LA PRIMERA NOTICIA FUE DURÍSIMA, UNA ORACIÓN EN EMAÚS HIZO ENSEGUIDA DE BÁLSAMO
Sonsoles Montero es licenciada en Derecho por la Universidad
de Sevilla, máster de evaluación de proyectos en Madrid, curso internacional de
Coach en EFIC y máster de Bioética en la universidad Francisco de Vitoria. Está
casada con Antonio de Santiago desde hace 22 años y es madre de 6
hijos: Carmela, Antonio, Ángela, Natalia y Luz. Juan Pablo, en el cielo, murió
antes de nacer.
Nos cuenta en esta entrevista
cómo gracias a la fe y a las oraciones de los grupos de Emaús fueron aceptando
en familia la gravísima enfermedad de su
hija, que fue transformándose en alegría y en una gran fuente
de bendiciones para su hogar.
-¿CÓMO
FUE SU REACCIÓN AL CONOCER QUE SU HIJA IBA A NACER CON UNA GRAVE ENFERMEDAD?
-Para que la gente pueda entender
la situación, me gustaría empezar por nuestra reacción cuando nos enteramos de
que estábamos embarazados. Mi marido tenía 53 años y yo 48, teníamos 4 hijos ya criados con nuestra hija
menor de 9 años. Yo no tenía la menstruación desde hacía varios meses y al
enterarnos del embarazo, tuvimos una reacción muy negativa, llena de
incredulidad: “Esto no nos puede estar
pasando a nosotros...”; “Señor, con la cantidad de padres que estarían locos
por quedarse embarazados, cómo nos haces esto a nosotros, que ya hemos
cumplido...”
»Nuestra familia había vivido casi catorce años
fuera de España, sin nadie en
quien apoyarse. Habíamos pasado varios episodios duros en soledad y ese era
nuestro momento, ahora que volvíamos a España con familia y
amigos cerca, donde íbamos a volver a disfrutar de la vida, viajar y
hacer todo tipo de planes… No podía ser que un nuevo embarazo volviera a
llevarnos a la casilla de
salida.
»Recuerdo que una amiga médico me dijo: a tu
edad es casi imposible que te quedes embarazada, seguro que tienes un embarazo
ectópico, yo me haría una ecografía para descartar; así que buscamos el primer
centro donde poder hacernos una ecografía y, efectivamente, al hacer la
ecografía inmediatamente oímos el latido del corazón…
A Luz no le ha faltado amor desde
que se supo de su existencia.
»Dos semanas después, hicimos la ecografía de la semana 12ª y el médico
empezó a decir en voz muy alta: “No me gusta nada
lo que veo. Puf, ¡qué horror! No puede ser…” inmediatamente nos dijo que
veía un pliegue nucal engrosado, prueba de una más que probable cromosomopatía; inmediatamente nos ofreció una amniocentesis y la
posibilidad de terminar el embarazo (digo terminar y no interrumpir, porque
interrupción denota que se puede volver a retomar). Le explicamos al doctor
que en ningún caso abortaríamos y nos ofreció otra prueba, de sangre en este
caso, en la que sacan sangre a la madre, separan la sangre del bebé mezclada y
sobre ésta realizan un cariotipo para determinar si hay alguna alteración. En
esta prueba no existe ningún peligro para la vida del bebé.
-AL
SALIR DE LA CLÍNICA, NO QUERÍAN VOLVER A CASA...
-Íbamos dando vueltas con el
coche sin ninguna dirección, cuando se nos ocurrió llamar a Jesús y Pilar, unos amigos con una
niña con síndrome de Down. Allí lloramos como locos durante horas, nos bebimos
un montón de cervezas, pero salimos con el consuelo de que un niño con síndrome
de Down es un regalo. Ahí empezó a cambiar
nuestra actitud, de no querer tener un nuevo hijo, a querer que
naciera y que todo saliera bien.
»Al día siguiente fuimos a hacernos la prueba de sangre en el
departamento de genética de un hospital madrileño. Pedimos hablar con la
directora de genética para que, por favor, agilizara el trámite, y ésta nos
pidió los datos de la ecografía y al verlos nos dijo: “¿Para
qué queréis haceros esta prueba si vais a tener un monstruo?”. Yo
empecé a llorar mientras balbuceaba: “¿Pero usted
cómo lo sabe?”, y mi marido se puso furioso y le dijo que no le habíamos
pedido su opinión y que, a la vista de su reacción, hubiéramos preferido no
saberla.
»Semana y media después, iba en el coche de compras con unas amigas y me
llegó un email, informándome de que el resultado de la prueba estaba listo.
Llamé a mi marido y le pedí que lo mirara. Cinco minutos después me llamó y me
preguntó: “¿Estás conduciendo?”. Y me dijo: “Para”. El resultado nos decía que se trataba de
una niña y que tenía una trisomía del cromosoma 18, también
llamada síndrome de Edwards, que es reconocido por la comunidad médica
como incompatible con la vida.
-¿CÓMO
REACCIONARON EN LAS HORAS SIGUIENTES?
-Esa mañana nos acostamos en la
cama a llorar y más llorábamos cuantas más imágenes veíamos en internet.
Recuerdo la de un niño con un solo ojo... ¿Cómo
íbamos a ser capaces de querer a nuestra hija, si iba a ser "un monstruo”?
Cuando los niños volvieron del colegio, nos levantamos y nos lavamos la cara,
porque no queríamos -no podíamos- dar la noticia con lágrimas en los ojos; pero
esto era demasiado pesado, sinceramente nos superaba.
»Recuerdo que, estando acostados, le dije a mi marido: “Voy a pedir oración, esto nos viene muy grande”.
Escribí a mi grupo de Emaús y les dije: “Chicas,
me da mucha vergüenza pedir oración, pero me ocurre esto”… Casi
inmediatamente se acabó el duelo que acompaña a estas circunstancias. Empezamos
a sentir una paz y una fuerza que no era nuestra, era como si alguien hubiese tomado nuestro dolor
y hubiera cargado con él. Ahí tuvimos la certeza de que cuando
aceptas y Le entregas tu dolor, el Señor lo carga por ti.
La oración de muchas personas ha
estado ayudando desde el principio a los padres de Luz.
»Al día siguiente, teníamos la primera confesión de nuestra cuarta hija
y, ya mucho más serenos, fuimos al evento, pidiendo al par de madres que sabían
la circunstancia que por favor no nos miraran ni nos hablaran, porque no queríamos romper a llorar en ese día de alegría. Al ponerse las niñas en cola para confesarse,
empezó a sonar una canción: “Enciende una Luz en la
oscuridad, la Luz de Jesús que brilla en todo lugar, no la puedes esconder, no
la puedes callar, la Luz de Jesús que brilla en todo lugar”. En ese
momento sentí y vi con claridad que el Señor quería que se llamara
Luz. Miré a mi marido con lágrimas en los ojos. A la salida le dije:
“Se va a llamar Luz", y él me dijo "ya lo sé”.
-¿HASTA
QUÉ PUNTO FUE PRESIONADA PARA ABORTAR?
-La primera invitación, como ya
os he comentado, fue en la ecografía donde detectaron el engrosamiento de
pliegue nucal, aunque supongo que en este caso fue por precepto legal. La
segunda, aunque no explícita, fue la genetista que me dijo que iba a tener un
monstruo, y desde aquel momento fue como una cascada de
invitaciones.
»En primer lugar, de muchas amigas, que me decían: “Eres muy mayor para tener más hijos y más con problemas,
deberías pensar en el resto de tus hijos y en tu marido e interrumpir el
embarazo”.
»Durante el embarazo, visitamos muchos hospitales, médicos y ecógrafos.
Recuerdo que, ante la perspectiva de embarazo de riesgo por mi edad, visité a
un ginecólogo que atiende a madres mayores y este me dijo que estuviera
tranquila, que a pesar de mi edad, no corría riesgo al haber sido madre con
anterioridad. Al explicarle la circunstancia de Luz, me dijo: “Yo no soy abortista y de hecho siempre animo a los
padres con un embarazo de Down, pero en los casos de Edwards me callo, esos
niños son incompatibles con la vida”.
En sus cinco años de vida, Luz ha
demostrado ser compatible con la misma vida que cualquier otro.
»Uno de los ecógrafos que durante una época nos hizo ecografías
semanales, siempre que teníamos visitas nos decía: “¿Vosotros
sabéis lo que estáis haciendo? ¿Estáis locos?”. A tal punto
llegó la tensión, que un día le dijimos: "La
próxima vez que nos lo repitas, te denunciamos; ya te hemos dicho que, en
cualquier caso, nosotros no vamos a abortar".
»Una etapa complicada fue la búsqueda de
hospital en el que dar a luz, ya
que en todos los hospitales públicos que visitamos, además de repetirnos la
incompatibilidad con la vida de Luz y volver a invitarnos a abortar, nos decían
que en el caso de que la niña naciera con vida, no la reanimarían: “No es que la
vayamos a matar, pero si necesitara ayuda no se la daríamos. Estos niños son
incompatibles con la vida y ¿para qué alargar su sufrimiento?”.
-SIN
EMBARGO, ES ALGO QUE JAMÁS SE LE PASÓ POR LA CABEZA...
-Nunca, siempre tuvimos claro que jamás lo haríamos. En mitad de la
presión para que abortáramos, recuerdo que leímos un artículo de una ginecóloga
que se preguntaba, para el caso de niños “incompatibles
con la vida”, qué es mejor para ellos: ¿que
mueran quemados por una inyección o triturados por unas cuchillas, o que
mueran rodeados de amor en los brazos de su madre?
»Uno de los temas contra los que durante el embarazo peleamos,
precisamente por la invitación al aborto que puede llevar implícita, es contra el término “incompatible con la vida”.
Incompatible con la vida sólo es la muerte; o, si lo prefieres, incompatibles con la vida somos todos, porque todos vamos
a morir. A eso los médicos nos decían: sí, pero ella
morirá antes; y mi marido les preguntaba: “¿Y cómo
lo sabes?”. “Lo dice la estadística”. A lo que él respondía: “Si yo me como un pollo y tú no, la media es que nos
hemos comido medio pollo cada uno, pero no es lo mismo. Mi hija no tiene
deformaciones en ningún órgano vital y, por tanto, tendría que entender los
datos de la estadística y las causas de la muerte”.
»De hecho, más tarde aprendimos que gran parte de la
mortalidad de estos niños es porque no se les trata y eso provoca lo que los ingleses llaman “profecía autocumplida”. Si no le opero, se muere, y esa muerte engrosa la
estadística de que los niños con este síndrome se mueren.
»Por todo esto peleamos para cambiar ese término a algo como “niños con pronóstico vital complicado”.
-CURIOSAMENTE,
EN ESE MOMENTO FUE CUANDO MÁS ORACIÓN PIDIERON Y SUPUSO UN GRAN IMPULSO
ESPIRITUAL PARA LA FAMILIA...
-Desde el momento en que pedimos
oración al grupo de Emaús y vimos el resultado, empezamos cadenas de oración.
Incluso creé una lista de distribución por
whatsapp para ello. La
llamé Diario de Luz, donde iba
contando todo desde el cuarto mes de embarazo. Se hizo tan grande que después
de nacer Luz creé, con la ayuda de unas sobrinas, @diariodluz en Instagram para dar a conocer el síndrome y
la belleza de la vida de estos niños. Nos acompañaron, y aún lo hacen,
muchísima gente, conventos, congregaciones, personas desconocidas de diferentes
continentes; y, sin lugar a dudas, gracias a ellos lo vivimos todo con una paz que no es nuestra.
-¿CÓMO
VALORA EL HECHO DE QUE SU HIJA HAYA LLEGADO, CONTRA TODO PRONÓSTICO, A CUMPLIR
CINCO AÑOS?
-Nosotros vemos la vida de Luz
como un regalo que nos da cada día el Señor para algo. Como dijo el sacerdote que ofició
la misa de acción de gracias de su quinto cumpleaños, Luz tiene una
misión y una vocación a la que ha sido llamada. Nosotros rezamos
para que podamos ayudarle a cumplirla.
»Luz es una niña feliz y que transmite felicidad a todas las personas de su alrededor. Una
sola mirada de ella, con la profundidad que tiene, cautiva a todos los que la
miran. Es verdad que desde el punto de vista de la salud está muy bien, aunque
también es cierto que tiene una gran discapacidad física e intelectual y
requiere mucho trabajo y
dedicación, pero a pesar de ello nos hace muy felices.
»En la cuenta de Instagram @diariodluz doy a conocer sus
avances, que también comparto con los médicos.
-¿CÓMO
HA CONTRIBUIDO LA NIÑA A LA UNIÓN DE LA FAMILIA?
-El hombre tiene miedo al dolor y todavía
más miedo a la muerte. No es extraño, por tanto, que la
primera reacción que provocó en algunos amigos y familiares fue la de no querer apegarse, coger cariño, a una niña que iba a morir.
»Recuerdo que un día de compras en el mercado iba con una hija y empecé a
hablar con el pescadero, que también tenía un hijo discapacitado. Y en un
momento le dije: “Es que a estos niños se les
quiere de una forma especial”. A lo que mi hija me respondió: “Ya sabía yo que querías a Luz más que a mí”. En
ese momento le dije: "Estás confundida, no
quiero a Luz más que a ti o a tus hermanos, simplemente no sabemos cuánto
tiempo va a estar con nosotros y hay que aprovechar cada minuto y disfrutarlo.
Y si no lo haces, el día que se vaya te arrepentirás de no haberlo aprovechado,
pero ya será demasiado tarde".
»Este incidente provocó un cambio radical en mis dos
hijos mayores, que estaban atenazados por ese miedo.
»Algo similar pasó a varios amigos, que meses más tarde de nacer Luz la
cogieron y lloraron profusamente por el tiempo perdido. Incluso una de las amigas que me había presionado para abortar me pidió perdón por el daño causado y por no haber acogido a
Luz desde el principio.
Las hermanas más pequeñas de Luz,
encantadas desde el principio con ella.
»Mis dos hijas menores, sin embargo, la acogieron en el fondo de su
corazón, la cuidaron y rezaron con muchísima fe para que sobreviviera, pero aceptaron su
condición y su fragilidad, además de la posibilidad de que su madre del Cielo,
la Virgen, pudiera querer cuidarla
directamente llevándosela.
-¿CÓMO
SU TESTIMONIO HA AYUDADO A LOS MÉDICOS Y A OTRAS FAMILIAS?
-Mi cuenta de Instagram Diario de Luz tiene
como objetivo ayudar a padres con un hijo con diagnóstico de
síndrome de Edwards a entender que la situación puede no ser tan
mala como los médicos les dicen.
Luz, una 'chulapa' que conquista
a todos los que la conocen.
»A través de esta cuenta, muchas mujeres que abortaron niños con este
síndrome, o madres que lo están pensando, nos han contactado y en algunos casos
hemos sido capaces de ayudarles a perdonarse la culpa por haber
abortado o incluso evitar un aborto en ciernes. Creo que es importante que estas personas puedan
entender que, con la ayuda de Dios, todo se puede.
»En el caso de los médicos, continuamos mandándoles fotos y vídeos para
enseñarles cómo Luz sigue enamorando corazones. Hace
unos meses, una médico amiga de mi cuñada nos contó que, en una reunión del
comité médico del hospital donde operaron a Luz de corazón, trataron el caso de
una niña con síndrome de Edwards y la jefa de
neonatología interrumpió
la reunión para decir: "Nosotros tenemos que
valorar esta situación con la fortuna de tener el caso de Luz, que
sabemos es una niña feliz y que hace feliz a su familia".
-¿CÓMO
ACEPTARÍAN DESDE LA FE LA PÉRDIDA DE LA NIÑA?
-Es antinatural que los hijos
fallezcan antes que los padres, por lo que no es una pregunta fácil. Nosotros,
como matrimonio, al igual que con nuestros otros hijos y considerando que
Luz no tiene en estos momentos ninguna condición que
pudiera llevarla allí, no es una
cosa en la que pensemos habitualmente, aunque sí es cierto que, dado el
síndrome que tiene, lo tenemos presente como una posibilidad. Hubo una ocasión
en la que nos tuvimos que enfrentar a esa posibilidad. Los médicos cerraron la
puerta de la habitación y nos dijeron: “Parece que
no os estáis dando cuenta de que vuestra hija se está muriendo”.
Recuerdo que mi marido se puso a llorar con serenidad y
aceptación de que la Virgen
pensara que ella quería cuidarla en primera persona.
»Dicho esto, yo creo que preferiría que Luz se marchara antes que
nosotros, para no dejar una situación tan complicada a mis otros hijos. Antonio, sin embargo, es algo a lo que no
le da mucha importancia y piensa que Luz es un regalo para toda la familia y
que tiene una misión en esta vida que nos puede
trascender a nosotros,
y que, por tanto, si parte de su misión fuera con los niños, no pasaría nada si
nosotros nos fuéramos antes que ella.
»La realidad es que nosotros creemos y sabemos de verdad que Luz es un
regalo y que tenemos el encargo del Cielo de cuidarla y
ayudarla a cumplir su
vocación. Pero también sabemos que, aunque nos pudiera producir un dolor que
nos traspasara el corazón, si el Señor decidiera llevársela antes que a
nosotros sería la voluntad de Dios, que siempre
hace lo mejor para nosotros; aunque, como en el caso de su venida, nos pudiera
costar algún tiempo entenderlo. La realidad es que siempre que miras para
atrás, entiendes que lo que en su día no entendiste en realidad era lo mejor para ti.
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