Cuenta la leyenda que una mujer pobre
con un niño en los brazos, pasando delante de una gruta escuchó una voz
misteriosa que desde dentro le decía:
"Entra
y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo importante. Pero recuerda
algo: después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto,
aprovecha la oportunidad, y no te olvides de lo principal….."
La mujer
entró en la gruta y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las
joyas, puso a su hijo en el suelo y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que
podía en su delantal.
La voz
misteriosa habló nuevamente.
"Tienes
solo ocho minutos"
Agotados
los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia
fuera de la cueva y la puerta se cerró…
Recordó,
entonces, que el niño quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre.
La
riqueza duró poco y la desesperación… para el resto de su vida.
Lo mismo
ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos años para vivir, y una voz siempre
nos advierte: "Y No te olvides de lo principal!"
Y lo
principal son los valores espirituales, la eucaristía, el compromiso cristiano,
la oración, la vigilancia, la familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia,
la riqueza, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo principal – a
veces -queda en un plano secundario….
Así
agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial "Los tesoros
del alma".
También
nosotros, en este día del CORPUS
CHRISTI, estamos llamados a entrar en un lugar donde el pan y el vino
dejan de serlo para convertirse en permanente presencia de Cristo en la
Eucaristía
Insertarnos
en Cristo comporta siempre salir enriquecidos, no de bienes materiales, y sí
llenos de su Espíritu en el corazón y en el alma. Treinta minutos, escasos, no
son suficientes ni dan cuenta del valor que encierra la Eucaristía. Pero, toda
una vida cristiana, sería difícil de llevarla adelante sin el aprovisionamiento
del pan único y partido.
La festividad del CORPUS CHRISTI se hace demasiado grande para encorsetarla en los
cuatro muros de un templo.
Es tan
grande su misterio y tan en el corazón de la fe… que se desparrama por los
aledaños y plazas saliendo de la mejor catedral o de la iglesia menos
importante y más escondida.
Es tan
firme nuestra devoción hacia la Eucaristía……que lo manifestamos públicamente,
sin temor ni vergüenza, ante un mundo que ensucia y empapela las paredes no
precisamente con palabras de verdad que llamen y empujen al amor verdadero.
-Es tan
convencido nuestro aprecio por la presencia del Señor en la Eucaristía…..que
necesitamos seguirle cuando, EL por delante, sale al asfalto en medio del
entresijo de ciudades y pueblos, de hombres y mujeres gritándonos: ¡DIOS ESTA
AQUÍ!
Impresiona
tanto la “reserva” del AMOR de DIOS en el Sagrario… que sale en CUSTODIA para
que el mundo entienda que sin Él, el ser humano, será un fracasado
CORPUS… la caridad es causa de
felicidad personal y comunitaria. El dar
supone enriquecerse a sí mismo. Con la caridad todos somos beneficiados CORPUS…
es centralizar el Misterio de la Eucaristía en aquel acto de supremo servicio
donde Jesús da pruebas del señorío del amor de Dios en su corazón.
CORPUS… es manifestar
públicamente la convicción de todo cristiano católico
que
siente y vive en la Eucaristía el AMOR que Dios nos tiene. Que sabe que siempre
hay un Misterio escondido detrás de las especies del pan y del vino. CORPUS… es
manifestar públicamente la convicción de todo cristiano católico que siente y
vive en la Eucaristía el AMOR que Dios nos tiene. Que sabe que siempre hay un
Misterio escondido detrás de las especies del pan y del vino.
CORPUS… es el AMOR de DIOS que
toma cuerpo…. que se
hace cuerpo; visible, alimento, vino y pan. Y, si el amor de DIOS se hace
cuerpo, nuestras calles se hacen hueco y se abren de par en par para que, por unos
momentos, se conviertan en mesa interminable donde los seguidores de Jesús
celebren, proclamen, vivan y coman su pan multiplicado.
CORPUS… es el AMOR de DIOS a los
hombres y – en trampolín- amor y servicio, generosidad y justicia, perdón y
fraternidad… de los
hombres con los propios hombres. Si el AMOR DE DIOS se hace cuerpo, por
nosotros, nosotros somos urgidos por imperativo de Jesús Eucaristía a ser
igualmente cuerpo visible de: justicia y del compartir, de alegría y de
tolerancia, de respeto y de fe de reconciliación y de esperanza, de ilusión de
coraje, de piedad y de compromiso continuado en pro de una sociedad que no
tiene más esquemas sino el poder para tener.
Ahora, en estos tiempos sobre
todo, donde hay tanto contraste de culturas y hasta de religiones… es bueno
manifestar públicamente lo que sentimos y lo que creemos: ¡DIOS ESTA AQUÍ!… mal
que les pese a algunos. No sé por qué me da que el Corpus, hoy más que nunca,
puede ser un desafío ante ese afán de replegar y de esconder todo lo que suene
a religioso. La custodia, con Cristo dentro, puede ser perfectamente la gran
pancarta de un Dios que sigue hablando y manifestándose a través de nosotros.
Feliz
solemnidad del Corpus Christi
Javier
Leoz
Sacerdote
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