Encontramos la Verdad, ¿sólo en la Iglesia?
Por: Steven Neira | Fuente: Capsulas de Verdad
¡Me dirán soberbio y
pedante! No es la primera vez que me lo dicen, cuando afirmo que la plenitud de la Verdad se encuentra en la Iglesia Católica. Y toda argumentación sobre este tema, comenzará
explicando una segunda objeción que suelo recibir – aparte de ser pedante (que
ya lo sabemos) – y es, ¿por qué la Verdad con “V” mayúscula?
¡Sencillo!,
porque al hablar de la plenitud de la Verdad, me estoy refiriendo a una Persona
y no meramente a una palabra, me estoy refiriendo a Jesucristo, el Hijo de Dios, el Único Dios Verdadero del
que Él mismo se autodenomina Yo Soy el Camino, la
Verdad y la Vida [1].
LA
PLENITUD DE LA VERDAD ¿SÓLO EN LA IGLESIA?
“Solamente por medio de la
Iglesia Católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede
conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos” [2]
Esta es una de esas cosas que suelen ser
malentendidas para aquellos que se encuentran fuera de la Iglesia (y bueno,
honestamente, también por muchos que están dentro de ella). El asunto podría
sonar como si la Iglesia estuviese diciendo que cualquier cosa fuera del
Catolicismo no puede ser considerada como verdadera. Sin embargo, este no es el
caso. De hecho, existen verdades religiosas fuera de la Iglesia, como el hecho
de la existencia de Dios. La Iglesia reconoce que muchas
personas han sido capaces de descubrir la existencia de Dios haciendo uso sólo
de la razón humana, de hecho, quien les escribe entra en esa categoría. En otras palabras, expresar la idea de la
Iglesia como la “plenitud de la Verdad” no
puede ser entendido como una especie de monopolio de la verdad, como si no
existiesen verdades fuera de la Iglesia.
¿Entonces qué significa? Significa que la verdad que Cristo vino a revelarnos fue
confiada, en toda su plenitud, a la Iglesia Católica. Cuando se trata de aquellas cosas que Cristo
quiso hacernos conocer para nuestra salvación (lo que solemos llamar
Revelación), la plenitud de esta verdad se encuentra en las enseñanzas de la
Iglesia Católica, la cual fue establecida por Jesucristo para transmitir estas
verdades a través de la historia.
Es entendible que para muchas personas –
especialmente los predicadores del relativismo – les fastidie una afirmación de
este calibre, sin embargo es parte de lo que tanto las Escrituras como la
Historia Universal confirman de manera irrefutable. Esto, por otro lado, no nos
pone a los católicos en la postura de “dueños de la
Verdad”, sino de testigos de Ella. Ante esto, vale la pena acotar, que
esto no es una especie de “dignidad”, sino una
responsabilidad sobre la cual seremos juzgados. De más está decir, que cada
persona será juzgada de acuerdo a su consciencia y a lo poco o mucho que ha
conocido de la Verdad, en cuyo caso, un bautizado será juzgado como tal,
mientras que un ateo será juzgado según los parámetros de bien y verdad que
haya podido conocer.
¿QUÉ
SUCEDE CON LOS CRISTIANOS NO CATÓLICOS?
Con ello la Iglesia trata de descubrir las
«semillas de la Palabra» el «destello de aquella
Verdad que ilumina a todos los hombres», semillas y destellos que se
encuentran en las personas y en las tradiciones religiosas de la humanidad
[3].
Desde la “Reforma”
protestante el Cristianismo fue desmembrado en cientos de miles de
denominaciones y sectas de manera que ahora existen muchos grupos de personas
que se denominan “cristianos” – y que lo son, siempre y cuando hayan recibido
un Bautismo válido – pero que no pertenecen a la Iglesia Católica. La Iglesia
reconoce en estos múltiples grupos y denominaciones, muchos elementos que son
buenos y verdaderos. Sin embargo, estas
denominaciones han abandonado ciertos elementos que contienen la plenitud de la
Revelación que Cristo les confió a los Apóstoles, tales como el papel
fundamental de la Iglesia y la naturaleza de los sacramentos. De manera que, a pesar de que estos grupos puedan tener
ciertos elementos de la Verdad, la plenitud de la Verdad se encuentra solamente
en la Iglesia Católica.
RELIGIÓN
“DE MENÚ”
En realidad toda la cuestión puede resumirse en
esto… para muchas personas es sumamente difícil aceptar y
adherirse a las enseñanzas de Cristo en su plenitud, debido a que no son
compatibles con sus caprichos o criterios, pensando –
equivocadamente – que las reuniones que tenía Jesús con sus Apóstoles eran una
especie de mesa democrática en donde el Señor les preguntaba si estaban de
acuerdo o no. La realidad es muy distinta, pues el Señor nos ha dejado una
Iglesia y una doctrina, de manera que – por amor a Él y por nuestra salvación –
le sigamos.
[1] Jn. 14, 6
[2] Decreto Unitatis
Redintegratio, sobre el Ecumenismo
[3] Carta Encíclica
Redemptoris Missio de S.S. Juan Pablo II, 56
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