LO EXPLICA EN SU CANAL DE VÍDEO DESDE MADRID JAVIER LUZÓN, AUTOR DE «LAS SEIS PUERTAS DEL ENEMIGO»
El mindfulness es meditación orientalista moderna y
hasta hipster... pero el esfuerzo de hacer vacío puede abrir puertas a lo
sobrenatural maligno, dicen exorcistas.
Javier Luzón, sacerdote desde
1980, es profesor de Antropología Teológica en Madrid y fue durante años
exorcista de la diócesis de Madrid. Ha participado en el ministerio de
liberación desde mediados de los años 90, en miles de intervenciones. Es
también autor del libro Las seis puertas del Enemigo. Experiencias de un exorcista (www.lasseispuertas.com).
En su canal de YouTube "Tiempo de Respuestas" lamenta que en lugares cristianos -y otros
que no lo son- se ofrezcan sesiones de yoga y mindfulness, incluso a
niños, porque, en su experiencia como exorcista "puede haber como un beneficio inicial, pero luego
vienen los problemas".
El padre Luzón declara que con el
yoga y el mindfulness, con sus técnicas de "distanciarse
del yo", "estás autorizando a los seres espirituales,
que ellos llaman energías pero son las personas angélicas caídas, los demonios, a
que se hagan cargo de tu personalidad".
"Mindfulness
significa atención plena, es concentrarte en tus sentimientos para distanciarte
de ellos. Claro, en un primer momento, sientes una euforia, porque te quitas
también los sentimientos negativos. Pero luego, al distanciarte de tu
'verdadero yo', se te puede meter vete tú a saber quién", avisa.
"Recuerdo de
una persona que me trajeron del Reino Unido, que era un zombi. Era
una mujer joven y era un zombi. Lo primero que hubo que hacer era echarle al
demonio mudo, ella no podía hablar. Cuando ya pudo hablar explicó
que al principio tuvo una gran euforia, pero luego se le secó el corazón. 'Dejé
de sentir nada'. Y luego se le bloqueó la mente. Porque si
tú te distancias de tu yo estás autorizando a los seres espirituales,
¿verdad?, que ellos llaman energías pero son las personas angélicas caídas, los
demonios, a que se hagan cargo de tu personalidad y puedes tener un muy serio
problema, como de hecho he comprobado".
"Ahora mismo,
en tantísimos colegios, a niños, en tantísimas instituciones
sanitarias, están ofreciendo el Mindfulness, o el yoga, o estas prácticas como técnicas
de terapia, de sanación, sin darse cuenta de que puede haber como un beneficio
inicial, pero que luego vienen los problemas", previene.
DIFERENCIA
ENTRE LA ORACIÓN CRISTIANA Y LAS PRÁCTICAS ORIENTALISTAS
El padre Luzón explica además la
diferencia entre la oración cristiana y las prácticas orientalistas. "Un cristiano es alguien que habla con Dios,
porque Dios es un ser personal, no es una energía universal como piensan los que están metidos en estas
cuestiones. Además, la oración es dialogar con Alguien que te
habla, escucharle, referirte a Él, es un diálogo interpersonal,
cosa que no sucede en la meditación zen, donde se trata de vaciarse de todo
pensamiento, de todo sentimiento, para irse identificando, diluyendo, en una
especie de nirvana, diluirte en la energía universal".
"Para un
hinduísta o budista la felicidad, la mejor manera, es no tener sentimiento, la
anulación del yo, porque si tienes sentimientos te vas a frustrar y lo mejor,
dicen ellos, es no tener ningún sentimiento. Y claro, eso es diabólico en el
fondo. Porque lo que quiere Dios de nosotros es que despleguemos nuestro corazón,
nuestra felicidad, no que lo anulemos. Ese es el gran
peligro", advierte.
"Todas estas
prácticas de relajación, de ejercicios de respiración, de posturas de deidades
hinduístas y que se está invocando a esas deidades, muchas veces sin saberlo,
son dos momentos de ese proceso de 8 pasos para la anulación de la persona,
para alcanzar el nirvana, que es esa ataraxia, esa anulación de sentimientos
en que, dicen ellos, supuestamente, te sientes feliz. Pues eso es
incompatible con la fe", insiste.
ORATIONIS
FORMAS Y LAS POSTURAS CORPORALES AL MEDITAR
El padre Luzón recomienda leer el
documento "Orationis
Formas: Carta a los
obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación
cristiana", publicada en 1989 por obra del cardenal Joseph
Ratzinger con aprobación del Papa Juan Pablo II.
Esa carta incluye varias
reflexiones sobre el uso del cuerpo en la oración: reproducimos
algunas.
***
"La auténtica
mística cristiana nada tiene que ver con la técnica: es siempre un don de Dios,
del cual se siente indigno quien lo recibe".
"En la oración,
el hombre entero debe entrar en relación con Dios y, por consiguiente, también
su cuerpo debe adoptar la postura más propicia al recogimiento. Tal
posición puede expresar simbólicamente la misma oración, variando
según las culturas y la sensibilidad personal. En algunos lugares,
los cristianos están adquiriendo hoy una mayor conciencia de cómo puede
favorecer la oración una determinada actitud del cuerpo".
"La meditación
cristiana de Oriente ha valorizado el simbolismo psicofísico, que a menudo
falta en la oración de Occidente. Este simbolismo puede ir desde una
determinada actitud corpórea hasta las funciones vitales fundamentales, como la
respiración o el latido cardíaco. El ejercicio de la «oración del Señor Jesús»
por ejemplo, que se adapta al ritmo respiratorio natural, puede,
al menos por un cierto tiempo, servir de ayuda real para muchos".
"Por otra
parte, los mismos maestros orientales han constatado también que no todos son
igualmente idóneos para hacer uso de este simbolismo, porque no todas las
personas están en condiciones de pasar del signo material a la realidad
espiritual que se busca. El simbolismo, comprendido en modo inadecuado
e incorrecto, puede incluso convertirse en un ídolo y, como
consecuencia, en un impedimento para la elevación del espíritu a Dios. Vivir en
el ámbito de la oración toda la realidad del propio cuerpo como símbolo es
todavía más difícil: puede degenerar en un culto al mismo y hacer que se
identifiquen subrepticiamente todas sus sensaciones con experiencias
espirituales".
"Algunos
ejercicios físicos producen automáticamente sensaciones de quietud o de
distensión, sentimientos
gratificantes y, quizá, hasta fenómenos de luz y calor similares a un bienestar
espiritual. Confundirlos con auténticas consolaciones del Espíritu Santo sería
un modo totalmente erróneo de concebir el camino espiritual; atribuirles
significados simbólicos típicos de la experiencia mística, cuando la actitud
moral del interesado no se corresponde con ella, representaría una especie de
esquizofrenia mental que puede conducir incluso a disturbios psíquicos y, en
ocasiones, a aberraciones morales".
"Esto no
impide que auténticas prácticas de meditación provenientes del Oriente
cristiano y de las grandes religiones no cristianas, que ejercen un atractivo
sobre el hombre de hoy, alienado y turbado, puedan constituir un
medio adecuado para ayudar a la persona que hace oración a estar interiormente
distendida delante de Dios, aunque le urjan las solicitaciones exteriores".
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