Hoy, 11 de abril, celebramos el Lunes Santo, conocido como el “Lunes de Autoridad”. Aunque esta denominación y la tradición que la rodea han caído en desuso, y que, en consecuencia, muchos católicos no las conocen, vale la pena rescatar su sentido. El Lunes Santo como “Lunes de Autoridad” es un día propicio para recordar y meditar en la autoridad que tiene el Señor sobre el género humano.
EL EVANGELIO DE HOY
La lectura del Evangelio de hoy está tomada de San Juan 12, 1-11. En
ella se relata el episodio de la unción de Jesús en casa de Lázaro.
El Señor estaba en Betania en casa de aquél a quien había resucitado de
entre los muertos, Lázaro. Junto a este se encontraban María y Martha, sus
hermanas. Acabada la cena, María se acerca a Jesús y lo unge con un costoso
perfume.
“Entonces María, tomando una libra de perfume de
nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la
casa se llenó del olor del perfume” (Juan
12, 3).
El relato continúa con la pregunta de Judas Iscariote: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos
denarios y se les ha dado a los pobres?» (Juan 12, 7-8). Judas era el
discípulo que entregaría a Jesús, pero estaba encargado de la bolsa del grupo.
Su pregunta, dice el Evangelio, brotó de su codicia; no por amor a los pobres,
sino porque andaba robándose el dinero.
Jesús entonces lanza una respuesta que puede pasar por “desconcertante”: «Déjala, que lo guarde para el día de
mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre
tendréis».
No es que Jesús pensara que el dinero se puede desperdiciar o que
hubiera algo “antes” del que sufre o es
pobre; no. Por ahí no va la cosa. Es otra la dirección a la que apunta.
La autoridad de Jesús resplandece cuando Él se coloca al centro y nos
enseña que si algo es valioso es porque Él es valioso primero. Cuando decimos
que Jesús está por encima de todo, no lo decimos retóricamente, es porque
realmente es así. Él tiene autoridad sobre todas las cosas, empezando porque
tiene autoridad moral, la que deja fuera de juego a Judas y su hipocresía.
EL COLOR MORADO EN LAS
CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
En las celebraciones eucarísticas vuelve el color morado (el día anterior, Domingo de Ramos, se usó el color rojo) hasta el Miércoles Santo, en señal de contrición y
arrepentimiento.
Redacción ACI Prensa








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