ENTREVISTA AL OBISPO EMÉRITO DE CHICLAYO; TAMBIÉN HABLA DEL CARDENAL PREVOST Y «FIDUCIA SUPPLICANS»
Jesús Moliné, obispo emérito de Chiclayo, habla a
ReL de su experiencia misionera.
Jesús Moliné
Labarte, obispo emérito de Chiclayo, es aragonés y ha sido misionero
la mayor parte de su vida en Perú, desde
1965 en Piura, y desde 1997 como obispo en Chiclayo. Su predecesor allí durante
20 años fue Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea, bilbaíno y del Opus Dei. Moliné
ha escrito recientemente un libro sobre él.
Su sucesor es un caso insólito: el agustino de Chicago Robert Francis Prevost,
desde septiembre cardenal y desde hace un año Prefecto del Dicasterio para los
Obispos en Roma. Pasar de Chiclayo (1,3 millones de habitantes en el
norte de Perú) al Vaticano es un salto peculiar, y Chiclayo, por ahora, sigue
sin obispo titular.
Jesús Moliné está a
punto de cumplir 85 años, y casi diez como obispo retirado. Nos atiende por teléfono desde Zaragoza, y hablamos de vocación, experiencia misionera, evangelización y
un poco de actualidad eclesial (incluyendo su opinión de Fiducia
Supplicans).
-
¿CÓMO SINTIÓ USTED LA LLAMADA AL SACERDOCIO, DON JESÚS?
- Nací en una familia cristiana
donde ya había sacerdotes, como mi tío abuelo,
y otros parientes. A los 7 años yo ya era acólito, me gustaba ayudar en la casa
parroquial. Veía lo que hacía el sacerdote, visitar enfermos,
ayudar a gente pobre, la misa, y me gustaba.
-
¿NO LE DABA MIEDO ESO DE VISITAR ENFERMOS O POBRES DE NIÑO?
- Era en mi pueblo, en La Puebla
de Alfindén, en Zaragoza. En esa época había pobreza, austeridad, pero no
situaciones extremas. Todos buscábamos cuidar de los
otros, era algo normal. Como eso
me gustaba, entré con 11 años en el seminario menor, en 1950.
Pasé allí cuatro años. Era un lugar muy frío, sin
calefacción ni estufas ni nada. En
la hora del recreo te hacían correr para entrar en calor, con juegos o con
distintos métodos. Luego en 1965 fui ordenado sacerdote.
-
¿CÓMO LLEGÓ USTED A LAS MISIONES EN PERÚ?
- El arzobispo de Zaragoza en esa
época era Casimiro Morcillo. Llevaba el tema de enviar sacerdotes a
Latinoamérica desde España, porque en esa época había muchísimos sacerdotes en
España. Me gustó la idea de ir a misiones a remediar la escasez de sacerdotes
allí. Tras unos años de experiencia pastoral en España, un amigo desde Perú me propuso ir, y acepté, y así me fui enamorando de
Perú. En
esa época habría un sacerdote por cada 20.000 fieles en Chiclayo, pero cuando
me fui serían ya uno cada diez mil.
-
¿CUÁL FUE SU EXPERIENCIA MÁS DURA EN MISIONES?
- Los más duro fueron las
condiciones materiales en los primeros años. Eran pueblos de arena, con plagas de mosquitos e insectos, circunstancias complicadas.
Pero cuando eres joven lo sobrellevas bien, lo ofreces al Señor, y entiendes
que estás allí con la gente, que vive así.
-
¿ALGO QUE LE DIERA MIEDO?
- Las carreteras
de la sierra a Santa
Cruz eran impresionantes, muy estrechas: a
un lado el cerro y al otro el
abismo. Cruzarte con otro coche que subiera, dar marcha atrás... ahí sí que te daba miedo, porque te desbarrancabas y ya nadie recogería tu cuerpo.
-
TRAS SU ETAPA EN PIURA, FUE OBISPO EN CHICLAYO. ¿POR QUÉ LE LLAMAN 'CAPITAL DE
LA AMISTAD`?
- Es que es verdad que la gente de Chiclayo es muy abierta y acogedora, alegre
en todo momento. Quizá por su cultura de acogida. Es una zona que en 1900 tenía
60.000 habitantes y en el 2000 tenía medio millón, un crecimiento enorme. Quizá
por ser tanta gente de fuera, a menudo de la Sierra norte de Perú, crearon una
cultura de acoger, de recibir gente amistosamente.
-
COMO OBISPO DURANTE 16 AÑOS VERÍA USTED CRECER LA IGLESIA...
- Estoy satisfecho de las visitas
pastorales que hacía a las parroquias, fueran de la costa o de la sierra. Estuve al menos dos veces en cada rincón, o casi. Eran
visitas que duraban 3 días. Quería
lograr esa cercanía, porque los obispos anteriores a mí, por diversas razones,
habían viajado muy poco. En esas visitas pude ver como
crecía la vida de fe y religiosa, con
los sacerdotes y grupos parroquiales, a los que escuchaba. También recibí un
buen seminario del obispo Orbegozo. Intenté que siguiera creciendo y llegamos a tener 115 seminaristas.
-
¿MÁS EJEMPLOS DE ESE CRECIMIENTO?
- Quizá lo más vistoso fue poner
en marcha la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.
En realidad, la empezó a impulsar mi predecesor, el
obispo Orbegozo, pero no llegó a verla realizada, murió
antes. Yo puse la última firma. Cuando empezó tenía 230
alumnos, pero cuando me fui ya tenía 10.000 y
ahora tiene más y es un centro prestigioso. Insistí en que en la Universidad
hubiera coherencia con la fe cristiana y que tuviera
excelencia académica. Y por lo
que he sabido los profesores siguen cumpliendo eso.
-
¿QUÉ NOS PUEDE DECIR DE LAS VOCACIONES NATIVAS?
- Hay que rezar mucho pidiendo al
dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Desde España se puede
también apoyar económicamente a los seminarios de misiones, porque muchas
vocaciones son de familias pobres. Chiclayo es peculiar, porque la mayoría de sus seminaristas no
eran de campo, sino de la ciudad, pero aún así muchos son de familias pobres. A
mantener los seminarios ayudan donativos de la Conferencia Episcopal Alemana, a
veces también de la española. También ayudan algunas parroquias españolas y se
puede ayudar con estipendios de misas.
-
¿QUÉ DIRÍA PARA ANIMAR A SACERDOTES ESPAÑOLES A HACER UNA EXPERIENCIA MISIONERA
EN LAS MISIONES EN HISPANOAMÉRICA?
- Hay que dejar claro que la
Iglesia necesita apoyo allí apoyo. Hay allí un resurgir cristiano, pero también
dificultades. No le pido a nadie que se vaya 35 años como hice yo, pero
sí animo a que hagan una experiencia de 5 ó 6 años.
Creo que les irá muy bien para su vida espiritual y
sacerdotal. Además, se sentirán realizados porque la
gente allí busca al sacerdote, y cuenta con él.
-
¿CÓMO VE A LOS MISIONEROS JÓVENES DE HOY?
- En los últimos años he conocido
pocos, pero una cosa que pasaba antes, y también hoy, es que el misionero llega allí con muchos planes, lleno de ganas de cambiar
muchas cosas rápido, y luego ve que todo requiere ir
paso a paso. La gente allí va a su ritmo, pero piden al
misionero que les acompañe. Al misionero le digo que tenga ilusión por seguir a
Cristo.
-
¿HAY ALGO QUE LOS CATÓLICOS DE ESPAÑA NO ENTIENDEN BIEN DE LAS MISIONES EN
PAÍSES HISPANOS?
- A veces encuentras gente que
piensa que en las misiones van con plumas y flechas, jajaja. En
Hispanoamérica hay mucha práctica religiosa,
hay vocaciones, hay movimientos católicos muy vivos... pero es verdad que faltan
sacerdotes porque
falta la tradición de Iglesia fuerte que ha tenido Europa durante siglos.
-
¿QUÉ PIENSA USTED DEL DOCUMENTO FIDUCIA SUPPLICANS Y SUS
BENDICIONES?
- Me parece una equivocación. Hay
que corregir eso. La nota aclaratoria no
aclara nada. Es algo que levanta
mucha polvareda. Este tema es muy delicado
y no se ha valorado suficientemente en Roma. Ha salido así, espontáneamente y sin
sinodalidad. Ahora cada obispo dice lo suyo, y a veces son conferencias
episcopales enteras las que hablan. Hay que rezar mucho por el Papa y sus
colaboradores. Habrá que esperar a que el polvo desaparezca, rezando y rezando.
-
SU SUCESOR, ROBERT FRANCIS PREVOST, HA PASADO DE SER UN OBISPO MISIONERO EN
PERÚ A CARDENAL Y PREFECTO PARA LOS OBISPOS. NO ES ALGO QUE SUCEDA CON
FRECUENCIA...
- Sí, que lo envíen a un
dicasterio vaticano así es asombroso. Ya veíamos venir algo, pero no tan gordo.
Hubo una entrega de un Honoris Causa que le hicieron, con misa llena en la
catedral, le pusieron la medalla de la ciudad, estaba muy contento.
»Pero no ha estado solamente en Perú. Fue superior
general de los agustinos y en ese cargo recorrió medio mundo. Por ahora, los nombramientos que el dicasterio
ha ido anunciando eran los que ya se esperaban, los que ya venían de más atrás.
Para ver su estilo, tendremos que ver los nuevos nombramientos que vaya
haciendo. Por cierto, que Chiclayo sigue sin obispo, porque el actual administrador
es el obispo auxiliar de Lima.
-
¿TIENE ALGÚN MENSAJE PARA SACERDOTES Y EVANGELIZADORES DESANIMADOS POR LA FALTA
DE RELIGIOSIDAD EN ESPAÑA?
- Yo digo que si el sacerdote trabaja medianamente bien, el católico practicante quiere
al sacerdote. Tenemos que animar
a los pequeños grupos, las pequeñas comunidades. Sí, en Semana Santa vemos
grandes masas en procesiones, pero en España los practicantes son pocos. Por
eso vale la pena fomentar comunidades vivas, eso atraerá
también a los alejados, con el "mirad como se quieren", que vean grupos
que se entregan y viven su fe, comprometidos con Jesucristo. Esto vale para
todos, sacerdotes y laicos.
»Hay que decir que en España, entre los católicos
practicantes, el espíritu misionero va justito, un aprobado raspado. ¡Debe fomentarse mucho más! Y la parroquia ha de
ser, de verdad, comunidad de comunidades, como decía San Juan Pablo II. Así
dejaremos de lamentarnos, con comunidades vivas que, desde la vida, traten de
ser misioneras.
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