La paz, don de Dios e imperativo moral. Hay que agotar todos los medios pacíficos para evitar la guerra.
Por: Conferencia Episcopal Española | Fuente:
coferenciaepiscopal.es
LA PAZ, DON DE DIOS E
IMPERATIVO MORAL
1. La amenaza de guerra en Irak es causa de
honda preocupación en todo el mundo y también en España. Muchos obispos se han
pronunciado ya a este respecto en sus diócesis. Nosotros, en nombre de la
Conferencia Episcopal Española, y en unión con el Santo Padre Juan Pablo II,
deseamos decir también una palabra que ayude a iluminar la conciencia de los
católicos españoles y que les sostenga en su oración ferviente y en su
compromiso en favor de la paz.
2. Los peligros en que están hoy la paz y el
bien común de la Humanidad son graves, como se pone de manifiesto en la
dramática situación de Oriente Medio y de Tierra Santa, en los conflictos,
entre otros, de África y de Hispanoamérica, y en el terrible azote del
terrorismo. Estos grandes males deben ser evitados y combatidos por todos los
medios lícitos, eliminando situaciones que los alimentan y les ofrecen
cobertura.
3. «La cuestión de
la paz no puede separarse de la cuestión de la dignidad y de los derechos
humanos» [1]. No toda forma de paz es
expresión de justicia y de orden. Siendo indiscutible la necesidad de mantener
un orden internacional justo, que salvaguarde el «bien
común universal» [2] y vele por el
cumplimiento de los acuerdos firmados por los Estados, se ha de afirmar, como
ha hecho el Papa Juan Pablo II, que “la guerra
nunca es un medio como cualquier otro, al que se puede recurrir para solucionar
las disputas entre las naciones” [3]. El
servicio a la paz y al orden entre los pueblos exige que no se acuda a la
destrucción y a la muerte que la guerra comporta, a no ser en situaciones en
las que, de un modo probado, no exista ya ningún otro medio disponible y sea
fundada la esperanza de no producir males mayores de los que se desea evitar [4].
4. En el momento actual, hay que agotar todos
los medios pacíficos para evitar la guerra y, en todo caso, respetar la
legalidad internacional en el marco de las resoluciones del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas. Nos unimos de todo corazón a las gestiones
del Santo Padre en favor de la paz y deseamos que encuentren eco positivo entre
los gobernantes de modo que, no desfallezcan en los nobles esfuerzos por
mantener el bien común universal y sepan eliminar toda razón que pudiese
justificar el uso de esa “solución extrema” que
es la intervención armada. En palabras de Juan Pablo II: «El derecho internacional, el diálogo leal, la
solidaridad entre los Estados, el ejercicio tan noble de la diplomacia, son los
medios dignos del hombre y de las naciones para solucionar sus contiendas» [5].
5. El recurso a la guerra es una de las
decisiones políticas que, sin duda alguna, tiene que ver con principios morales
ineludibles [6]. No podemos olvidar a este
respecto lo que recientemente ha dicho Su Santidad el Papa Juan Pablo II: «Como recuerda la Carta de la Organización de las
Naciones Unidas y el Derecho Internacional, [el recurso a la guerra] no puede
adoptarse, aunque se trate de asegurar el bien común, si no es en casos
extremos y bajo condiciones muy estrictas, sin descuidar las consecuencias para
la población civil, durante y después de las operaciones» [7].
6. La paz es posible; las guerras son evitables,
pues no son ningún producto necesario del destino ciego, sino que tienen su
raíz última en los pensamientos y las decisiones equivocadas de los hombres,
que las incitan o las provocan. Ante la amenaza de la guerra, se pone de
manifiesto la necesidad de la conversión del corazón para la promoción de una
auténtica cultura de paz. La paz verdadera exige el respeto y el cultivo de la
verdad, de la justicia, del amor y de la libertad, auténticos pilares de la
paz, como recordaba el Beato Juan XXIII en la encíclica Pacem in terris hace
cuarenta años [8]. La conversión implica, en
último término, la vuelta de toda la persona a Dios, a Jesucristo. Él es
nuestra paz (Ef 2, 14). Los creyentes nos abrimos a Él de modo particular por
la oración. Rogamos, pues, de nuevo a todos que oren por el don supremo de la
paz. La Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Dios, en el
que la Iglesia implora la paz para sí misma y para toda la familia humana.
Pedimos al pueblo cristiano que participe asiduamente en su celebración. Con el
Papa invitamos al rezo del Rosario, en este año especialmente dedicado a esta “oración orientada por su naturaleza hacia la paz”,
para que, interiorizando con María el misterio de Cristo, aprendamos “el secreto de la paz” y hagamos de él “un proyecto de vida” [9],
que con sus acciones genere compromisos en favor de la verdad y la
justicia de las que brota la paz.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
CXCI REUNIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE
Madrid, 19 de febrero de 2003
Nota Pastoral: LA PAZ, DON DE DIOS E
IMPERATIVO MORAL
Notas:
[1] Juan Pablo II,
Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 (8.12.2002), 6; cf. Concilio
Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes (7.12.1965), 78; Catecismo de la
Iglesia Católica (11.10.1992), 2302-2306.
[2] Juan
XXIII, Carta Encíclica Mater et Magistra (15.5.1961), 71; Id., Carta Encíclica
Pacem in terris (11.4.1963), 100; 103; 138; 140; 155; 167; cf. Juan Pablo II,
Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 (8.12.2002), 5.
[3] Juan
Pablo II, Discurso al cuerpo diplomático (13.1.2003), 4.
[4] Cf.
Catecismo de la Iglesia Católica (11.10.1992), 2309.
[5] Juan
Pablo II, Discurso al cuerpo diplomático (13.1.2003), 4.
[6] Cf.
Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones
relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política
(24.11.2002), 4.
[7] Juan
Pablo II, Discurso al cuerpo diplomático (13.1.2003), 4; cf. Concilio Vaticano
II, Constitución Gaudium et Spes (7.12.1965), 79-82; Catecismo de la Iglesia
Católica (11.10.1992), 2307-2317.
[8] Juan
XXIII, Carta Encíclica Pacem in terris (11.4.1963), 1; cf. Juan Pablo II,
Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003 (8.12.2002), 3.
[9] Juan
Pablo II, Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (16.10.2002), 40.
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