El día de hoy quiero compartir contigo una entrevista que Juan Manuel Cotelo, para Infinito más uno, hace a monseñor Munilla para su programa Katakumba, te invito a verla hasta el final.
LA IMPORTANCIA DE «SER VOCACIÓN»
Siempre me ha llamado
fuertemente la atención una frase de una homilía que escuchaba a monseñor
Ricardo Tobón que decía, «No tenemos vocación,
somos vocación», y esto es lo que logro ver en la entrevista hecha a
Mons. Munilla, un hombre que es vocación.
La vocación, como el llamado
que Dios hace constantemente al corazón del hombre, es algo que debe permear la
vida entera, de tal forma que todo sea respuesta creyente a ese llamado.
Debemos reconocer lo hermoso
que es vivir la
vocación desde la confianza, saberse débil, pero fuerte
en quien nos llama, tan necesitado de conversión, pero también tan asistido por
la gracia de Dios.
Por esto, ser vocación, es ser
alguien en constante proyecto de conversión que además es consciente de cómo su
propio llamado, aunque distinto al del otro, ilumina la vocación del otro y es
iluminada por la vocación de todos.
UN OBISPO AMANTE DE
LAS REDES SOCIALES
Cuando veo a un obispo amante
de las redes sociales, de la comunicación… pienso en la grandeza de comprender
que cuando Dios llama, la respuesta no tiene fronteras, pues su vehículo es el
amor.
Me atrevería a afirmar que no
hay mejor camino para llegar a la santidad que el vivir nuestra vocación,
bautismal, sacerdotal, matrimonial… desde el amor confiado, buscando la
conversión permanente, en una constante donación de sí mismo.
EN JESÚS TODO ES UNIDAD
La vida vocacional consiste
precisamente en luchar contra viento y marea, por la comunión entre los
hombres, el mismo Pablo nos ha hablado de la riqueza de la diversidad de
carismas en un mismo cuerpo, la Iglesia. Jesús nos llama a vivir el amor de
manera certera, en un camino de unidad, fraternidad, caridad… de ecumenismo
externo e interno.
En la misma sencillez de Dios
estamos llamados a hacer de todo lo más profundo y sencillo, lo más esencial,
fundamental, porque allí se encuentra la verdad. Esta verdad se logra al tener
claridad sobre el propósito que tenemos en la vida, pensar en cuál es ese
propósito, qué busca, cómo lo busca, para qué lo busca… ese es el combustible
para emprender el camino.
SAN JOSÉ, UN SANTO MODELO
Munilla propone a San José
como el antídoto ante el protagonismo, y sinceramente creo que no ha podido
proponer otro mejor, un hombre que desde la sombra ha sido padre y protector
del Hijo de Dios, un hombre que ama en el silencio, que comprende como Dios le
cambia sus planes de vida y simplemente acepta la voluntad del Padre.
¿Qué más
parecido a la vida vocacional?, necesitamos hoy más que nunca personas de fe, que respondamos a la
vocación desde la grandeza de la humildad confiada, que sin buscar intereses
diferentes a los del Evangelio nos aventuremos a transformar la sociedad.
San José nos da un clarísimo
modelo de vida vocacional, y que bueno fuera que nos decidiéramos a aprender de
él. La vocación parte de un encuentro verdaderamente íntimo con Jesús, una
relación transformadora que nos impulsa a correr la carrera por la instauración
del Reino.
SER FIELES ES LA CLAVE
Para serlo es necesario pedir
al Espíritu el don de la unidad, pues la fidelidad es el nombre del amor
coherente, verdadero y profundo al Señor. Esta fidelidad a la vocación
comprende la vivencia del abandono y la confianza, pero el Señor también nos
invita a unir las fuerzas; a ser solícitos unos con otros, sosteniéndoos
fraternalmente.
La vida fraterna en comunión,
los momentos de oración y estudio en común, el compartir las exigencias de la
vida y del trabajo, son una parte necesaria de la vida vocacionada. Cuánto bien
hace la acogida mutua, la escucha sincera, el testimonio de hombres de
fe…
Gracias a monseñor Munilla y a
todos los hombres de fe que responden diariamente con fe y entrega a su
vocación, porque su testimonio nos alienta en este camino de entrega diaria al
que llamamos vocación.
Escrito por: Mauricio Montoya
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