En el camino de todos los buscadores de Dios asoma siempre la nube negra del desconcierto.
Y
se queda uno navegando sobre las aguas movedizas desorientado por las salidas
de tono de Dios: «Escondiste tu rostro y quede
desconcertado» (Salmo 29)
La
fe adulta es la que «sabe» que detrás del
silencio respira Dios y que detrás de las montañas empieza a asomar la aurora.
«Dios es aquel que siempre calla desde el principio del mundo» (Miguel de Unamuno)
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