Relicario del manto sagrado de San José en la Basílica de San José al Trionfale en Roma (izq.) / San José y el niño Jesús (der.). Crédito: Daniel Ibañez-CNA (izq.) / Dominio público (der.).
El manto sagrado de San José, una reliquia única del padre adoptivo de
Jesús, ha recorrido las iglesias de Roma a lo largo de este año dedicado a él,
luego de permanecer dieciséis siglos conservado en una antigua basílica de la
capital italiana.
Según la tradición, el manto sagrado, que está acompañado por un velo
aún colorido que habría pertenecido a la Virgen María, fue traído de Tierra
Santa a Roma por San Jerónimo en el siglo IV.
Se cree que el santo pudo haber celebrado Misa en la Basílica de
Sant'Anastasia, ubicada cerca del Circo Máximo de Roma, donde permanecieron
escondidas ambas reliquias por más de 1.600 años hasta el inicio del Año de San
José en diciembre de 2020.
El Papa Francisco declaró el Año de San José del 8 de diciembre de 2020
al 8 de diciembre de 2021 para conmemorar los 150 años de la declaración del
padre adoptivo de Cristo como Padre de la Iglesia Universal. Además, el
Pontífice escribió la carta apostólica Patris Corde (Corazón de Padre).
En honor al Año de San José , la Diócesis de Roma permitió que las reliquias de
San José y de la Virgen María recorran las parroquias católicas de la ciudad.
La primera y última parada del recorrido es la Basílica Menor de San
José al Trionfale, que empezó a custodiar las reliquias el 2 de diciembre y las
tendrá expuestas al interior de una vitrina con incrustaciones de oro y joyas
hasta el 8 de diciembre, para que los fieles puedan venerarlas.
La parte superior del relicario sostiene la pieza del velo de María,
mientras que el cofre de abajo sostiene el manto de San José.
A partir del manto sagrado se creó la Novena al Santo Manto de San José.
Si bien una novena tradicional se reza por 9 días consecutivos, algunas
personas rezan esta novena durante 30 días.
Una versión más corta
de la oración dice lo siguiente:
“Oh Glorioso Patriarca, San José, tú que fuiste
elegido por Dios por encima de todos los hombres, para ser la cabeza terrenal
de la Sagrada Familia, te ruego que me aceptes entre los pliegues de tu manto
sagrado para que seas el guardián y protector de mi alma, de mi familia,
parroquia y el mundo. A partir de este momento, te elijo como mi padre,
protector, consejero y Santo Patrón, y te ruego que me cuides, mi salud y
bienestar, mi fe, mi vida y mi muerte”.
“Mírame como a uno de tus hijos; defiéndeme de todo
daño y de mis enemigos, invisibles o visibles. Ayúdame siempre en todas mis
necesidades; consuélame en las amarguras de mi vida, y especialmente, en la
hora de mi muerte. Di tan solo una palabra al Divino Salvador, a quien fuiste
considerado digno de tenerlo en tus brazos, y ser digno de la Santísima Virgen
María, tu castísima esposa. Por favor, pide esas bendiciones que me llevarán a
Jesús. Inclúyeme dentro de los seres que más quieres y te demostraré que soy
digno de tu especial amparo. Amén”.
Cabe destacar que existe una antigua historia que afirma revelar el
origen del manto sagrado como una reliquia.
Según el relato, San José fue al monte Hebrón para comprar madera para
su trabajo de carpintería, pero solo tenía aproximadamente la mitad del dinero
que necesitaba.
Entonces, la Santísima Virgen María, ya siendo su esposa, le sugirió a
San José que le diera al vendedor de madera el manto que ella le había regalado
el día de su boda, como una garantía de que luego le pagaría el resto del
dinero que le debía.
El vendedor, llamado Ismael, era un tipo tacaño y al principio protestó
por la situación, pero al final decidió aceptar el manto como garantía.
A la mañana siguiente, Ismael, quien hasta ese momento había estado
sufriendo durante algún tiempo de úlceras en los ojos y no había podido
encontrar una cura, se despertó completamente sano.
De forma similar, la esposa de Ismael, que era una mujer dura con un
temperamento difícil, se despertó esa mañana convertida en una persona
apacible.
Además, la mejor vaca de Ismael también se curó de su enfermedad cuando
la cubrieron con el manto sagrado.
A partir de estos hechos milagrosos, Ismael se negó a separarse del
manto de San José; perdonó su deuda; y le dio a San José y a la Virgen María
toda la madera gratis que necesitaban.
Según el relato, Ismael y su esposa también visitaron y llevaron regalos
a la Sagrada Familia en Nazaret. En ese encuentro, la Virgen María le dijo a
este matrimonio que Dios bendeciría a cualquiera que se pusiera bajo el manto
de su esposo, San José.
Traducido y adaptado por Cynthia
Pérez. Publicado originalmente en CNA.
Redacción ACI
Prensa
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