecimos unos momentos en silencio,
mirándonos, y cuantas cosas nos dijimos con los ojos. Pero no puedo olvidar
entre todas una: -Te quiero, hijo mío-. Hablamos de muchas cosas, de la casa,
de la familia… Que largos son los días aquí y que corto es el tiempo cuando
ella viene.
Y al final, como siempre, nos despedimos en silencio.
Y al final, como siempre, nos despedimos en silencio.
Quinta
estación: Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Cuando lo conducían
echaron mano de un cierto Simón de Cirene, y le cargaron con la cruz para que
la llevara detrás de Jesús
Celebrante:
Otro alivio en el camino. Los
judíos temen que no llegue al Calvario y obligan a uno que pasaba por allí a
ayudarle. No les interesa el sufrimiento del reo, solo miran sus intereses.
Todos:
Jesús, yo no te hubiera
ayudado porque prefiero pasar por uno de tantos y que nadie note que soy discípulo
tuyo. Hoy quiero decidirme a ayudarte a llevar la cruz y ayudar a mis hermanos
a llevar su propia cruz. Se tu nuestro mejor cirineo.
Actualización:
-Visita del voluntario-
Hoy han venido los
voluntarios a hablar con nosotros. Al llegar me fijo en sus miradas y son
miradas de amor, miradas que no juzgan, miradas que comprenden y ayudan
desinteresadamente, como a ti el Cirineo, a llevar la cruz de la indiferencia
de los demás,
de la soledad. Jesús, sigue suscitando corazones solidarios. Son muchas las cruces que hay que llevar y las fuerzas flaquean.
de la soledad. Jesús, sigue suscitando corazones solidarios. Son muchas las cruces que hay que llevar y las fuerzas flaquean.
Sexta
estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
Una tradición nos
cuenta la escena. Una mujer se acerca a Jesús y limpia su rostro cansado y
lleno de sudor y sangre.
Celebrante:
Menos mal, en la subida hay
alguien que se decide y hace algo por ti.
Todos:
Jesús, me parece
bien lo que hizo esa mujer valiente. A mí me cuesta mucho hacer lo mismo, porque
con frecuencia pienso que hacer el bien, ser buenos, es cosa de «otros».
Ayúdanos a ser como esa mujer, capaces de enjugar tu rostro y el de los hermanos que sufren con nuestra cercanía y nuestra ternura.
Ayúdanos a ser como esa mujer, capaces de enjugar tu rostro y el de los hermanos que sufren con nuestra cercanía y nuestra ternura.
Actualización:
-La solidaridad de los
compañeros-
He sentido su mano sobre mi
hombro, he levantado la mirada y allí estaba él, el compañero. He hablado mucho
tiempo con él y parece que me siento mejor. Ahora entiendo, Jesús, el calor y
el alivio que sentirías cuando notaste en tu rostro cansado el pañuelo limpio y
fresco de aquella mujer… Hoy he aprendido lo que es la solidaridad en la
cárcel, la solidaridad de los que estamos aquí, la solidaridad de los que
piensan
que las penas compartidas, pesan menos, duelen menos…
que las penas compartidas, pesan menos, duelen menos…
Séptima
estación: Jesús cae de nuevo
El peso de la cruz
te domina y caes de nuevo. Otra vez sin fuerzas y extenuado por el peso de
nuestros pecados.
Celebrante:
Los soldados se alarman. Se ha
vuelto a caer. No va a llegar arriba. Que se levante pronto, y a caminar.
Todos:
No me puedo hacer
ilusiones. Es posible que cuando todo parezca fenomenal,
vuelva a caer. En el fondo no quiero caer, pero soy débil. Acércate, Jesús, a todos los que están caídos, y a nuestra miseria cuando caemos, Danos la fuerza de levantarnos.
vuelva a caer. En el fondo no quiero caer, pero soy débil. Acércate, Jesús, a todos los que están caídos, y a nuestra miseria cuando caemos, Danos la fuerza de levantarnos.
Actualización:
-Pelea en el patio-
La verdad, Señor,
que no sé porque lo he hecho, estaba en el patio y alguien chocó contra mí, y
se ha armado el follón. Quizás hoy me he levantado de mal humor,
o quizás hoy estoy en tensión… El caso es que ahora estoy solo en el chavolo,
caído como tú, Jesús; caído, sí, pero dispuesto a levantarme para reanudar la jornada.
o quizás hoy estoy en tensión… El caso es que ahora estoy solo en el chavolo,
caído como tú, Jesús; caído, sí, pero dispuesto a levantarme para reanudar la jornada.
Octava
estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Le seguían unas
mujeres que se lamentaban por Él. Jesús les dijo: «No lloréis por mí; llorad
por vosotras y por vuestros hijos».
Celebrante:
Jesús reprende a las mujeres.
Todo su afán es lamentarse. Pero las cosas siguen igual. Danos fuerza para
llegar hasta el final. Tú no quieres nuestra compasión; eres Tú el que nos
consuelas a nosotros.
Todos:
Ya sé que no bastan
las palabras. He tenido en mi vida momentos de propósitos
para mantenerme fiel a ti y a los demás, pero todos se han quedado en meras palabras y propósitos. Por eso, Jesús, ahora oigo el reproche que me haces a mí: menos palabras y más hechos.
para mantenerme fiel a ti y a los demás, pero todos se han quedado en meras palabras y propósitos. Por eso, Jesús, ahora oigo el reproche que me haces a mí: menos palabras y más hechos.
Actualización:
-Recuerdo de la familia-
Tumbado en mi
litera, mi recuerdo ha volado a través de las rejas, Señor, hasta mi hogar,
hasta mis padres, mi mujer, mis hijos… Y a pesar de la distancia y del tiempo
mi corazón está unido a ellos. Tengo que seguir viviendo por ellos. Consuélales tú, Jesús,
como a las mujeres que lloraban por ti. Yo les consolare desde aquí hasta que esté con ellos.
mi corazón está unido a ellos. Tengo que seguir viviendo por ellos. Consuélales tú, Jesús,
como a las mujeres que lloraban por ti. Yo les consolare desde aquí hasta que esté con ellos.
Novena
estación: tercera caída de Jesús
Una caída más.
Nunca estamos seguros. Tampoco cuando ya estamos llegando a la meta
Celebrante:
Hoy quiero pedirte, Jesús, que me
hagas comprender lo que supone estar hundido, sentir en lo más hondo de mi ser
el fracaso, la impotencia, la carencia absoluta de medios humanos, la falta de
libertad, la soledad, el abandono…
Todos:
Jesús, infunde en
nosotros la confianza de que caminando a tu lado, nuestras caídas y angustias no
podrán desviarnos del camino que conduce a la Vida. Que cuando estemos
postrados por el pecado o la duda Tú te inclinas sobre nosotros para decirnos:
«Levántate y camina». Danos tu fuerza para saber comprender y ayudar a todos aquellos que caen.
«Levántate y camina». Danos tu fuerza para saber comprender y ayudar a todos aquellos que caen.
Actualización:
-La rutina de cada día-
Un día más en la
prisión. Las mismas cosas, las mismas caras, el mismo ir y venir por el patio. Cayéndome
y levantándome como Tú, Jesús. Hoy te quiero pedir fuerzas para que,
aunque sean muchas las caídas, siempre pueda levantarme.
aunque sean muchas las caídas, siempre pueda levantarme.
Décima
estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Llegados al lugar
llamado Gólgota, le dieron a beber vino mezclado con hiel. Una vez que lo
crucificaron, se repartieron sus vestidos
Celebrante:
Ya no le queda ni honra, ni
prestigio, ni la fama popular. Solo le quedan sus vestidos.
Y, por si fuera poco, ahora se queda desnudo. Desnudo ante la voluntad del Padre: la muerte.
Y, por si fuera poco, ahora se queda desnudo. Desnudo ante la voluntad del Padre: la muerte.
Todos:
¿Es posible que mi
pecado te haya dejado así?. No has hecho nada más que bien a todos… y como te
lo pagamos. Que sepamos despojarnos de tantas cosas que nos sobran.
Que pidamos perdón si hemos despojado a alguien de su prestigio o dignidad. Y que denunciemos tantos despojos como hoy sigues padeciendo en muchos hermanos nuestros.
Que pidamos perdón si hemos despojado a alguien de su prestigio o dignidad. Y que denunciemos tantos despojos como hoy sigues padeciendo en muchos hermanos nuestros.
Actualización:
-Cambio de módulo-
El día ha amanecido
lluvioso, parece como si la tristeza del día quisiera anunciarme algo. A media
mañana me han avisado, cambio de módulo. Otra vez a empezar de nuevo.
Lugares nuevos, caras nuevas, costumbres nuevas. Hoy me he sentido despojado como Tú al pie de la cruz, de parte de mi historia aquí en la cárcel.
Lugares nuevos, caras nuevas, costumbres nuevas. Hoy me he sentido despojado como Tú al pie de la cruz, de parte de mi historia aquí en la cárcel.
Undécima
estación: Jesús clavado en la cruz
Lo crucificaron y
con El a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda
Celebrante:
Jesús, te han clavado en la cruz
y, aún estando injustamente no reprochas ni condenas nada, solamente nos
ofreces los últimos dones:
·
Oración y perdón a
tus perseguidores.
·
La promesa del
paraíso al buen ladrón.
·
Y a todos, para que
no estemos solos, a María, tu Madre.
Todos:
Jesús, ha sido
mucho lo que has hecho por mí, por eso te doy las gracias por haber subido a la
cruz para redimir mi pecado. Enséñanos la lección de tu cruz: a orar en la
noche, a sufrir perdonando y a amar en la cruz de cada día.
Actualización:
-El Juicio-
Por fin, Jesús,
llegó el momento, cuantas veces desee que pasase, y ya ves, hoy me hubiera
gustado que no. ¿Por qué los hombres tememos tanto al futuro? Hoy se ha
celebrado el juicio, mi juicio. Y ahora a esperar sentencia. Hoy me siento
clavado en la cruz contigo. Ahora a esperar.
Duodécima
estación: Jesús muere en la cruz
Jesús, con fuerte
voz dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
Celebrante:
Jesús, has llegado al final. Has
consumado tu misión en la tierra. Por eso, antes de morir, puedes exclamar con
aquella voz potente: «Todo está cumplido».
Todos:
Tu obra de la
redención está cumplida. Te ha costado la muerte, pero la has aceptado porque
nos amabas. Que en tu cruz aprendamos a amarnos y a entregarnos hasta el fin. Ayúdanos
a superar los momentos de tentación y de pecado que te hacen seguir muriendo en
la cruz.
Actualización:
-La sentencia-
Todo se ha
consumado, como contigo en la cruz. Hoy se ha dictado sentencia sobre mí
también.
Decimotercera
estación: Jesús bajado de la cruz y puesto en los brazos de María
Un hombre llamado
José se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Bajándolo de la cruz
lo envolvió en una sábana
Celebrante:
María al pie de la cruz,
recogiendo lo que queda de su Hijo: el cuerpo muerto. ¡Qué momento tan tenso y
tan duro! ¿Cómo conjugar la realidad con la esperanza de la resurrección?.
Todos:
Jesús, tu Madre te
ofrece al Padre, mientras besa y llora tus heridas. Yo también quiero llorar
hoy mis pecados. Madre buena, que en los momentos de dolor, de sufrimiento
y de dificultad encuentre consuelo junto a Ti.
y de dificultad encuentre consuelo junto a Ti.
Actualización:
-La enfermería-
No sé por qué, pero
hoy he recordado a los compañeros de la enfermería. He pensado en las noches en
vela por el dolor. ¿Habrá alguien junto a ellos? ¿Encontrarán una mano amiga a
la que aferrarse en ese momento de sufrimiento, como la encontraste tú?
Si no la tienen, préstale la tuya, Madre, acógelos en tu regazo de Madre, como acogiste a tu Hijo muerto.
Si no la tienen, préstale la tuya, Madre, acógelos en tu regazo de Madre, como acogiste a tu Hijo muerto.
Decimocuarta
estación: Jesús es sepultado
José tomó el cuerpo
de Jesús y lo depositó en un sepulcro nuevo.
Celebrante:
Jesús es sepultado. Todo calla a
su alrededor. Todos contemplándolo y esperando el momento de la resurrección,
de la Vida.
Mientras espero con María la
mañana de la resurrección, hazme valorar lo que la realidad de la redención que
Tú has conseguido con tu muerte tiene que suponer en mi vida.
Todos:
Jesús, queremos
estar en vela junto a tu Cuerpo. En vela, mientras llenas de luz y esperanza la
vida de los hombres. Que comprendamos que el amor nos tiene que llevar
a vivir con más generosidad y entrega.
a vivir con más generosidad y entrega.
Actualización:
-El final del día-
Al caer la noche me
encuentro en el chavolo después de un largo día. Este es mi sepulcro
particular, oscuro y pequeño como el tuyo, Jesús. Yo también espero en silencio
mi libertad, como tu esperaste tres días la Resurrección. Que mi experiencia de
dolor sirva para dar fruto.
Conclusión
Esta puede ser vuestra Pascua. Si
abrís el corazón a la fuerza de Cristo que surge glorioso y transforma en
vergeles los desiertos de nuestra existencia.
En el aire fresco de la primavera
vibra la tierra por el germen de la vida sembrado en ella. Ha llegado el
momento de nacer a la vida nueva e inmortal de Jesús resucitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario