¿Quieres que tu mujer te obedezca como a Cristo la Iglesia?
Cuida tú
también de ella como Cristo de la Iglesia. Aunque haya que dar la vida por
ella, aunque haya que dejarse golpear miles de veces, cualquier cosa que haya
que aguantar y padecer, no rehusarás. Incluso si llegas a pasar estos
sufrimientos, todavía no has sufrido nada comparable a lo que pasó Cristo.
A la
compañera de tu vida, a la madre de tus hijos, a la que es fundamento de toda
felicidad no hay que sujetarla con miedo y amenazas, sino con amor y afecto.
•San Juan
Crisóstomo •
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