Dios nos revela mensajes llenos de sabiduría y entendimiento cuando nos disponemos a cargar nuestra cruz.
Por: Sofía Aguilar | Fuente: Catholic.net
“El Reino pertenece a los
pobres y a los pequeños, es decir, a los que lo acogen con un corazón humilde” (CIC,)
Dios le ha revelado las cosas sabias a los pequeños y humildes de corazón. ¿Qué significa esto? Dios nos revela mensajes
llenos de sabiduría y entendimiento cuando nos disponemos a cargar nuestra
cruz. ¿Por qué la cruz? Símbolo perfecto del
cristiano, bendito madero de sufrimiento y redención. Jesús siempre fue ejemplo
perfecto de humildad, de hacerse pequeño y de servicio, toda su vida pública
estuvo plagada de estos ejemplos, pero sin duda alguna, la mayor prueba de amor
fue en la cruz. Un cordero inmolado por nuestras culpas, sin mancha alguna,
convirtiéndose en la nueva alianza, sometiéndose a la voluntad del Padre, con
plena conciencia y libertad, que forma más grandiosa de Amor. Por la Cruz de
Cristo se estableció su reino, Regnavit a ligno Deus ("Dios
reinó desde el madero de la Cruz").
El pecado más grave de Adán y Eva no fue la desobediencia, la raíz de su
desobediencia fue la soberbia, el querer ser como Dios. En Génesis encontramos
el diálogo de la serpiente (el maligno) y Eva cuándo ésta la tienta para comer
del árbol del conocimiento.
"La mujer respondió a la serpiente: Podemos
comer de los frutos de los árboles del jardín, pero no de ese árbol que está en
medio del jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo prueben
siquiera, porque si lo hacen morirán. La serpiente dijo a la mujer: No es
cierto que morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se
les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y conocerán
lo que es bueno y lo que no lo es." (Génesis, 2:5)
La soberbia de Adán y Eva fue su perdición es por ello qué es uno de los
pecados preferidos por el maligno y constantemente nos tienta para pretender
ser como Dios. Juzgar severamente, buscar vanagloria y reconocimientos, no
querer perdonar, son algunos ejemplos de cómo
la soberbia se apodera de nuestro corazón. Justamente por eso, Jesús fue un
gran ejemplo humildad, la virtud contraria al pecado de la soberbia. De hecho,
Jesús es conocido como el nuevo Adán, porque si por la soberbia fuimos heridos,
por la humildad somos redimidos, gracias a Cristo inmolado en la cruz.
La cruz es nuestro mejor elemento para poder redimir nuestros pecados en esta
tierra y poder entrar al reino de los cielos. El Catecismo de la Iglesia Católica
enseña que Dios en su infinita misericordia nos perdona a través del sacramento
de la reconciliación, pero es necesario expiar nuestras culpas a través de la
oración, limosna, acto de contricción y también realizar genuinas obras de
misericordia. El camino al Reino celestial implica forzosamente una serie de
vicisitudes, obstáculos, humillaciones y mortificaciones, de hecho, si
observamos con detenimiento el común denominador de la vida de los santos,
podemos encontrar un camino de cruz en cada uno de sus testimonios. Para poder
entrar al reino de los cielos, debemos ser pequeños, como niños, Jesús mismo lo
dice: "Así pues, quien se haga pequeño como
este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos” (Mateo 18, 3)
Particularmente, lo que Jesús quería denotar en el niño, es su pureza y
humildad, (recordemos como sentíamos, actuábamos y pensábamos de muy pequeños)
solo así podremos participar de la gloria de Dios en el Paraíso. Es por ello,
que como cristianos debemos de buscar, aceptar y abrazar nuestra cruz, la cual
es personal e intransferible. En Lucas 24:26, muestra que para "entrar en su gloria”, es necesario pasar por
la Cruz. Es por ello, que resulta nuestro deber como cristianos aceptar
gustosos nuestra cruz, aceptar las humillaciones que Dios permite en nuestra
vida, afrontar con valentía y amor las tragedias vividas, entendiendo siempre,
que sin importar las dificultades, obstáculos y tristezas, resucitaremos
con Cristo en la la cruz de Cristo. No se trata de aceptar el dolor y sufrimiento
sin sentido, sino de comprender que precisamente ese dolor y sufrimiento tienen
un sentido para nuestra propia redención ante los ojos misericordiosos de
nuestro Señor.
El deber del cristiano es exaltar la cruz, la gloriosa cruz con la cual
Jesucristo nos salvó, sin merecerlo, exaltando el maravilloso acto de amor y
esperanza que en los momentos más obscuros nos donó. "Para
un cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la totalidad
del amor incondicional de Dios por el hombre. Es hacer un acto de fe. Exaltar
la cruz, en la perspectiva de la resurrección, es desear vivir y manifestar la
totalidad de este amor. Es hacer un acto de amor. Exaltar la cruz lleva a
comprometerse a ser heraldos de la comunión fraterna y eclesial, fuente del
verdadero testimonio cristiano. Es hacer un acto de esperanza. La locura de la
Cruz es convertir el sufrimiento en grito de amor a Dios" (Papa
emérito Benedicto XVI, 2012).
Referencias:
Iglesia Católica. (2012). El apostolado. En 2ª ed.,
Catecismo de la Iglesia Católica (1262). Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice
Vaticana.
ACI Prensa (2012). La locura de la Cruz es convertir el sufrimiento en grito de
amor a Dios. Recuperado de:
https://www.aciprensa.com/noticias/benedicto-xvi-la-locura-de-la-cruz-es-convertir-el-sufrimiento-en-grito-de-amor-a-dios
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